EL PELIGRO DE LA POLUCION AUDITIVA
Polución auditiva. Aunque no lo veamos, estamos expuestos a altos decibeles urbanos. Uno de los máximos peligros: los auriculares.
El ruido contamina. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tránsito de vehículos en las ciudades, con bocinazos, aceleraciones bruscas, escapes y alarmas incluidas, es una de las causas principales que afecta al sistema auditivo.
“Todo sonido por encima de los 90 decibeles (dB) puede generar daño a nivel del oído interno. La exposición crónica a sonidos por encima de los 90 dB puede reducir la capacidad de percibir estímulos, fundamentalmente a nivel de los tonos agudos. Con el tiempo, esto quizá se manifiesta con hipoacusia neurosensorial y acúfenos –ruidos o zumbidos que oye un individuo afectado–. Dicho daño es irreversible”, explica el doctor Miguel Arauz, del Instituto Otorrinolaringológico que lleva su nombre.
Y alerta sobre el extendido e incorrecto uso de los auriculares. “Si la presión de los mismos es inferior a los 75 dB –aclara–, no debería generarse un problema. En el consultorio suelen preguntar cómo se hace para medir los decibeles de los auriculares. Y decimos que si otra persona oye lo que está escuchando alguien con los aparatos puestos, entonces el volumen es demasiado alto y puede ser perjudicial para el usuario.”
Voceros de la OMS informaron, el 3 de marzo pasado ( justamente el Día Mundial de la Audición), que más de mil cien millones de jóvenes en el mundo pueden sufrir pérdidas de audición a causa de prácticas inseguras de escucha. La Hearing Health Foundation señala posibles trastornos que trae la conta- minación auditiva: pérdida de la calidad del sueño, alteraciones cardiovasculares, estrés, dolor de cabeza e irritabilidad.
Como adentro de restaurantes y bares el ruido ataca –música alta, voces elevadas y conversaciones realizadas con los celulares–, algunos negocios internacionales y locales piden a los clientes que no usen los teléfonos. De paso, los invitan a desenchufarse. Y, sobre todo, a no invadir la privacidad ajena.