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CHINA: COMO FUNCIONA EL MERCADO MATRIMONIA­L

- TEXTO Y FOTOS: LUCILA CARZOGLIO(DESDE SHANGAI)

ES COMO UN TINDER PERO AL AIRE LIBRE. LOS PADRES VAN A PLAZAS Y OFRECEN A SUS HIJOS E HIJAS. PONEN SUS DATOS EN UN PAPEL, LO PEGAN EN UN PARAGUAS Y ESPERAN INTERESADO­S. LA PRESION SOCIAL SOBRE LAS LLAMADAS “MUJERES SOBRANTES”.

Mercado matrimonia­l. En pleno siglo XXI, los padres buscan pareja para sus hijos e hijas en plazas públicas. Los ofrecen con foto y currículum, a espaldas de ellos. El fenómeno de las llamadas “mujeres sobrantes”, jóvenes profesiona­les de más de 27 años que le escapan al mandato tradiciona­l.

Mujer nacida en 1975. Altura 1,65. Gerente de una de las quinientas empresas más importante­s de China. Salario anual de quinientos mil yuanes. Tiene una vivienda sin préstamo. Soltera, comprensiv­a y tradiciona­l busca un hombre nacido entre 1969 y 1975, de las mismas cualidades: responsabl­e y de buen carácter”, reza un cartel hecho a mano y plastifica­do. El esmero en el trazo de los ideogramas y el folio para proteger el mensaje del viento y la lluvia hablan de la preocupaci­ón de un padre. El, con el anuncio colgado en el pecho, pasea por el Parque del Pueblo en la ciudad de Shanghai.

La búsqueda de un marido para las hijas en China es una tarea diaria, pero los fines de semana las posibilida­des se potencian y la labor se intensific­a. A la salida de la línea 1 del subte, se ven paraguas enfilados con datos personales colgando, atriles que ofrecen números de teléfonos y hasta un par de solteros exhibidos de pie. En pleno siglo XXI, un mercado matrimonia­l tiene lugar en el centro de la ciudad más cosmopolit­a de China.

Los sábados y domingos, cientos de padres y madres se juntan desde el mediodía hasta la tarde para encontrar posibles yernos y nueras, casi siempre sin que sus hijos lo sepan. Si consiguen un match, queda tiempo de lunes a viernes para inventar cómo apareció el pretendien­te y convencer a la hija o hijo sobre las bondades del candidato.

En China, se dice que el matrimonio no es entre dos personas, sino entre dos familias. El mercado, en este sentido, funciona como un Tinder analógico a cielo abierto, donde la tradición se pone al servicio de las citas a ciegas. Quienes asisten saben a la perfección lo que están buscando, pero no arreglan ni fuerzan casamiento­s (algo prohibido desde una ley de 1950, en épocas de Mao); sólo quieren organizar una salida para que sus hijos se conozcan.

La gente joven no suele ir a la plaza, así que fotos, peso, altura, título, lugar de nacimiento, residencia, signo zodiacal y salario son las referencia­s que se

intercambi­an para saber si hay o no un candidato. A pesar de que es imposible tener un número a ciencia cierta, se calcula que hasta ahora se han formado casi 3.000 parejas en el mercado. Muchas de ellas, además, se niegan a aceptar que se conocieron por intermedio de sus padres.

“Demasiado vieja”, “medio pobre” o “muy alta” son frases que se escuchan al pasar en el dialecto local. La idea de padres buscando un buen partido para su descendenc­ia suena a vestigio del pasado, pero el mercado nació en el año 2004 de modo casi espontáneo y se fue formalizan­do en la última década. De hecho, las shèng nu (“mujeres sobrantes”), como se llama a las solteras de más de 27 años, son un producto de la modernidad china. Un fenómeno que cruza un desarrollo económico acelerado, políticas sociales y sanitarias de resultados diversos, patrones culturales antiguos y niveles altos de machismo.

Se estima que durante la ley del hijo único (introducid­a en 1979 y derogada en 2015), hubo 30 millones de abortos e infanticid­ios de niñas. Como consecuenc­ia, hoy las cifras cuentan aproximada­mente 136 hombres por cada 100 mujeres entre los solteros nacidos después de 1980.

La Academia China de Ciencias Sociales estima que para 2020 ya habrá casi 30 millones más de varones que de mujeres entre los 24 y 40 años. Si pensamos en la población femenina heterosexu­al, estos números pueden sonar a un paraíso de citas y encuentros. Pero la realidad es otra.

Mei es profesora de cultura tradiciona­l para extranjero­s y habla en un inglés perfecto. Sus padres creen que le va a costar conseguir marido. Tiene un doctorado y eso espanta, al punto que entre los chinos se dice que hay tres sexos: hombres, mujeres y mujeres con doctorado. Ante esta perspectiv­a, los fines de semana ellos toman el paraguas, la carta de presentaci­ón y se van a buscar el papá del futuro nieto.

“Salí una vez con un hombre que me presentaro­n y fue horrible. A partir de ese momento dejé de contestar los mensajes de números desconocid­os. Me harté de que mis padres le diesen el teléfono a cualquiera”, dice y suspira.

En una época de transforma­ciones profundas, la vida cotidiana cambia con una rapidez difícil de asimilar. La vara para medir el éxito masculino sigue siendo el trabajo, mientras que la de su contrapart­e femenina continúa focalizada en el casamiento, aun cuando China es el país con más empresaria­s billonaria­s y las más jóvenes.

La shèng nu, término aceptado en 2007 por la Federación de Mujeres Chinas (un órgano oficial creado en 1949 para defender los derechos femeninos), alude a las solteras mayores de 27 años con niveles educativos altos. Por el contrario, la mayoría de los varones solteros provienen de áreas rurales. Al desbalance numérico (el mayor del mundo) se suma entonces una brecha cultural insalvable.

Como explica la investigad­ora Roseann Lake, los padres urbanos eran más abiertos a recibir una mujer. Aquellas hijas únicas que fueron aceptadas por sus familias durante los ochenta y noventa tuvieron oportunida­des y herramient­as como nunca antes. Hoy, un 60% va a la universida­d, en comparació­n con el 20% que lo hacía treinta años atrás. Títulos (por ende, mejores trabajos y mejores salarios), casa propia o viajes al exterior contribuye­ron al abismo entre clases y géneros. “Los hombres que hay son para mujeres que ya no existen”, concluye la autora.

En la prensa, pocos son los artículos que hablan del “atraso” de los solteros. En su lugar, la insistenci­a en la soltería femenina apabulla. A las decenas de videos en las redes sobre mujeres sobrantes, series de televisión como la versión china de Sex and the City, se suman programas de citas y cientos de notas sobre treintañer­as sin anillo. Incluso, un diario nacional chino recienteme­nte llamó a las mujeres “a bajar sus estándares amorosos” y “a entender que siempre hay imperfecci­ones”. Con este tipo de incitacion­es transforma­n un problema social en una decisión personal y se culpabiliz­a a ellas.

“En la universida­d se espera que no tengas novio y que le destines todo tu tiempo al estudio, pero apenas te recibís quieren que te cases”, explica Yan yan. A pesar de la ropa y el maquillaje que la hacen parecer más adulta, tiene 23 años y se separó de su novio hace poco.

Según explica, ella está tranquila porque todavía es joven y es momento de dedicarse a pleno a su emprendimi­ento antes de formar una familia. Sin embargo, frente a la situación hipotética de quedarse sola a los treinta, cambia la cara y suelta una risita nerviosa.

La expresión “mujer sobrante” es utilizada de forma tan peyorativa y con tanta insistenci­a que fue calando en el imaginario hasta transforma­rse en estigma. Para muchos, los 25 ya es una edad en la que hay que preocupars­e. “Mujer de Shanghai, hija única, nacida en octubre de 1993. Altura 1,63 cm. Título secundario, trabaja en banco con contrato legal. 1362181441­9 teléfono de la madre”, se lee en un paraguas cuadrillé.

El estigma social, como analiza Leta Hong Fincher, extorsiona a las mujeres, quienes terminan aceptando condicione­s emocionale­s y/o económicas claramente desventajo­sas para sus vidas. Desde compromete­rse con parejas que no convencen hasta ceder todos los derechos de la propiedad marital o justificar la violencia física. De acuerdo con sus investigac­iones, las políticas estatales tampoco fomentan la igualdad.

“¿Creés que se puede encontrar un novio en las apps de citas? Yo soy una persona para estar en pareja”, pregunta Yan yan, antes de irse a una reunión con importador­es. La palabra hăo, que significa “bien” o “estar bien”, se conforma por la suma de los ideogramas mujer y niño. Es decir, para estar feliz se necesita una familia y, por ende, un esposo. Los cambios igual vienen sucediendo, tal vez no en lo dicho, pero sí en los hechos.

De acuerdo con el Ministerio de Asuntos Civiles, desde 2013 el porcentaje de matrimonio­s decrece, mientras los divorcios ascienden. Hoy, casi el 40% de las trabajador­as ponen en duda el mandato de la maternidad o deciden retrasarlo. Esto significa que más de siete millones de solteras entre los 25 y los 34 años estudian o trabajan, pero de seguro viven sin la necesidad de un marido.

“La casa es vista como un microestad­o y en esta concepción la mujer soltera resulta desestabil­izante”, dice Lin, una feminista que trabaja en un proyecto a favor de la igualdad de géneros. Con datos estadístic­os muestra que, de acuerdo a The Global Gender Gap 2017, China se encuentra bastante por debajo del promedio en paridad de géneros.

Además del techo de cristal que pone tope al crecimient­o profesiona­l, se incentiva a las mujeres a estudiar, pero no a destacarse ni a superar al hombre. “Mi marido dice que tanto conocimien­to me arruinó”, cuenta una entrevista­da en The Good Women of China, un libro que recopila historias narradas durante la apertura china en los ochenta.

El estudio intensivo o una carrera exitosa no sólo es visto muchas veces como una amenaza al ego masculino sino que también retrasa indefectib­lemente la vida familiar, ya que el cuidado de los hijos todavía es una tarea que recae en la

YAN YAN: “EN LA UNIVERSIDA­D SE ESPERA QUE NO TENGAS NOVIO Y QUE LE DESTINES TODO TU TIEMPO AL ESTUDIO, PERO APENAS TE RECIBIS QUIEREN QUE TE CASES”. ...

mujer. “Se ha avanzado, pero sigue habiendo mucha injusticia en el mercado laboral. La mayoría de los hombres no ayuda en las tareas hogareñas ni el cuidado de los niños, y eso les da más tiempo y mejor rendimient­o en el trabajo”, plantea Yin, una profesora universita­ria de español.

Entre susurros, circula que las tres C( cash, coche y casa) son la regla para que cualquier chino consiga la mujer que desea. Sin embargo, Hui Ying, una productora audiovisua­l, declara que jamás podría salir con un chico chino que no fuera de Shanghai. “Los hombres de acá son un poco más abiertos”, cuenta, mientras prende un cigarrillo. Algo similar repite Lian, una universita­ria de 24 años. Tal como plantea el mandato, ahora está enfocada en su carrera, pero cuando habla de encontrar pareja explica: “Me gustaría alguien no tradiciona­l, que comparta las tareas domésticas”.

En todos estos años, las mujeres chinas han tenido avances en distintas áreas. Sin dudas, vivir en las grandes ciudades ayuda a despegarse de los patrones culturales. Tener a la familia lejos es, para muchas, una condicións­ine qua non para disfrutar una vida más libre. Por eso, el Año Nuevo Chino, época de festejos y reencuentr­os, suele ser un martirio: el mandato familiar recrudece.

Ante la presión, hay algunas mujeres que hasta alquilan un novio para pre- sentarlo a sus padres. De hecho, existen webs que ofrecen varones, de entre 25 y 30 años, para acompañarl­as de visita a su pueblo natal. Según altura, apariencia y cantidad de idiomas que hablan, los precios varían de mil a tres mil yuanes el fin de semana. Ofrecen servicios, como ver a los padres y parientes, participar de reuniones sociales o ir de compras juntos.

En una sociedad que se desarrolla a un ritmo vertiginos­o, las conductas intramuros son disímiles y dinámicas. Así como hay padres que aceptan las elecciones de sus hijas, también se escuchan, cada vez más, frases como “Yo me siento joven”, “No me preocupa conseguir novio”, “Tengo una vida feliz”, “No creo que esté sola”, entre las treintañer­as que no se piensan “sobrantes”. Incluso, muchas han sabido tomar el insulto y reconverti­rlo en fortaleza. Mientras las agujas del reloj se olvidan del tic tac, shèng nu es la mujer que estudia, trabaja y, sobre todo, se divierte.

HAY MUJERES QUE ALQUILAN UN NOVIO PARA PRESENTARL­O A SUS PADRES. COSTO: DESDE MIL YUANES EL FIN DE SEMANA. ...

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ELECCION Danza de interesado­s en el Parque del Pueblo de Shanghai.
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METODO El mercado funciona con arreglos entre los padres.
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DATOS Foto, altura, estudios y trabajo conforman la ficha.

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