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SELECCION GAY: LOS QUE YA TRAJERON LA COPA

Argentina, campeón del fútbol homosexual. La Selección Argentina de Futbolista­s Gay ganó los World OutGames. El desafío ahora es que la AFA la reconozca, además de educar para vencer los prejuicios machistas.

- POR NICOLAS IGARZABAL FOTOS: ARIEL GRINBERG

UN EQUIPO ARGENTINO GANO EL MUNDIAL QUE SE DISPUTO EN MIAMI Y SE PREPAPARA PARA LOS JUEGOS OLIMPICOS LGBT DE PARIS. “LA IDEA ES INCLUIR. NO LE PREGUNTAMO­S A NADIE CON QUIEN DUERME”, DICEN.

Fue el 14 de julio de 1996 en la Bombonera. Después de un gol de cabeza en el primer tiempo, dos jugadores festejaron al costado de la cancha y se dieron un beso en la boca frente a todas las cámaras. Podríamos imaginarlo como el final emotivo de una película de temática gay, un Secreto en la Montaña para futboleros, pero los personajes no eran de ficción: uno se llamaba Diego Maradona y, el otro, Claudio Caniggia. Aquel chupón contra River quedó en la historia. El beso del alma, tituló El Gráfico. Y no faltó la controvers­ia: Mariana Nannis dijo que la imagen le dio asco y que el número 10 estaba enamorado de su marido.

Sacando los componente­s fantasioso­s, pasaron dos décadas y cualquier expresión de homosexual­idad en el fútbol sigue siendo tema tabú. A lo largo de la historia son contados los casos de jugadores que hicieron pública su condición sexual en el deporte más popular del mundo. “Claro que hay homosexual­es en el fútbol, pero tienen miedo de confesarlo. El fútbol es machista y no está preparado para admitirlo. Los jugadores gays serían destruidos por el medio”, declaró Daniel Osvaldo hace unos meses en La Gazzetta dello Sport, una figura que jugó en las ligas de cinco países distintos y conoce bien el paño.

El primer caso resonante fue en 1990. El inglés Justin Fashanu reconoció su homosexual­idad en una tapa del diario amarillo The Sun (“El futbolista estrella de un millón de libras: ‘SOY GAY’”), tras una serie de conflictos con entrenador­es y compañeros de los 13 clubes por los que había pasado, y a partir de esa declaració­n todo empeoró. Deambuló por otros 10 equipos hasta 1998, año en que un chico menor de edad lo denunció por abuso sexual. El jugador no soportó la difamación pública y se suicidó en un estacionam­iento de Londres antes de ser detenido. La denuncia, más tarde, se cayó por falta de pruebas y el caso quedó cerrado. Según su cuñada, el chico habría querido chantajear al futbolista. Así lo afirma en el documental Forbidden Games: The Justin Fashanu story.

En la última década, jugadores como el francés Olivier Rouyer y los norteameri­canos Robbie Rogers y David Tes-

“La idea es incluir y sumar gente: acá no se le pregunta a nadie con quién se acuesta.” ...

to salieron del closet sin miedo al qué dirán. Incluso el árbitro español Jesús Tomillero lo hizo. Sin embargo, siguen siendo unas pocas excepcione­s. ¿Un caso argentino? Rodrigo Díaz, el ex novio de Ricardo Fort, quien se incorporó a El Porvenir en 2012. “Que sea gay no significa que no pueda pegar un planchazo”, arengó en una nota de Olé. Y se anotó como antecedent­e: “Ojalá que mi ejemplo sirva para que muchos blanqueen su condición sexual”. La duda queda picando: ¿y los clubes de Primera?

Inclusión. En 2007 nació la Selección Argentina de Futbolista­s Gays (SAFG) para representa­r a nuestro país en torneos internacio­nales, levantando la bandera contra la discrimina­ción. Su impulsor fue Cristian Pare, jugador nacido en Florencio Varela, que pasó por las inferiores de Estudiante­s de La Plata. “El objetivo es que el homosexual que juega al fútbol se pueda integrar y lo tomen en serio. Yo jugaba fútbol 5 y los primeros que se sumaron fueron mis hermanos y mis amigos. La idea es incluir y sumar gente: acá no se le pregunta a nadie con quién duerme”, asegura. Y recalca: “Yo me integré fácil en todos los ámbitos por mi forma de ser, pero hay chicos a los que les cuesta lograr esa fortaleza y encontrar cómo encaminars­e en la vida y tomarlo con naturalida­d”.

Pare es el capitán y goleador de Los Toros, como se autodenomi­naron ellos, en la línea de Los Pumas y Las Leonas. Fueron campeones olímpicos en 2010 (en los Gay Games de Alemania) y ganaron dos Mundiales. El último ( World OutGames) fue el año pasado en Miami, donde participar­on dos combinados por cada país. Salieron campeones invictos, con 21 goles a favor, después de ganarles al Seattle Stonewall (3-0), al Sidney Rangers (3-0), a México (3-0), al San Francisco Spiders (¡8-0!), al London Titons (5-1), al London Stonewall Futbol Club (3-1) y nuevamente al Seattle Stonewall (1-0). ¿Cómo viviste la final? Justo cumplíamos 10 años, así que fue todo un logro. Llevamos un equipo competitiv­o. Yo soy muy competitiv­o y si vamos allá, es a ganar, no a pasear. El gay es un liberal nato y es más de la joda. Es difícil que se comprometa; no le gusta tanto. Y yo soy distinto. Si me pongo a laburar, laburo. Me gusta trabajar con gente que trabaja en serio: si hay partido al otro día temprano, les pido que se duerman temprano, que descansen y que no tomen alcohol. Manejar un grupo se hace complicado: yo soy el malo de la película. ¿Tienen alguna cábala antes de salir a la cancha? Sí, cantamos la parte final del himno, todos abrazados. Nos abrazamos en círculo y lo gritamos. ¿Cómo te sentís representa­ndo a la Argentina? Es una sensación increíble. Somos la representa­ción de una colectivid­ad y lo llevamos con orgullo. Tener una vida como cualquiera, sin importar la condición, es lo más interesant­e de esto. Poder llegar a todos lados y que tus familiares y amigos te feliciten, que no te tomen para la chacota. Hay gente que no jugó nunca al futbol y se acerca por la causa, que cada vez se hace más grande. La idea es seguir sumando gente.

¿Te sentiste discrimina­do en clubs? Jugué hasta los 15 años en Estudiante­s de La Plata y era complicado. Lo manejás internamen­te, no podés charlarlo con nadie. Mi familia no me apoyaba. ¿Dónde ves instalado el machismo? En las hinchadas. ¿Por qué se escudan tanto los jugadores? Porque no es fácil jugar si todo un estadio te está gritando “puto” o “culo roto”. Cuidan su vida sentimenta­l. Y los clubes no hacen nada para bajar los decibeles. Los medios son una gran necesidad para cambiar esto. Diarios, revistas, redes sociales... Queremos que sea un tema más para hablar, algo natural. No cerrarse. ¿Qué le dirías a un jugador que no se anima a decir que es gay? Es importante la contención. El hétero es prejuicios­o, cree que porque uno es gay se le va a tirar encima y no es así, porque el hétero también es promiscuo. Hay que terminar con ese prejuicio. El mensaje es que si está preparado para salir y aguantarse la que venga, que lo diga. Y si no, que busque apoyo y se asocie a gente que lo pueda entender. Es una felicidad total ser uno mismo. No serlo te complica la vida. Nosotros no quemamos a nadie. Hay un jugador que volvió de Europa, capitán de un club de los grandes, que es un genio: fue y le dijo a sus compañeros “Esta es mi pareja”. Hay que tener espalda para eso. No lo hace un pibito de 14 años. ¿Cómo tomaste las declaracio­nes de Carlos Tevez, cuando dijo que mandaba a jugar a su hijo al potrero “para que no se le doble la muñeca”? ¡Yo jugué en potreros toda la vida y mirá! (risas). ¿Cómo creer que por jugar en potrero le va a salir “macho”? Hay jugadores que tienen neuronas chiquitas y es una lástima. Fue horrible lo que dijo, pero es lo que le sirve a la prensa para hablar durante semanas. Y los periodista­s lo criticaron porque hay muchos que son gay también. ¿Cómo se llevan con Los Dogos, la otra selección argentina gay? Somos River-Boca. Yo igual tengo la mejor onda porque he jugado con ellos, que están hace 20 años ya. No nos cruzamos en el Mundial de Miami porque perdieron la semifinal. Si no, la final hubiera sido Argentina contra Argentina. ¡Un lindo espectácul­o! En la SAFG también hay héteros, ¿cómo se integran? Hoy casi tenemos más héteros que gays. Un 70/30. Yo creo que por algo están. Se sienten cómodos; ellos nos respetan y nosotros los respetamos a ellos. Ese es el mensaje que llevamos: si nosotros podemos aceptar a los héteros en el equipo, ¿por qué no puede ser al revés? ¿Cómo se preparan para los Gay Games de París en agosto? Está heavy el tema, todavía no sabemos

si vamos a viajar. Tenemos que conseguir patrocinio. Estamos organizand­o torneos y vendiendo rifas. Ahora la idea es hacer fiestas. Ahí va a ser más divertido y la gente se va a copar más.

A pulmón. La SAFG no tiene reconocimi­ento de la AFA. Los jugadores se solventan sus propios gastos, desde las camisetas y las pelotas hasta el alquiler de las canchas en Palermo para entrenar cada semana. En el equipo hay cerrajeros, kiosqueros, enfermeros, albañiles y colectiver­os. Todos tienen trabajos en relación de dependenci­a y sacrifican sus vacaciones para viajar a los torneos. Para irse al Mundial de Miami de 2017 tuvieron que pagar 35.000 pesos cada uno, entre pasajes, estadía y traslados. Recibieron apoyo de la Secretaría de Deportes y sólo los ayudó Joma, una marca de indumentar­ia que les deja la ropa al 50% de descuento.

“Lo nuestro es a pulmón y sale todo de nuestros bolsillos. Sabemos que no les generamos millones de pesos a las empresas, pero somos consciente­s de dónde estamos parados y somos súper ubicados”, destaca Ezequiel Testardini, jugador desde 2010 y parte de la comisión directiva desde 2012. Su función es la de tesorero. “Llevo ocho años jugando acá y sigo eligiendo esto. Vivo en Pergamino y dos días a la semana vengo a Buenos Aires y se los dedico a la SAFG. Acá se formó un gran grupo de amigos”, remarca.

“La primera vez que vine a jugar con ellos no me habían dicho que eran la selección gay –agrega–. El morbo y los prejuicios quedaron totalmente de lado. Eran lo opuesto a lo que uno podía llegar a pensar: que son unas locas bárbaras, que no saben nada de fútbol, que va a ser incómodo cambiarte en el vestuario y bañarte con ellos... ¡Y nada que ver!” ¿Hubo acercamien­tos con la AFA? Tuvimos una reunión importantí­sima con Julio Grondona en 2014, cuando estábamos por ir a jugar a Cleveland, el día antes de que falleciera. Nos dijo “ustedes son parte de AFA” y nos dio ropa y equipamien­to. Después, se pinchó todo. Nos dijeron que Chiqui Tapia era muy abierto con estas cuestiones, pero todavía no pasó nada. AFA maneja mucho dinero y nosotros no es que necesitamo­s 2 o 3 millones de dólares. Hoy, si no tenemos alguna ayuda, no vamos a poder viajar a los Gay Games de París. ¿Y cómo tomás las cargadas? Nos reímos, estamos más allá. Ya no nos afecta eso. La gente sabe lo que transmitim­os y nos respeta. No somos un grupo de “mariconas” tratando de jugar al fútbol. Tevez tendría que venir a jugar con nosotros para que le pateemos un poco los tobillos y sepa lo que es jugar con gays (se ríe). Seguro que hasta el hijo

le reprochó la declaració­n. ¿Qué significa la última copa? En lo deportivo no hay una cosa más grande que eso. Durante la final llovía torrencial­mente y, cuando sonó el silbato en el minuto 90, se me vino a la cabeza el primer día que llegué a la SAFG, todos los chicos que pasaron por el plantel, los entrenamie­ntos, la organizaci­ón del viaje, ¡todo! ¿Cómo se vive el clima adentro del vestuario? Hay mucha cumbia. La gente se imagina a todos empastilla­dos, bailando marcha y escuchando Madonna… y no. ¡Cumbia argentina a full! ¿Desde qué lado se puede combatir al machismo en el fútbol? El trabajo de la SAFG es el de educar a la gente, algo que tiene que partir desde el jardín de infantes para que los chicos mismos descubran su sexualidad, porque hay personas que viven una mentira durante 50 años. Vamos a pensar más libres así, a sentirnos mejor. Nosotros aportamos nuestro granito de arena.

“En el vestuario hay mucha cumbia argentina. No escuchamos a Madonna.” ...

Defender la camiseta. Leonardo Gómez vive en Moreno, trabaja como colectiver­o de la línea 166 y es el director técnico del equipo. Entró como jugador en 2016, año en el que salieron segundos en un torneo disputado en Uruguay, y en 2017 se retiró por una operación en la pierna. Enseguida le ofrecieron el cargo de entrenador. Lo aceptó con orgullo.

“Trato de que se diviertan y de que sean competitiv­os. Los tengo cagando, pero me dan bola”, asegura Leonardo. ¿Referentes? “Me encanta cómo dirige Marcelo Gallardo. Y el estilo del Flaco Menotti. Me gusta que los muchachos presionen y que vayan siempre a buscar el partido. Nuestro fuerte es el mediocampo y la delantera”.

Y, sobre el mensaje de la Selección, admite: “Defendemos la camiseta argentina y es un honor. Muchos me dicen ‘Eh, dirigís a los putos’ y yo me lo tomo en joda. Al principio tenía vergüenza, pero después lo acepté, ¡y ahora todos nos felicitan por los logros de los últimos años!”.

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