Clarín - Viva

EL MISTERIOSO ENCANTO DEL TEMPLO ESCONDIDO

Rareza. Es una iglesia neogótica de Barracas, sin fachada ni salida la calle ni uso religioso. Esplendor y misterio.

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ESTA EN BARRACAS, A 500 METROS DE LA CANCHA DE BOCA. ES INVISIBLE DESDE LA CALLE Y NO TIENE USO RELIGIOSO. ARRASTRA UNA HISTORIA DE ESCANDALO Y MUERTE QUE SE REMONTA AL 1900.

Los porteños solemos alardear de los sitios que nos deslumbran en Europa: nos da más placer contar que visitar ( antes, claro, de cada mazazo devaluator­io). Pero, en Buenos Aires, somos indiferent­es a lugares asombrosos que ni siquiera nos obligan a fugar divisas. En el caso del Templo Escondido, una joya oculta en el corazón de Barracas, hay que admitir que no alcanza con el entusiasmo turístico autóctono. Casi nadie lo conoce y es un misterio hasta para los vecinos del barrio: no tiene fachada ni salida hacia la calle, ni demasiada difusión. Está en el primer piso de un edificio donde funciona un colegio, el Santa Felicitas. Y acumula extravagan­cias: jamás fue consagrado para uso religioso; el párroco que dirigió su construcci­ón se ahorcó en el lugar. La lista continúa.

Tras haber entrado por Pinzón 1480, caminamos por el pasillo de la escuela, subimos por una escalera y esperamos a que la arquitecta Ellen Hendi, del Grupo Independie­nte de Promoción del Patrimonio Histórico (GIPPHi, buena sigla), nos abra una puerta de madera. Entramos: el ligero siglo XXI cobra, de pronto, un peso medieval, y no es que nos hayamos vuelto líricos. Parados en la nave principal, de 35,80 por 15,50 metros, sobre mosaicos graníticos ingleses, originales, miramos boquiabier­tos los arcos ojivales, los vitrales, las columnas, las molduras y el ábside, donde debería estar el altar que nunca fue. Nos sentimos en El nombre de la rosa, aunque estemos a 200 metros de la avenida Montes de Oca y a 500 de la Bombonera.

¿Ciudad gótica? Hendi nos desasna: “El estilo de este templo no es gótico sino neogótico; fijate, por ejemplo, que los capiteles tienen poca ornamentac­ión. Es una reproducci­ón a menor escala de la Iglesia de Lourdes, en Francia. Tiene 27 vitrales y un gran rosetón que fueron realizados en el taller de Gustave Pierre D’Agrant, en Burdeos, donde también se fabricaron los de la Basílica de Luján. Algunos tienen inscripto el nombre de D’Agrant y el año 1901, el de la inauguraci­ón del templo. Hay vitrales que dan al oeste y que no están desteñidos: hoy son una rareza, sobre todo porque los

TRAS UNA ESTAFA CON LOS FONDOS PARA LA CONSTRUCCI­ON, FUE A REMATE. EL CURA A CARGO SE SUICIDO. ...

fabricaban con algunos materiales contaminan­tes, como arsénico”.

El Templo Escondido forma parte del Complejo Histórico Santa Felicitas, junto con la Quinta de Alzaga ( hoy Plaza Colombia), el Antiguo Oratorio de los Alzaga (donde había un camposanto; ahora es una sacristía), el Museo de los Túneles (a principios del siglo XX funcionaba un enorme comedor obrero) y la Iglesia Santa Felicitas (en Isabel La Católica 520), encargada por la familia Guerrero al arquitecto Ernesto Bunge en memoria de Felicitas Guerrero, viuda de Martín de Alzaga, asesinada a comienzos de 1872 y centro de leyendas urbanas; entre ellas, la del merodeo de su fantasma por la zona cada 30 de ene- ro, aniversari­o de su muerte.

La Iglesia fue inaugurada en 1876. En 1893, los Guerrero impulsaron además la construcci­ón de un instituto para varones –con becas para niños humildes–, de una gruta a la Virgen de Lourdes y del Templo. “La familia de Felicitas era devota de la Virgen de Lourdes –explica Hendi–. Y, a fines del siglo XIX, muchas congregaci­ones religiosas migraban desde Francia hacia Buenos Aires: entre ellos, lourdistas, a los que los Guerrero les donaron las tierras lindantes con la iglesia. Los lourdistas que construyer­on el Templo Escondido habían venido a hacer la coronación de la Virgen de Catamarca. El templo iba a ser una capilla interna para ellos. Lo levantaron entre

1893 y 1901, con dinero de los Guerrero y un préstamo del Banco Hipotecari­o.”

Una inscripció­n sobre la arquería, bajo el coro, proclama: “Le ciel en est le prix” (El cielo es el premio), título de un cántico religioso de Santa Teresa de Lisieux. En el coro, en la planta alta, se lee: “Capillita de San Alejo”. “Es una aparente referencia al padre Alejo Rousseaud, presbítero francés que dirigió la construcci­ón del templo”, arriesga Hendi. Y agrega: “En vez de ir pagando las cuotas del préstamo, un empleado de los curas se guardaba el dinero. Hasta que saltó una deuda gigante, se descubrió la estafa y el Hipotecari­o remató todo. Rousseaud terminó suicidándo­se en una buhardilla acá arriba; ellos les llamaban celdas, eran las habitacion­es donde dormían”. A través de una escalera espiralada, angosta, subimos hasta la terraza. Nos metemos en un cuarto polvorient­o con vigas en el techo. Allí se habría colgado Rousseaud.

El GIPPHi, asociación sin fines de lucro que desde 2001 preserva y pone en valor este complejo histórico (que pertenece a la Sociedad San Vicente de Paul), intentó averiguar en organismos religiosos dónde está enterrado el párroco. Pero no la tuvo fácil. “Todavía sigue siendo conflictiv­o hablar del suicidio de un cura”, dice Hendi. Con los años, el Templo fue usado para distintas actividade­s: presentaci­ones de coros (su acústica es muy buena), óperas (en septiembre se hizo Suor Angélica, de Puccini, a la luz de las velas), sesiones fotográfic­as, desfiles de modelos, exposicion­es (como la de la película Felicitas, de Teresa Costantini). En tiempo más remotos fue salón de actos del colegio, sala de cine para chicos del barrio, lugar de kermesse para recaudar fondos.

Hoy resiste su destino sudamerica­no: el deterioro de los techos y cierta inquietud sobre su condición estructura­l hacen que esté casi en desuso. El GIPPHi lucha como puede, a pulmón, a lo argentino. El último fin de semana de cada mes organiza visitas, salvo en diciembre. Pero el mes que viene hará dos, el 8 y el 9. Si van, después podrán contarlas, sin cruzar el Atlántico.

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POR MIGUEL FRIAS FOTOS: ARIEL GRINBERG
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SIN ALTAR El Templo Escondido es réplica, a menor escala, de la Iglesia de Lourdes, Francia.
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1. VITRALES ORIGINALES Son 27. Fueron realizados en Francia en el taller de Gustave Pierre D’ Agrant.2. FACHADA DEL EDIFICIOLa entrada del colegio, sin rastros del templo, que está en el primer piso.
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