PALABRAS MAYORES
MEEERENDAAAR ES UN PLACEEER QUE NOS SUEEELE SUCEEDEEER... ¡ PERO LIMPITOS! 5 AÑOS Y MEDIO. BELGRANO, CABA
A la hora de la merienda, un grupo de alumnitos se subió arriba de la mesa. La “seño” indicó: –¡Por favor chicos, bájense! No se puede pisar la mesa en donde merendamos con las zapatillas que pisaron las veredas sucias. –¡Pero yo vine en auto! –acotó Francisco.
EL INMORTAL 7 AÑOS. LOS CARDALES
–¿Qué es la muerte? –indagó la maestra. –Un desmayo de toda la vida –respondió Bautista. En un librito para niños se veía un televisor y, delante de él, a la ratoncita Clara con un control remoto en la mano. La imagen iba acompañada de la pregunta: “¿Con qué cambia de canal Clara?”. –¡Con el terremoto! –afirmó Evangelina, entusiasmada.
ACOPLE 2 AÑOS Y MEDIO. AVELLANEDA, BUENOS AIRES
La salita tenía dos maestras. Cuando Vicky contaba que había hecho algo, los papás solían preguntarle: –¿Con Marce o Caro? Un día, la nenita dijo que había ido al baño. –¿Cuál de las seños te llevó? – O Caro.
CALENDARIO… ¡( D) E( S) COLAR! ( ¿ PREPARADOS PARA EL DESPEGUE? ¡ AJÚSTENSE LOS CUMPLEAÑOS!) 5 AÑOS. RAMOS MEJÍA
Como Theo había cumplido los 5 años durante las vacaciones, al comenzar el jardín, la madre llevó una torta de alfajores para que festejara con sus compañeros. Confundido, Theo cuestionó: –¿Ya es mi cumple de 6?
NIÑA PREVENIDA VALE POR 2... ¡Y POR 15! 6 AÑOS. CASEROS
–Mamá, deberíamos empezar a visitar salones para mi fiesta grande. –¡Pero todavía faltan 9 años, Zaira! –Mamá, ¡hay que prever las cosas con anticipación!
EL GRAN HERMANITO 3 AÑOS. MEDELLÍN
Empezó a sonar el teléfono. Andrés corrió hacia el aparato, atendió y, sin más, anunció, exultante: –¡Habla con el hermanito de mi hermanita!
YO TENGO TANTOS HERMANOS, QUE LOS PUEDO... LARIZAR ( LA FRATERNIDAD TAMBIÉN ES HOY UN VALOR… ¿ DE CAMBIO?) 4 AÑOS. PALERMO
– Quiero tener muchos hermanos, mamá. –¿Cuántos, Mateo? –Cincuenta y un mil ochocientos tres miles por ciento de dólares de hermanos.
CORAZÓN CONTENTO 9 AÑOS. VILLA DEL PARQUE
Ana, la esposa del papá, esperaba un bebé, y Agustín estaba contentísimo. Una noche, después de una cena copiosa, Ana le tocó la pancita y le consultó: –¿Estás llenito? – Sí –respondió Agus; y tocando la panza de la señora, replicó–: pero vos estás más llena que yo.