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EXPERIENCI­A RELIGIOSA

Tendencias. La muestra recién inaugurada en el Metropolit­an de Nueva York expone la relación entre religión y moda que ya se ve en las pasarelas.

- POR JIMENA SAMPATARO / ESPECIAL PARA VIVA FOTOS: AFP

La Gala del MET de Nueva York, que se realiza todos los años en los primeros días de mayo, se ha convertido en el evento más esperado por todos los amantes de la moda, el encuentro social más selecto, al que sólo se accede si el nombre del afortunado aparece en la exclusiva lista que realiza personalme­nte la editora de Vogue, Anna Wintour. ¿El objetivo de la gran noche de la moda? Fue creada por la icónica editora de moda Diana Vreeland para recaudar fondos para el Museo Metropolit­ano de Arte de Nueva York e inaugurar su exhibición anual.

Este año la temática promete generar más controvers­ia que la habitual. “Cuerpos celestiale­s: moda e imaginería católica”, una relación que viene desde hace tiempo, pero de la que pocos se atreven a hablar: un gran desafío para su curador Andrew Bolton. “Va a ser interesant­e ver al traje como un elemento más allá del consumo. Espero que invite a la reflexión y tolerancia, sin dejar de ser didáctico. Un tema jugado que no va a defraudar”, asegura Jorge Moragues, licenciado en Diseño, titular de la carrera de Diseño de Indumentar­ia y Textil FADU/UBA.

En una reciente entrevista de la revista española Smoda, Bolton confiesa que hace años analiza moda y religión, dos sistemas de conocimien­to que operan a partir de un lenguaje visual. Ambas se fundamenta­n en códigos y funciones que sirven para expresar ideas complejas respecto a la identidad, y funcionan a partir de puestas en escena y gestos performati­vos. “La semiótica es lo que los conecta”, opina el curador de uno de los museos

más visitados del mundo. Pero además de su relación, los diseñadore­s aman inspirarse en ella, desde hace siglos hasta en la actualidad.

La diseñadora Claire McCardell, creadora del sportswear americano, buscó inspiració­n de la calle. “Ella quería cambiar la moda elitista apuntando hacia la mujer trabajador­a, por eso en 1938 creó el monastic dress (vestido monástico) en colores negro y marrón, de corte al bies. Costaba alrededor de 30 dólares y fue un éxito en ventas”, explica Moragues.

“El maestro Cristóbal Balenciaga plasmó parte de las pinturas religiosas de Francisco de Zurbarán en sus diseños y Hussein Chalayan reflexionó sobre las prendas femeninas de la religión musulmana. La moda ha hecho mucho hincapié en trajes y bordados con signos religiosos como elemento de protección”, agrega.

En 1994, Claudia Schiffer lució un corpiño de Chanel creado por Karl Lagerfeld con bordados que reproducía­n versículos del Corán. Rápidament­e, tras finalizar el desfile, se desató un escándalo que terminó con los directivos de la marca pidiendo disculpas.

Para su colección invierno 2013/2014, Dolce & Gabbana presentó en pasarela la figura del Cristo Pantocráto­r y otras imágenes en suntuosos bordados de mosaicos, como aparecen en la Catedral de Monreale. Pero ésta no fue la única vez. Semanas atrás, los diseñadore­s realizaron su presentaci­ón de alta costura en México y uno de los vestidos más impactante­s llevaba la imagen de la Virgen de Guadalupe bordada en su espalda, una pieza que no estuvo a la venta porque decidieron dejarla como ofrenda en la Basílica del DF.

¿ Más ejemplos de la conexión entre moda y religión? En el último desfile de Christian Lacroix, Dita Von Teese, vestida de novia, emulaba a la Virgen de la Macarena. La colección de Jean Paul Gaultier, Rabbi Chic de 1993, con una pasarela iluminada por menorás (el candelabro de siete brazos, uno de los elementos rituales más importante­s del judaísmo) y modelos con peinados tradiciona­lmente masculinos, fue tomada por la religión judía como un gran reconocimi­ento hacia su cultura. Por otro lado, para su desfile de alta costura Primavera 2007, el diseñador se inspiró en la iglesia e incluyó imágenes de santos y vírgenes que causaron un gran impacto. Alexander McQueen, por su parte, estampó en un blazer con hombreras en pico una imagen del Cristo crucificad­o, del cuadro de Robert Campin Gestas, El mal ladrón (1430), a modo de protesta luego de ser sumamente criticado por su primera colección como director creativo de Givenchy. Freud or Fetish, la colección invierno 2000/2001 de John Galliano para Dior, en la que exploraba sus distintas fantasías sexuales, fue encabezaba por un cura con un incensario y una cruz con piedras preciosas.

Por último, el diseñador estadounid­ense Rick Owens, que también convierte sus creaciones en una expresión religiosa, considera que los desfiles son “rituales modernos”, ya que a través de ellos se junta gente para celebrar la belleza de la comunidad. “Con la expresión que logra Owens en sus diseños, se puede esperar de él cualquier cosa. Es uno de los que me genera mayor expectativ­a”, dice el diseñador argentino Panni Margot. Como todos los años, algunas personalid­ades son elegidas anfitrione­s de la gala. Esta vez le tocó el turno a Amal Clooney ( la mujer de George) y Donatella Versace, que celebra los 20 años de la marca italiana. También a Rihanna, una de las pocas celebridad­es que viste de acuerdo a la exhibición.

“La alfombra roja del MET es una de las más esperadas. Me encanta ver a Blake Lively, que de por sí es una deidad, y está trabajando con la diseñadora de joyas Lorraine Schwartz y con el célebre diseñador de zapatos Christian Louboutin”, dice Jazmín Rodríguez, de Bimba Vintage. Definitiva­mente no es un lugar para pasar inadvertid­o, aunque la mayoría de las veces las famosas no cumplen con la consigna y prefieren lucir sus cuerpos antes que hacerle honor a la moda.

En la exhibición se exponen 40 piezas de vestimenta­s litúrgicas como joyas y tiaras papales de la sacristía de la Capilla Sixtina, tesoros que por primera vez se verán fuera del Vaticano. También hay 150 conjuntos de Chanel, John Galliano, Dior y Balenciaga, entre otros grandes.

EN COLECCIONE­S DE DOLCE & GABBANA, JEAN PAUL GAULTIER Y JOHN GALLIANO, LA RELIGION FUE INSPIRACIO­N.

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