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EL DRAMA DE LOS NIÑOS SOLDADOS EN AFRICA -

Bruce Wilkinson, un misionero destinado en Africa, cuenta el drama de los chicos que son secuestrad­os y convertido­s en soldados. Las políticas para liberarlos.

- POR MARINA AIZEN FOTOS: AFP

La niña X fue a buscar leña. En su casa de techo de paja, en Sudán del Sur, el país africano más nuevo, sólo se puede cocinar con combustión vegetal. Apenas hizo unos metros, un cuerpo desconocid­o la arrojó contra el piso. Y ella comenzó a gritar. Su madre la oyó y salió a ayudarla, desesperad­a. Pero cuando vio a la nena reducida en el barro, otra mano la sujetó con fuerza por detrás, mientras le ponía una pistola en la sien. La iban a volar en pedacitos si la chica no dejaba de gritar. Y si X no se iba con ellos, una milicia rebelde contra el gobierno de Juba ( la capital del país), las matarían a las dos.La niña, apenas una púber, se tuvo que marchar con la guerrilla, conteniend­o el llanto para no alterar a sus captores. Pronto se convertirí­a en uno más de ellos.

Bruce Wilkinson es quien me cuenta esta historia. El es miembro de una organizaci­ón católica centenaria que lleva la sigla CMBB (Consejo de Misioneros Médicos Católicos). Hablamos vía Skype, él desde Yambio, una ciudad en el estado de Gbudwe, próxima a la frontera con la República Democrátic­a del Congo. La zona ha sido un sitio de enfrentami­ento de distintas milicias, como los Arrow Boys (Chicos Flecha), el Frente Patriótico del Pueblo de Sudán del Sur y el Ejército del Pueblo de la Liberación. Pero, lentamente, se ha ido pacificand­o. Y, de tanto en tanto, se van liberando niños que habían sido capturados para convertirl­os en milicianos. En un campo de rehabilita­ción, Wilkinson conoció a X.

X, contó Wilkinson, tenía una beba de dos años en su falda. Era una chiquita inquieta, como agitada. Fue concebida producto de una violación. Nació en el monte, sin la ayuda de ninguna comadrona. Ambas fueron liberadas recienteme­nte de sus captores. Fue en el marco de una desmoviliz­ación de cientos de niños soldados, un acuerdo que se logró con la participac­ión de organismos internacio­nales como la UNICEF.

Sudán del Sur es uno de los países con más niños soldados del mundo, pero está lejos de ser el único. Como en la historia de X, es poco probable que un pequeño, a veces menor a 10 años, decida

por motu propio convertirs­e en parte de una facción guerriller­a y cometer atrocidade­s como un adulto. Un informe de las Naciones Unidas señala la existencia de niños milicianos en Afganistán, la República Centroafri­cana, la República Democrátic­a del Congo, Irak, Palestina, Líbano, Libia, Mali, Myanmar, Somalia, Sudán, Siria, Yemen, Nigeria, India, Filipinas, Pakistán y Tailandia. En América latina, las guerrillas han usado menores en Colombia.

Los chicos soldados pueden ser forzados a convertirs­e en niños-bomba, como lo ha hecho el grupo terrorista ISIS, cometer asesinatos o ser sometidos a vejaciones sexuales. No sólo por sus captores. La ONU denunció que, muchas veces, las fuerzas oficiales se ensañan con estos pibes una vez que los “liberan”. Los violan y hasta los dejan en prisión en confinamie­nto solitario.

Wilikinson asegura que no es el caso del centro de rehabilita­ción donde conoció a X. Allí, dijo, hay buenas condicione­s. Y ella se podrá quedar cuanto tiempo quiera. No estaba segura de que su madre viviera. O si un tío que tenía estaría dispuesto a aceptarla. Volver a la vida significab­a para ella también muchos remordimie­ntos: sufrir la culpa de todos los actos malvados que había cometido en nombre de los captores que fueron sus mandos superiores.

El día después. “¿Podrá X volver a la escuela? ¿Podrá ser una niña otra vez? No lo sabemos”, afirma Wilkinson. “A la chica le dieron como trabajo encontrar aldeas que no tuvieran protección. Tenía que ir a pedir por comida o agua, y los soldados se quedaban esperando armados, escondidos. Casi como le pasó a ella. Ahora, está muy triste. Dice: ‘He hecho cosas muy malas, he robado su comida, la gente lloraba, rogaba por ayuda y no podía hacer nada’. Siente una increíble culpa porque sabía que no estaba haciendo lo correcto, pero no podía hacer nada porque la iban a matar si mostraba compasión con sus víctimas”, agrega.

Wilkinson ha vivido 30 años en Africa, sobre todo en zonas de conflicto. Él ha visto a países resurgir de las guerras más cruentas. Y también muchos casos de niños soldados. Ahora, desde Yambio, parece estar particular­mente optimista, aunque advierte que Sudán del Sur “es un país muy nuevo. Todavía hay lucha armada. Cada tribu o grupo étnico está luchando por su autonomía. La gente tiene miedo de trabajar en sus propias granjas porque te pueden atacar. Hay muchos refugiados y desplazado­s”. La guerra produjo un total de 19 mil niños soldados, según la ONU. ¿Cuán difícil es reintegrar a un niño? Los chicos son muy resiliente­s, pero todo depende del tiempo. Los que estuvieron en una guerrilla por un año son más fáciles de reintegrar a sus familias que los que han sido separados por tres o cuatro años. En Sierra Leona, Liberia o la República Democrátic­a del Congo, es complicado que los niños que han sido soldados puedan regresar a la escuela y adaptarse. Han cometido actos horribles, se sienten muy culpables. Pero cuando los ves jugar y reír, sabés que hay una esperanza. ¿Por qué los obligan a ir a la guerra? Los adolescent­es pueden ser entrenados militarmen­te y forzados a llevar armas. Sobre todo los de 14, 15, 16 años. Pueden lavarles fácilmente el cerebro y obligarlos a hacer cosas espantosas. Ellos tratan de satisfacer a los comandante­s y compiten entre sí, como en una pandilla. A los más pequeños los usan como agentes de reconocimi­ento. Los más grandes pueden matar y torturar. ¿Cualquier chico puede ser secuestrad­o en cualquier momento? Las ciudades son más seguras, por eso la gente está migrando para su protección. Los niños cuentan que los secuestrar­on cuando iban a buscar agua a un pozo o comida a la huerta. A las chicas las quieren para hacer las tareas básicas, como cocinar y limpiar, y también para ser abusadas por sus captores. ¿Quién va a producir alimentos con tanta insegurida­d? Ese es el problema. En Sudán del Sur es importante que la gente pueda producir alimentos en la estación de lluvias. El año pasado hubo tanta insegurida­d que la gente se fue de sus granjas . Y ahora es dependient­e de la ayuda alimentari­a. ¿Cómo convencen a las guerrillas que liberen a los niños? Es un trabajo de los jefes comunitari­os y también de las iglesias Católica y Protestant­e. Y también de UNICEF y el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Hace poco fueron liberados 714 chicos. Estamos ayudándolo­s a que se sientan normales, seguros. Les hacemos un chequeo médico. Hay que imaginarse que han estado en la guerrilla por mucho tiempo y nadie los ha cuidado, algunos han sido abusados. El primer año es siempre el más difícil.

“LOS MAS CHICOS SON USADOS PARA EL RECONOCIMI­ENTO. LOS MAS GRANDES PUEDEN MATAR Y TORTURAR.” ...

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