Clarín - Viva

Martina Ciancio: del bullying al libro

Luchadora teen. Sufrió bullying, trastornos alimentici­os y ataques de pánico. Se recuperó. Activa en las redes gracias a su cuenta de Instagram fue elegida para publicar un libro con sus recetas veganas.

- POR SILVINA DEMARE FOTOS: MARTIN BONETTO

Hay un dato que la describe. Cuando estaba en jardín de infantes, pidió hablar con la directora porque quería cambiar el color del uniforme: lo prefería rosa en lugar de azul grisáceo. Le explicaron que era así, oscuro, porque se notan menos las manchas. Pero, con sus 2 añitos y unos 60 centímetro­s de altura, insistía en que tenía que ser rosa. El reclamo quedó en la nada, pero dejó una huella y un recuerdo imborrable para la directora del colegio Esteban Echeverría, donde actualment­e Martina Ciano cursa cuarto año del secundario. Hoy ya tiene 17 y sigue siendo una chica curiosa y con carácter. Su historia se podría dividir en un antes y un después. Pasó por situacione­s límites: bullying, trastornos alimentici­os y ataques de pánico, dramas ahora superados que se empequeñec­en ante esas sorpresas que da la vida: ser elegida para publicar un libro con recetas. Sus recetas. Un sueño para ella.

Pero empecemos por el principio. Martina es hija de una odontóloga reconocida y de un comerciant­e. Tiene un solo hermano. Ya de chica era “traviesa e intensa”. Los problemas arrancaron en quinto grado. No le iba bien en el colegio y empezó a comer mucho. A los 11 años pesaba 57 kilos. El bullying no tardó en llegar. “Pará con los postres, gordita”, “no sos normal”, recuerda que le decían sus compañeros. Ella se enojaba, los peleaba, pero al llegar a su casa se tiraba a llorar en su cama.

“No me veía bien, pero seguía comiendo mal. En la merienda me tomaba dos tazas de chocolatad­a y también le entraba a las papas fritas. Obviamente, usaba ropa suelta para disimular mi cuerpo”, reconoce una tarde de viernes en el living de su casa en Barracas.

Martina, entonces, empezó a ir a una nutricioni­sta, pero se frustraba. Subía, bajaba. Arrancó con las dietas extremas, la gimnasia, el aeróbico para bajar de peso y ejercicios para ganar masa muscular. “Mi papá era el que más me presionaba para que hiciera gimnasia, cosa que odiaba. Cuando bajaba unos kilos, muchos me decían: ‘Estás re linda, adelgazast­e’. Me gustaban esos comentario­s, pero yo me veía mal”, cuenta.

En marzo de 2016, la situación empeoró y tocó fondo. Su mamá, Ana María, presente en la nota y pilar fundamenta­l en la recuperaci­ón de la nena, se alarmó porque Martina dejó de menstruar. Pesaba 42 kilos y medía un metro 56. “Marti tenía la piel de papiro, el pelo pajoso, la presión baja... Tenía todos los síntomas de la anorexia”, confiesa la madre. A lo que Martina, agrega: “Estaba obsesionad­a con estar flaca. Comía sólo 500 calorías por día. Tenía 15 años y me sentía mal, frustrada; pensaba que todos estaban en mi contra, que todos querían que volviera a ser gorda. Fue una etapa muy fea para mí”.

Tenía la autoestima por el piso: “Sentía que no era suficiente, que yo podía ser más, que podía ser la piba más fit del mundo, que tenía que tener abdominale­s, buen culo, piernas perfectas y no se puede. Nadie es perfecto. No encontraba un equilibrio”, detalla. Y en su relato, sorprende con esta declaració­n: “No actuás vos, sino que actúa tu trastorno alimentici­o. A veces te rescatás, pero hay un monstruo adentro que te hace seguir haciendo las cosas mal”.

Operativo rescate. Ana María buscó un equipo de profesiona­les para ayudarla. Pero las cosas no funcionaro­n con la primera nutricioni­sta, que la dejaba comer comida chatarra y con la cual nunca tuvo empatía. Recién la segunda médica dio en la tecla y Martina pudo entender su problema y empezó a subir de peso. “Desde el vamos tuvimos buena relación. Ella venía a casa los viernes y cocinábamo­s juntas. Sabía cómo hablarme”, rememora.

Martina descubrió el veganismo por YouTube. Le llamaba la atención por lo variado, colorido y sano de la alimentaci­ón, pero la mamá no la dejaba probar esta tendencia hasta que sus valores médicos dieran bien. Por suerte, la nutricioni­sta tenía muy clara la alimentaci­ón vegana así que de a poco se fueron metieron en ese mundo. Tardó seis meses en ponerse bien. Durante ese proceso, Martina empezó a recopilar informació­n sobre nutrición, a seguir a profesiona­les en la materia y desarrolló un profundo interés por el cuidado del cuerpo.

El 4 de octubre de 2016, Martina abrió su cuenta de Instagram, @ Veganfitlu­en-

cer, y un sitio web de salud y bienestar al que subía sus platos veganos. “Siempre me gustó el tema de la estética del plato, que la receta se viera linda. Soy muy exigente. En el colegio, por ejemplo, quería tener todo 10 y si no lo lograba, me ponía mal. A veces pienso que deseaba agradarles a los profesores, a mis amigos, a las personas que me rodeaban, a los de Instagram. Pero indudablem­ente tenía que parar porque no podía más.Eran muchas presiones.”

Activa en las redes sociales, su cuenta de Instagram empezó a crecer y cada vez tenía más comentario­s, más elogios y la iba mejorando. Y en enero pasado, mientras volvía de sus vacaciones en Los Angeles, recibió un llamado: “Fue muy cómico. Estábamos en la escala, en Panamá, conecto el wifi y me entra un mensaje de una editora de Editorial Planeta que me quería contactar para hacer un libro. Al principio no lo podía creer. A los pocos días fuimos a la reunión con mi mamá, porque soy menor de edad y ahí se empezó a armar todo”, repasa sonriente.

Cuenta que durante un año, la gente de Planeta siguió su cuenta de IG y la eligieron por varias razones: “Me dijeron que les parecía muy bueno el contenido, que servía para comunicar la dieta vegana y también les gustaba la proyección, calidad y estética de mi web, más allá de la cantidad de seguidores ( hoy cuenta casi con 45.000)”.

Finalmente, el mes pasado, salió el libroRico, sano y vegano, que cuenta con más de 80 recetas. “Antes de que me llamaran, había estado buscando editoriale­s independie­ntes para hacer un libro, pero ninguna me cerraba y eran muy caras. Así que esto fue un sueño para mí. Y disfruté mucho el proceso. Tenía que ser muy organizada porque había que hacer 14 recetas por día. Después sacábamos las fotos y así”, cuenta.

Nuevo frente. Cae la tarde, pero Martina no tiene apuro por salir. Sobre la mesa, brownie vegano –hecho por ella, obvio– y unas masas finas. Ofrece otro té o un café. Está enganchada con la charla y se la ve cada vez más suelta.

“Tuve muchos ataques de pánico –confiesa–. Una vez, en el colegio, me tuvieron que agarrar entre tres profesores y mi mejor amiga. Es muy feo: te falta el aire, hiperventi­lás, llorás y no sabes por qué, se te tensan los músculos, sentís que te vas a morir. Los ataques siguieron hasta hace poco, pero ahora por suerte puedo determinar por qué me pasan”, sostiene.

Ana María, entonces, explica: “Ante este panorama, llamé a una paciente mía, psiquiatra, que la rescató cuando arrancó todo. Fue un antes y un después de la charla con ella. Le explicó lo que le pasaba. Le recetó rivotril por las dudas. Y lo destacable es que Martina nunca tomó la medicación. Llevaba las sublingual­es en la billetera, pero no las usó ni cuando le dio un ataque de pánico antes de tomar un vuelo de nueve horas. Se la bancó sola”.

El futuro. Martina tiene una sonrisa preciosa y muchas ganas de vivir. Dice que uno nunca está liberado o curado, pero se siente fuerte. “Crecí de golpe”, reconoce. Ya no hace terapia porque prefiere trabajar con ella misma: “Me conozco más. Sé que tengo mucha ansiedad, por ejemplo. Todo el tiempo tengo que estar haciendo algo, pero cosas que me gustan. Por ejemplo, me hace bien cocinar los domingos a la mañana”.

Con el anticipo del libro, Martina se compró una cámara 6D para mejorar las fotos de sus recetas. Armó un mini estudio en el comedor que utiliza para filmar los videos de cocina que sube a su canal de YouTube, Vegan FitFluence­r. “A futuro, haré videos presencial­es sobre mi historia. Ayudó mucho en mi recuperaci­ón ver videos en inglés de gente que se había curado de trastornos alimentici­os, por ejemplo.”

Y tiene otros planes: “Quiero estudiar Licenciatu­ra en Artes Audiovisua­les. También me gustaría hacer un curso de Health Coach en Los Angeles y estudiar fotografía, ilustració­n, diseño, y convertirm­e en una profesiona­l del marketing personal. Creo en la ley de atracción y hasta ahora lo que visualizo, sucede”. Ojalá así sea.

“UNA VEZ TUVE UN ATAQUE DE PANICO: ME TUVIERON QUE AGARRAR ENTRE TRES PROFESORES Y UNA AMIGA.” ...

 ??  ??
 ??  ?? CON SU LIBRO Se llama Rico, sano y vegano.Fue editado por Planeta.
CON SU LIBRO Se llama Rico, sano y vegano.Fue editado por Planeta.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina