UN POSTRE SIN EDAD

Arroz con leche. Blanca Cotta propone rescatar este plato clásico, y revela claves para y que salga bien: sin pegotearse.

BLANCA DE FERIA

Más de una vez, en la calle, en el cine o en el supermercado, me encuentro con gente que me reconoce y me brinda su afecto. Lejos de incomodarme, ese acercamiento me hace sentir sumamente feliz. Y confirma mi teoría de que la cocina es, al menos para mí, el mejor medio de comunicación.

Porque no se trata tan sólo de publicar recetas ( hay profesionales que se lucen mucho más que yo…) sino de acertar con el gusto y posibilidades de quien nos lee. Y, sobre todo, el deseo de compartir con el lector o lectora algo que, a nuestro juicio, merece ser compartido. O, a veces, burlarnos sanamente de algunas modas… O tomar de las modas lo que realmente nos conviene. Todo eso sin perder jamás de vista lo que significa para nosotros la “cocina familiar”: la alegría de compartir la mesa en paz y fijar recuerdos que le ganen una carrera al tiempo. No me cabe duda de que las viejas recetas heredadas, cuando las recreamos, obran como mágicos imanes que atrapan nuestros recuerdos más queridos.

¿ Quién no recuerda el flan de la abuela, los huevos quimbos, las natillas o los tocinitos del cielo? Suelo pensar que hay un hilo invisible que une nuestro corazón con el estómago ya que algunos platos nos hacen retroceder en el tiempo y recordar algunos momentos inolvidables.

Hoy elegí un clásico: arroz con leche. Tal vez usted lo sepa hacer de memoria, pero para mi bisnieta Manón será “la receta heredada” porque hasta ahora no logró hacerle a Emi ( su novio) este postre sin convertirlo en pegote o dulce de leche “arrozado”.