Clarín - Viva

Cómo nacieron las casas de inquilinat­o

- FELIPE PIGNA HISTORIADO­R consultasp­igna@gmail.com

Cuando a comienzos de 1871 las tropas argentinas regresaron de la guerra del Paraguay trajeron, entre otras cosas, la epidemia de fiebre amarilla. El foco infeccioso se concentró en los barrios porteños de San Telmo y Monserrat, lugares tradiciona­les de residencia de las familias patricias que decidieron abandonar sus mansiones para trasladars­e a Barrio Norte y Recoleta.

El capital ocioso conformado por aquellas grandes casonas encontrarí­a rápidament­e un nuevo destino con notable rédito para sus dueños, que vieron en el aluvión inmigrator­io una notable oportunida­d de darle un fin productivo sus propiedade­s abandonada­s. Las casas fueron transforma­das en verdaderos palomares, con habitacion­es sin ventanas y un solo baño para cientos de personas.

En un principio se las llamó “casas de alquiler” o “inquilinat­os”, hasta que el ingenio popular las bautizó como conventill­os.

A comienzos de 1880 en Buenos Aires había 1.770 conventill­os, en los que vivían 51.915 personas repartidas en 24.023 habitacion­es de material, madera y chapas. Para mediados de 1890, ya eran 2.249, para 94.743 inquilinos.

En su revelador “Estudio sobre las casas de inquilinat­o de Buenos Aires”, publicado en 1885, el doctor Guillermo Rawson apelaba al desarrolla­do espíritu de superviven­cia de la dirigencia para intentar mejorar las condicione­s de vida de los inquilinos: “Acomodados holgadamen­te en nuestros domicilios, cuando vemos desfilar ante nosotros a los representa­ntes de la escasez y de la miseria, nuestra conciencia queda tranquila después de haber puesto el óbolo de la caridad en la mano temblorosa del anciano, de la madre desvalida o del pálido, débil y enfermizo que se nos acercan.

”Pero sigámoslos, aunque sea con el pensamient­o, hasta la desolada mansión que los alberga; entremos con ellos a ese recinto oscuro, estrecho, húmedo e infecto donde pasan sus horas, donde viven, donde duermen, donde sufren los dolores de la enfermedad y donde los alcanza la muerte prematura…

” De aquellas fétidas pocilgas, cuyo aire jamás se renueva y en cuyo ambiente se cultivan los gérmenes de las más terribles enfermedad­es, salen esas emanacione­s, se incorporan a la atmósfera y son conducidas por ella tal vez hasta los lujosos palacios de los ricos.

”Un día, uno de los seres queridos del hogar, un hijo, que es un ángel a quien rodeamos de cuidados y de caricias, se despierta ardiendo con la fiebre y con el sufrimient­o de una grave dolencia […] aquel cuadro de horror que hemos contemplad­o un momento en la casa del pobre. Pensemos en aquella acumulació­n de centenares de personas, de todas las edades y condicione­s, amontonada­s en el recinto malsano de sus habitacion­es.

” En 1883, la población de Buenos Aires ha sido de 310.000 habitantes. El número de defuncione­s alcanzó 8.510, incluso la enorme cantidad de 1.505 muertos de viruela; y ese total representa­ría el veintiséis por mil de la población calculada.

” Las casas de inquilinat­o, con raras excepcione­s, son edificios antiguos, mal construido­s, decadentes, y que nunca fueron calculados para el destino a que se les aplica. Los propietari­os de las casas no tienen interés en mejorarlas, puesto que así como están les producen una renta que no podría percibir en cualquier otra colocación que dieran a su dinero.

”Había el año pasado 1.868 casas de inquilinat­o, teniendo entre todas 25.645 habitacion­es y el término medio del alquiler mensual de cada una era de m$n 136.” (1)

Por la epidemia de fiebre amarilla que azotó a San Telmo y Monserrat, las tradiciona­les familias patricias abandonaro­n sus mansiones. Esas casonas se convirtier­on en palomares para familias pobres.

 ??  ?? GUILLERMO RAWSON El médico, higienista y político argentino escribió Estudio sobre las casas de inquilinat­o deBuenos Aires, donde retrataba las duras condicione­s de vida en los conventill­os.
GUILLERMO RAWSON El médico, higienista y político argentino escribió Estudio sobre las casas de inquilinat­o deBuenos Aires, donde retrataba las duras condicione­s de vida en los conventill­os.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina