Clarín - Viva

EL AUTOR QUE RESUCITARA A PEPE CARVALHO

Carlos Zanón. El escritor español, que presentará en Buenos Aires su nueva novela, revela cómo revivirá a Pepe Carvalho, el célebre detective de Manuel Vázquez Montalbán. Literatura, abogacía y rock.

- POR HORACIO CONVERTINI (DESDE GETAFE, ESPAÑA) FOTOS: MANE ESPINOSA / LA VANGUARDIA

EL ESPAÑOL CARLOS ZANON FUE CONTRATADO PARA ESCRIBIR UNA NUEVA AVENTURA DEL CELEBRE DETECTIVE DE VAZQUEZ MONTALBAN. “ES UN DESAFIO, PERO ME GUSTA METERME EN LIOS”, DICE.

Es un bar de Getafe, suburbio a 15 kilómetros de Madrid. La ceremonia de la caña y el pincho de tortilla. Las mesitas de la calle, colmadas por los vecinos observante­s de la religión del tapeo y por foráneos que no están allí para desvalijar Zara, sino que son escritores que han participad­o o van a participar de las actividade­s del festival literario que se lleva a cabo en el edificio contiguo, un mercado que el Ayuntamien­to transformó en centro cultural. Los escritores saben mucho de asesinos y ladrones porque de eso escriben, y por eso han sido invitados al festival Getafe Negro. Adentro del bar, charlando con Viva, una de las estrellas del evento. Se llama Carlos Zanón (51), viste de negro y tiene cara de cansado: después de todo es un autor en gira; acaba de lanzar novela nueva (la elogiada Taxi) y es el momento de dar entrevista­s, de poner el cuerpo en la militancia de lo hecho. Hay algo de estrella de rock en esa vida y él la conoce, porque ha sido músico y letrista de figuras del rock local como Loquillo, acaso el Andrés Calamaro español. Pronto la gira lo llevará a Buenos Aires, donde el 30 de abril presentará la novela en la Feria del Libro, con Claudia Piñeiro como anfitriona.

No sólo por eso Zanón es un hombre en tránsito: está dejando atrás su profesión de abogado, la que ejerció durante 13 años, para dedicarse de manera exclusiva a la literatura y está asumiendo, a la vez, el enorme desafío de revivir a Pepe Carvalho, el mítico detective creado por Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003). Justo él, que no escribe historias de investigad­ores privados, que su última novela apenas bordea el género negro. La cerveza, entonces viene bien. Para respirar, para no pensar en el millaje que falta, para reflexiona­r sobre lo intenso que es caminar sobre un cable en la altura.

“Yo quería ser periodista, de hecho me había prematricu­lado en Periodismo, pero conocí a una chica que hacía Derecho y pensé que tendría una oportunida­d más con ella si compartíam­os tema de conversaci­ón –cuenta Zanón–. Ya graduado, como defensor de oficio, empecé a tomar contacto con personas que sólo vivían el presente inmediato, capaces de establecer relaciones emocionale­s muy bestias, muy fuertes, que se perdonaban mucho. Eso me fascinó y fue saliendo en mis novelas.”

En España lo consideran “el más mestizo de los novelistas negros”. Es decir, un autor que transita el género sin recurrir a los tópicos, una rara avis. “Yo hago las novelas que necesito para saber quién soy –explica–. No me gusta que me señalen qué tengo que hacer y qué no. No me gustan los marcos de los cuadros. La creación ha de ser libertad y ha de ser mezclarlo todo porque todo está mezclado. Y eso, que se ve muy fácil en el cine y en la música, en los libros cuesta mucho.”

Zanón admira la libertad creativa de los escritores sudamerica­nos y fue la argentina Gabriela Cabezón Cámara (“una tía genial”) la que le dio el argumento que orientó su carrera: “Gaby me dijo que en Chile y en Uruguay no hay mercado, los autores lo saben y entonces escriben lo que se les da la gana; que en la Argentina suponen que puede haber un mercado, pero igual hacen lo que quieren; pero que en España creemos que sí hay un mercado e inconscien­temente escribimos algo que pueda ser homologabl­e y valorado por el circuito comercial. Y eso fue como una revelación. Decidí que quería escribir un poco en el tono en que escribís vosotros: Taxi es una novela desmesurad­a, sin pensar en un marco”.

El mercado, entonces. Ese gigante invisible y elusivo que puede determinar que un autor termine viviendo en un castillo o siga trabajando de lavacopas. “Las editoriale­s, incluso las que invierten más dinero en detectar qué le puede gustar al público, a veces se equivocan estrepitos­amente –reflexiona Zanón–. Apuestan por libros que después no

“LA CREACION HA DE SER LIBERTAD Y HA DE SER MEZCLARLO TODO.” ...

funcionan o aciertan con libros que ni imaginaban. No creo que el editor de Cincuenta sombras de Grey haya pensado que un libro tan mal escrito iba a tener tanto éxito. Con el policial, lo que pasó es que de pronto Henning Mankell empezó a escribir buenos libros en los que sí había una trama policial, pero que sobre todo te explicaba muy bien cómo vivían esos marcianos de Suecia. Yo sabía cómo se vivía en Wisconsin o Nueva York, pero de allá arriba no tenía ni idea. Luego, Stieg Larsson, que no me parecía un gran escritor, dio una patada en el culo al género negro y con Millenium lo llevó al siglo XXI, con protagonis­tas que son tan psicópatas como los propios asesinos, y tramas donde juegan la informátic­a, la tecnología, los medios.”

Un gran personaje es una gran marca y una gran marca garantiza lectores. El problema es cuando el autor se muere, porque se lleva a la rastra al personaje. La industria editorial suele resolver el dilema apelando a la resucitaci­ón, por ahora sólo de la marca. Los ejemplos son muchos, pero van dos recientes y significat­ivos: la saga Millenium continuó, tras el fallecimie­nto de Stieg Larsson, con David Lagercrant­z, y el detective Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler, revivió a través de John Banville. Ahora es el turno del gran Pepe Carvalho, 14 años después de su última aventura, y el elegido es Carlos Zanón.

“La familia de Vázquez Montalbán y la editorial se pusieron en contacto con mi agente. Le dijeron que querían hacer una novela de Carvalho y que habían pensado en mí. Me trasladaro­n la propuesta y desde luego que tuve dudas. Yo nunca había hecho un policial. Yo de chaval había sido lector de Carvalho. Mi primer impulso fue decir que no porque quería salir un poco del género. Otras personas me recomendar­on que me negara. Pero tuve la intuición de que quería hacerlo. Las condicione­s eran estas: se trata de un libro tuyo con el personaje de Carvalho; no queremos que escribas como Vázquez Montalbán. Me daban absoluta libertad. Se trataba, entonces, de darle una vuelta a un personaje emblemátic­o y me pareció que podía ser divertido. También un reto, claro, pero me gusta meterme en líos. Y jugó la parte emocional, que al público tal vez no le interese pero a mí sí: mis padres son de Barcelona, pero mis abuelos son emigrantes, lucharon mucho para que yo pudiera tener estudios, y el hecho de que yo pueda escribir un personaje simbólico de la ciudad es como un orgullo para mis abuelos, para mi familia. Se me volvió algo importante a nivel personal. No le han dado esta oportunida­d a un tío rico, al hijo de tal, se la han dado al nieto del taxista. Una especie de justicia poética. Por toda esa mezcla decidí que sí”, revela.

“¡Carvalho no tenía internet ni móvil! ¡Su novia era una puta!”, se ríe Zanón, quien ya tomó la decisión de que la nueva aventura transcurra en la Barcelona de 2018, atravesada por la cuestión del separatism­o catalán. “Cómo va a vivir el tema Carvalho es muy complejo: se trata de un personaje que miraba la realidad desde el cinismo y que no confiaba mucho en la raza humana, sobre todo en los políticos y en las banderas. En ese sentido seguiría manteniend­o una distancia. Vázquez Montalbán ubicaba sus novelas en el aquí y ahora, tenía una percepción de lo que iba a pasar. Entonces yo tengo que pinchar el compás en algún sitio, y ahora la realidad está tan loca que no sabes muy bien cómo hacerlo”, acepta.

Pero el hombre de la cara cansada tiene, además, una responsabi­lidad extra: defender su apuesta por la literatura full time: “Yo siempre soñé con dedicarme sólo a escribir, lo que pasa es que luego tienes que buscarte la vida. Dejé el trabajo de abogado porque no tenía tiempo para todo. No quería vivir estrictame­nte del mundo literario, no quería estar pendiente de si me publicaban o no me publicaban, si éste había ganado un premio y yo no. ¿No me publicas? A la mierda, me da igual: tengo mi trabajo, doy de comer a mi familia y ya. Pero no pude compaginar las dos actividade­s. De hecho, si hubiera podido, no habría dejado el Derecho, no porque me guste ser abogado sino porque cuando el globo se pincha, porque esto es un globo, al menos te quedas con el trabajo de antes. Recuerdo que a veces iba a juicios y no sabía ni qué iba a hacer, pero después de 20 años de oficio uno podía afrontarlo. Pero pensaba: este señor merece alguien que la noche anterior haya pensado cómo defenderlo”.

El último trago de cerveza. La sonrisa melancólic­a. El escritor en gira sabe que la clave sigue siendo la misma: tiempo.

“NO LE DIERON ESTA OPORTUNIDA­D A UN TIO RICO, SINO AL NIETO DEL TAXISTA DE BARCELONA.” ...

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