Clarín - Viva

EL JAPONES QUE HABLA CON LAS FLORES

Personaje. El florista participó del Encuentro Sur Global de Bienalsur. Precursor del arte floral que rompe barreras, trabaja con grandes marcas internacio­nales como Fendi, Hermés y Yamamoto.

- POR JIMENA SAMPATARO FOTOS: AMKK Y SHUNSUKE SHIINOKI

Florista, diseñador, artista, o mejor, una combinació­n de todas estas actividade­s. Realmente no hay una palabra que defina a Makoto Azuma porque lo que hace es simplement­e único. Tiene aspecto de estrella de rock: pelo rubio, pantalón, hoodie y lentes wayfarer negros. Mientras espera a la traductora, cuenta en inglés que quedó encantando con la ciudad y la alegría de su gente, ya que se considera un tanto pesimista y muy metódico, algo que según él es “muy japonés”. Si bien ya estuvo en otros lugares de Sudamérica, ésta es la primera vez que viene a Buenos Aires. Viajó invitado al 13° Encuentro Sur Global, la plataforma de intercambi­o y pensamient­o de Bienalsur. Muy pronto volverá: en 2019 participar­á de la Bienal de Arte Contemporá­neo, donde presentará lo que creó en Las Salinas en Jujuy. ¿Cómo define su trabajo? Mi trabajo es buscar nuevas expresione­s con flores y plantas. Yo no hago los arreglos típicos: encontré una nueva variante. El arte con flores sólo te pone en contacto con ellas. En cambio, yo convoco al ámbito, al espacio, a que las flores participen de él. Es un nuevo tipo de acercamien­to. En Jardin des Fleurs, la florería que tiene en Tokio junto al fotógrafo Shunsuke Shiinoki, se realizan arreglos de alta costura con flores. ¿Cómo es eso? No es la típica florería. Por eso en el local no hay flores. Su aspecto es más similar al de un laboratori­o. Lo que hago allí es escuchar los deseos de mis clientes, su idea. A partir de ahí, busco las flores y empiezo a crear. Esa es la alta costura que realizo con mis bouquets, algo sumamente

personaliz­ado y único. Como creador, ¿lo inspira la moda, las tendencias? Por supuesto, soy muy receptivo y a la hora de crear todo me influye. Pero además de la moda, también me impacta la realidad. Por ejemplo, si hay un cambio de gobierno, en la gente se percibe cierta incertidum­bre. Entonces, para expresar esa sensación, elijo colores más fuertes. Las flores están vinculadas al sentimient­o de cada uno. Por eso todos los cambios se perciben de diferente manera. Ahora en la moda se ve muy reflejada la estética de los 80. ¿Cómo influye esa tendencia a la hora de crear? Ahora todo es de los ochenta. El tema kitsch está por todos lados. Yo lo aplico no siendo prolijo, o bien con construcci­ones más redondas. Creo que eso viene de esa época, antes no lo aplicaba. Adapto esa moda a mis flores. ¿Trabajar con “arte vivo” le genera cierta nostalgia? En nuestra cultura, lo efímero no es algo negativo. Intento incorporar esos pensamient­os a mis creaciones. En Europa la relación con las flores es más amigable. En Japón, la historia es más antigua: tenemos una relación más mítica vinculada con la espiritual­idad. Por eso, siempre tengo un respeto especial hacia la flor con la que trabajo; respeto la estacional­idad y utilizo sólo la cantidad necesaria para no desperdici­ar. ¿Qué es una flor para usted? En general compramos una flor y es una flor. Pero yo la veo como algo con vida, con su propio tiempo. Hay que tener otra mirada de las flores. Yo les hablo, les cambio el agua todos los días. Esos son cuidados muy importante­s. Me gusta dárselos porque las

respeto. La flor no es humana, pero está viva, envejece diez años por día, y eso es parte de su naturaleza. Por eso también me gusta visualizar sus diferentes ciclos, que si bien se dan en días, son iguales a los nuestros. Hay que darles amor a las flores, ésa es la única manera en la que ellas responderá­n. ¿ Cómo se le ocurrió enviarlas al espacio? El proyecto In Bloom tiene el objetivo de llevar flores a lugares infértiles. La flor no va a lograr vivir, pero sí va a generar diferentes expresione­s de ella misma. En el aire llegaron a una determinad­a altura, se congelaron y explotaron. En el mar, en cambio, la experienci­a fue muy distinta por el contraste de la luz y el movimiento que les daba el agua. Ahora, en Jujuy, voy a percibir cómo las Salinas van a influencia­r sobre mi creación. Además me gusta usar siempre flores locales, sin hacerles ningún tratamient­o ni nada especial, por más que las mande al espacio o al fondo del mar. Pensamos que las flores son débiles, pero estamos muy equivocado­s.

Makoto Azuma nació en Fukoka, pero persiguien­do su sueño de convertirs­e en músico de rock, se mudó a Tokio. Para subsistir mientras tanto, consiguió un trabajo en un mercado de flores. Así comenzó su pasión. “Cuando le conté a mis padres que había decidido dedicarme a las flores por el resto de mis días, pensaron que estaba loco”, confiesa.

Claro, ellos no imaginaron que Azuma iba a crear un nuevo camino y a través de él, iba a lograr trabajar con algunas de las marcas más importante­s de moda del mundo, como Hermès, Dior, Dries Van Noten, entre mu- chas otras.

Ahora, todos caen rendidos a sus pies ante la belleza que representa con sus obras. El florista logró trascender su rol, vio más allá y hoy hace arte. ¿Cómo es trabajar con las marcas más importante­s? Cuando elijo trabajar con alguien o con una firma, es porque nuestras mentes trabajan al unísono. Hacemos un trabajo en equipo, siempre un ida y vuelta. Si hago una colaboraci­ón, es porque me saben escuchar. No siempre funciona, pero es así. Para mí no hay diferencia­s entre trabajar con una marca o el pedido de cualquier cliente. Pero me gusta mucho formar parte de casas de moda con tanta historia y trayectori­a. ¿Cuáles son sus próximos desafíos? Me tiene muy inspirado una colaboraci­ón con Yohji Yamamoto que va a salir en junio. En otro género, me gustaría experiment­ar con la arquitectu­ra. Crear piezas para una casa con formas de flor. Me interesa generar ese vínculo con otras cosas. La verdad es que empecé a trabajar a los 21 años como florista, pero hace alrededor de 10 que comencé a crear alta costura con flores, lo que es relativame­nte poco. En cierto modo, yo soy un recién nacido, así que esperen que esto recién comienza.

LA FLOR NO ES HUMANA, PERO ESTA VIVA: ENVEJECE DIEZ AÑOS CADA DIA, Y ESO ES PARTE DE SU NATURALEZA.

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EXPERIMENT­OLOCAL. El florista regresa a la Argentina en el 2019 con trabajos realizados en Salta.
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GRANDES MARCAS Los locales de las marcas Fendi y Hermés han contado con el arte de Azuma y sus flores.
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LADY DIORLa tradiciona­l cartera francesa lleva el sello de este genial florista: el poroto germinado se vuelve fino.
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EXUBERANTE­AZUMA. En la vidriera y la pasarela del diseñador belga Dries Van Noten.

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