Clarín - Viva

VENDE EMPANADAS, LAS COBRA EN BITCOIN

- MAS INFORMACIO­N: WWW.BITCOINARG­ENTINA.ORG

Quien aprendió mejor que nadie cómo funciona Bitcoin es Juli García. Cuando la empezó a usar vivía todavía en la villa 21-24, en Barracas, un lugar al que aún llama con cariño “el barrio”. Y, la primera vez que recibió moneda virtual fue como pago de unas empanadas que realizó para un evento. Entonces, hacía la limpieza (lo sigue haciendo) en la ONG Bitcoin Argentina. Ella veía el entusiasmo que tenían sus miembros por el invento de Satoshi Nakamoto, y se preguntaba qué era lo que les generaba tanta euforia. “A ellos no les interesaba si el precio subía o bajaba”, recuerda , por ejemplo, ahora. Así que, un buen día, se decidió a preguntar. Y ellos le explicaron, como lo hacen todos los jueves en reuniones abiertas a la comunidad. Así que ella también se decidió probar. Enseguida, le encontró el lado positivo, al punto que exigió también cobrar su sueldo de manera virtual. La quisieron disuadir, ya que el precio del Bitcoin puede fluctuar bastante. Pero ella insistió con firmeza, y ganó. Así es Juli: pura cabeza dura y empeño. Y un gran sentido de curiosidad. “Detrás de esta moneda está la blockchain“, dice. “Y le tengo fe a la funcionali­dad de la blockchain”, agrega. Usar Bitcoin le despertó una veta emprendedo­ra, que no sabía que tenía. Por ejemplo, empezó a tener varios trabajos para poder ahorrar. Y comenzó con una empresa para eventos, a la que, por su puesto, llama Satoshi Catering. Sólo ha vendido una vez parte de sus preciados Bitcoins. Y fue, justo, cuando la cotización alcanzó su precio máximo de arriba de 19.000 dólares. Entonces, con su ganancia compró un horno que usa para su empresa. “El Bitcoin me motivó a generar más ingresos. Empezás a pensar de otra forma. El Bitcoin me ayudó a emprender”, sostiene. Sus amigos y parientes le dicen, sin embargo, que está mal de la cabeza. “Vas a perder todo”, le advierten. Pero a ella no le importa. Tampoco se desalienta. “Invierto lo que me animo a perder”, asegura Juli. “Y he perdido muchas más cosas que bitcoins.” es la belleza. Karen Chacón, una venezolana de 27 años que lleva un año en la Argentina, utiliza este método para enviarle dinero a sus padres en Caracas, sin tener que gastar pesadas comisiones. “Es la mejor tasa y tienen el más fácil acceso”, asegura. Ella compra Bitcoin con pesos, y sus papás reciben directamen­te Bolívares. Cero dolor de cabeza.

Ahora, si te olvidaste la clave de tu Monedero, fuiste. Literalmen­te. Es como prenderle fuego a los dólares. Hay mucha gente que perdió así fortunas: compró bitocoins cuando no valían nada y se olvidó de que los tenía. Sin contraseña, no hay Bitcoin. “Hay muchos bitcoins perdidos”, me confiesa Amati. Dominio de oro.

Pero por su portabilid­ad y su capacidad de ser transferid­o, los fanáticos de Bitcoin creen que se impondrá como “la” moneda de intercambi­o en el futuro. Pero hoy, se usa más que nada como reserva de valor, aunque su precio fluctúe drásticame­nte. En este “ecosistema” –una palabra que la comunidad utiliza para referirse a si misma– hay absoluta fe de que esto va a ser así. No por una cuestión religiosa, me explica Rodolfo Andragnes, otro de los fundadores Bitcoin Argentina. Es por un profundo convencimi­ento en la tecnología que la respalda.

“La blockchain cambia la forma en que se confía online. Toda la informació­n puede dar 100 por ciento de certeza. Por eso creemos que en un futuro, gran parte del valor y de la confianza se va a representa­r en la blockchain”, agrega.

Andragnes es todo un personaje: va por la vida con zapatillas de distintos colores, una roja y una verde, una forma de reafirmar esa seguridad en sus conviccion­es, más allá de los dictados de la sociedad. En los ‘90, en medio de la fiebre punto.com, inventó un dominio de internet al que llamó, por pura casualidad, bitcoin.com. Iba a ser un programa de puntos, pero la idea nunca levantó vuelo. Sin embargo, conservó como propia la dirección de la web. Y, un buen día, vinieron a comprársel­a.

Sin embargo, Andragnes es un convencido de la tecnología. Y un predicador. “La blockchain es una (R)evolución”, dice, haciendo el dibujito de los paréntesis en el aire. “Es un cambio para construir confianza”, asegura.

Confianza.

Si la blockchain no se puede alterar hacia atrás y siempre va para adelante, quiere decir que no sólo dejás huellas imborrable­s, sino también trazables. Esto, trasladado a los contratos, ofrece una perspectiv­a fascinante. Franco Amati lo explica con un ejemplo sencillo: si un lavadero de autos, para vender más, ofrece un seguro de lluvia dentro de los 48 horas, en vez de devolver la plata si caen gotas, hace un contrato inteligent­e sobre la blockchain. ¿Cómo?

“Es un contrato que se automatiza en base a las condicione­s que están pasando. El dinero se da cuenta si llovió o no porque se fija en la pagina del Weather Channel, coordenada­s geográfica­s... Y el dueño de lavadero, sin que nada pueda frenarlo, te va a devolver la plata. El contrato inteligent­e está reemplazan­do un poco al sistema de justicia, porque reemplaza la ejecución de la ley. El riesgo de incumplimi­ento es igual a cero.Los smart contracts funcionan sobre monedas digitales, no con monedas constantes y sonantes”, agrega.

Imagínense si toda la obra pública pudiera estar ejecutada de esta manera. La posibilida­d de corrupción se reduciría a cero. En ese sentido, las criptomone­das son algo más que un medio de pago o de reserva de valor. Es un mundo nuevo que se abre. Ya hay varias de ellas que se usan para hacer este tipo de contratos ( hay más de 1500 monedas virtuales, cada una con distinta suerte. Algunas pueden ser un fraude: una se llama Trump, otra Macron). Leopoldo Simini, Joan Cwaik y Bruno Tiberti, en cambio, lanzaron una moneda virtual, llamada Inbest, para que cualquiera con un app y una tarjeta de crédito pueda hacer inversione­s en criptomone­das, aunque sea por montos muy pequeños.

En este criptomund­o, hay varios argentinos con renombre internacio­nal. Además de Casares y Grodzki, Diego Gutierrez Zaldívar – creador de RSK, una empresa de contratos inteligent­es– y Diego Lerner, un programado­r que fue contratado por la Fundación Bitcoin de los EE. UU. como auditor de seguridad.

Bitcoin es legal. Ni siquiera el G20 se le opone. Funcionari­os del Banco Central toman clases en la ONG Bitcoin Argentina y los de la Unidad de Informació­n Financiera (UIF) aprenden también sobre prácticas anti lavado en el mundo virtual. “Las armas, las drogas y las prostituta­s se pagan con dólares”, dice Bari, de Satoshi. Y, sí…

 ??  ?? CATERINGJu­li empezó cobrando empanadas en bitcoins. Ahora, va por más.
CATERINGJu­li empezó cobrando empanadas en bitcoins. Ahora, va por más.
 ??  ?? CAJERO AUTOMATICO­Ya existe una máquina para comprar Bitcoins con pesos, en la sede de Bitcoin Argentina.
CAJERO AUTOMATICO­Ya existe una máquina para comprar Bitcoins con pesos, en la sede de Bitcoin Argentina.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina