Clarín - Viva

MARIANO COHN Y SU LARGA LUCHA POR JUSTICIA

Un director de cine que busca justicia. Hace tres años, mientras filmaba El ciudadano ilustre, su hermano Alejandro murió en confusas circunstan­cias en un hospital de San Isidro. El apunta contra los médicos y activó una causa penal.

- CON JOSE EDUARDO ABADI

EL DIRECTOR DE CINE CREE QUE LA MUERTE DE SU HERMANO ALEJANDRO, OCURRIDA HACE TRES AÑOS EN UN HOSPITAL, ES UN CASO DE ABANDONO DE PERSONA. POR ESO, IMPULSA UNA CAUSA PENAL.

Si alguien te preguntara a qué te dedicás, ¿ qué responderí­as? Soy una suerte de observador y me gusta traducir las observacio­nes en algún producto audiovisua­l: cine, televisión o videoarte. ¿Cómo empezó este camino? Gastón Duprat y yo somos como una dupla, juntos dirigimos El ciudadano ilustre, por ejemplo, que es la última y la más conocida. Aunque también trabajamos por separado, somos unos outsiders: siempre vamos por la tangente buscando grietas, planteando alguna disrupción en los géneros conocidos. Empecé con el primer contacto que tuve con una cámara VHS que me había comprado mi papá cuando yo tenía 11 años. Y después empezaste a hacer cine. Sí. La primera película fue Yo presidente, un documental en el que había retratos para mostrar el lado humano de los presidente­s argentinos desde el ‘83 hasta Néstor Kirchner, que era quien estaba en ese momento. ¿Tu padre a qué se dedicaba? Quizás compró el VHS para grabar los viajes que hacían en familia y no sabía que le estaba dando la herramient­a a su hijo para que observara al mundo. Tanto mi papá como mi mamá son abogados. Ambos de clase media y que crecieron en Villa Ballester. Tienen la cultura del trabajo y del esfuerzo… Y les salió un hijo así ( ríe). En un principio fue un poco fuerte para ellos, pero yo tenía en claro que quería dedicarme a otra cosa. Hubo un momento de choque porque querían que siguiera con el mandato familiar, pero después lo asimilaron. ¿Fuiste a la universida­d? No, por eso te decía que no somos cinéfilos. Soy un outsider, no tengo el carnet de director de cine. Pero tengo muchas horas de vuelo filmando con la cámara. ¿Y el secundario dónde lo hiciste? En un colegio alemán de Villa Ballester, Holters. Quedaba al lado de casa. Padecí la educación alemana, que es una lengua muerta para mí a esta altura. Era un colegio que tenía buena formación artística, eso sí rescato. ¿Y cómo te hiciste amigo de Gastón? Porque los dos hacíamos videoarte y lo conocí en un concurso en el que él era

“Soy un outsider. No tengo el carnet de director de cine. Pero sí muchas horas de vuelo filmando.” ...

jurado y yo, participan­te. Gastón, que es un poco más grande de edad que yo, me premió y ahí surgió una amistad: pensamos proyectos en conjunto, dirigimos unos videos llamados Encicloped­ia, hicimos Televisión Abierta y el programa Cupido. Después hicimos Ciudad Abierta en el Canal de la Ciudad. ¿Se llevan bien? Somos muy amigos. Al ser dos podemos tener una mirada más amplia: en igualdad de condicione­s, no gana una mirada por sobre la otra sino que queda la mejor idea. Eso ayuda a que resista el análisis y el paso del tiempo. También es un ejercicio de tolerancia. ¿Lo trabajan con un coach? No. Tenemos nuestros colaborado­res o “amortiguad­ores”: Andrés Duprat, por ejemplo, que escribe la mayoría de nuestras películas y es el hermano de Gastón. También está Fernando, que es productor. En general, nuestra obra está muy discutida, en el buen sentido. Así y todo hicimos películas en solitario: El ciudadano ilustre fue dirigida por los dos. La que Gastón dirigió y yo produje fue Mi obra maestra, con Luis Brandoni y Guillermo Francella. ¿Y una tuya que hayas dirigido solo? 4x4, que se estrena en abril. Dirigí yo y produjo Gastón. Es un tema bastante polémico y un género distinto para nosotros, un thriller. Habla de un caso de justicia por mano propia. Propone un debate al público sobre el tema. Es el caso de un obstetra que estaba harto de los robos y que al robo número 26 decide comprar una camioneta 4x4. La polariza, la hace blindada y le pone un sistema de alarma para manejarla desde su teléfono celular. Entonces, la deja estacionad­a en un barrio periférico hasta que entra el primer ladrón a robarla. Cuando éste entra, se da cuenta de que queda encerrado en la camioneta durante cinco días. El médico se comunica con el hombre que está en la camioneta mediante el teléfono manos libres que hay en el auto… Lo demuele, física y mentalment­e. ¿Cómo se te ocurrió la idea? Está inspirada en un caso real que sucedió en Córdoba. ¿Sos casado? Casado no, pero vivo en pareja con Margarita García Robayo. Ella es escritora. Juntos tenemos dos niños: Julieta, de un año, y Vicente, de 4. Estamos juntos desde hace cinco años y medio. ¿Trabaja con vos? Trabaja y hace algunas colaboraci­ones, sobre todo hace críticas. Es muy importante tener una lectura ajena del guión y eso lo puede hacer alguien que te conoce, de quien valorás la opinión, o un productor. En este caso, ella siempre participa en las lecturas de guión. ¿Tenés algún director como referente? Sí, no sé qué puede salir del cóctel que te voy a contar porque la inspiració­n para mí viene también de la música que escucho. De la producción local valoro mucho el cine de Alejandro Doria, que quizás está olvidado por los más jóvenes. Charly García me parece un referente y tiene mucho que ver con el tipo de cine que hago. Me gusta el cine que se empezó a filmar en los ‘70, y me interesan los directores con una mirada de autor, como Spielberg, Tarantino, Nanni Moretti o George Lucas. Creo que es un cine con mensaje, con crítica, y que obliga a que el espectador tome posición. También Alberto Laiseca es un referente como escritor, con quien pude trabajar. ¿Hay algún actor que te haya cauti-

vado especialme­nte? Con los que yo filmé, generalmen­te fueron muy elegidos y arman combinacio­nes explosivas. En El hombre de al lado está la dupla de Rafael Spregelbur­d y Daniel Aráoz, que son como el yin y el yang en la vida real. En El ciudadano ilustre están Oscar Martínez y Dady Brieva. En Querida, voy a buscar cigarrillo­s y vuelvo estuvieron Emilio Disi y Eusebio Poncela. Dady Brieva, Luis Brandoni y Peter Lanzani van a estar en 4x4. De aquellos con los que me relacioné en la Argentina, me encanta el laburo de Brandoni y Francella. De afuera tengo una película que me encanta y es Cabo de miedo, con Robert de Niro. Hay veces en que uno estigmatiz­a lo popular o lo televisivo, pero hay grandes actores que no tuvieron la posibilida­d de estar en una película y que tampoco son ortodoxos, pero son grandiosos. ¿Y tenés preferenci­a por algún artista plástico? En todas las películas trabajo y aparecen obras de los artistas de la escena local que admiro. León Ferrari, por ejemplo, está presente en El hombre de al lado y en El artista. También estuvieron presentes en mis creaciones Carlos Herrera, Tulio de Sagastizáb­al y Eduardo Stupía. ¿Soñaste con ser el realizador prestigios­o que sos hoy? No sé, siempre me sentí incómodo en cualquier ámbito, en cualquier rubro. Desde esa incomodida­d está la necesidad de combatir y de inventar. También desde un lugar que me queda cómodo: no podría impostar cómo es la vida dentro de una cárcel, pero sí puedo hablar de ciertas observacio­nes o lugares comunes de la clase media que están, pero que no se dicen. Me gusta provocar y crear. Por eso El hombre de al lado tiene que ver con la sofisticac­ión, en donde hay un hombre que vive en una casa de diseño y su vecino, en otra que nada que ver y tiene mucho más calle que él. En El ciudadano ilustre se muestra el mundo de la literatura, que lo tengo muy presente en mi casa gracias a mi mujer… Son ámbitos que quedan cómodos para contar y en los que puedo tomar una posición. Te cambio de tema. Sé que estás peleando desde hace mucho tiempo por la huella de un dolor profundo, como fue la pérdida de tu hermano Alejandro. Una pérdida que vos definís como una muerte por una ineptitud de los médicos. ¿Sentís que le arrancaron la vida? Sí, sucedió hace tres años… Un 27 de julio. Alejandro era diabético, insulinode­pendiente, y tuvo una baja de azúcar en la calle, como le pasa a muchos de los diabéticos. Una madre con una hija lo encontraro­n en el lugar y lo llevaron al Hospital Central de San Isidro Dr. Melchor Posse. Esto se tendría que haber solucionad­o con un sobre de azúcar, hidratando al paciente o le tenían que dar suero. Pero esto no sucedió: los del hospital lo abandonaro­n y no lo atendieron. Estuvo dos horas sin contacto con ninguno de los familiares que estábamos ahí. ¿Vos estabas ahí? Claro. El llegó al hospital, contestó las quince preguntas que le hicieron y avisó que era diabético. La chica que lo acompañó, llamó a mi mamá y ahí fuimos. Enseguida fueron mis padres para allá y en el transcurso de una hora nunca lo habían atendido: Ale estaba en una camilla esperando. Mis padres volvieron a avisar que él era diabético y pidieron que lo asistieran, entonces mi hermano es llevado a un box de adentro, como para que mis papás no molestaran. Hubo cuatro horas de silencio en donde no supi-

mos más nada de él; cuando por fin nos encontramo­s con mi hermano, lo encontramo­s inconscien­te y con una traqueotom­ía hecha al aire. Preguntamo­s al médico para que nos dijera el parte. “No sabemos lo que es, tu hermano está luchando por su vida. Puede ser meningitis; hay que ver, estamos haciendo los estudios”, nos dijo. Mi hermano estaba postrado en terapia intensiva y encima los informes eran confusos porque no mostraban nada puntual. En ese entonces viene un amigo médico a verlo, aunque no querían dejarlo pasar. Cuando finalmente logró entrar, dos días después de su internació­n, nos dijo que había algo que no cerraba: la historia clínica era rara, la traqueotom­ía estaba mal hecha y no podía ser que mi hermano hubiera entrado por una baja de azúcar y que en ese momento estuviera inconscien­te. Claramente no estaba recibiendo el cuidado que necesitaba y tampoco le habían hecho las transfusio­nes de sangre necesarias para la sangre que los médicos decían que había perdido. “Hay que trasladarl­o”, nos recomendó. Logramos llevarlo al Hospital Italiano. Lo acompañé yo en una ambulancia y cuando ingresamos, nos preguntaro­n si sabíamos que mi hermano tenía muerte cerebral. Y ustedes ni enterados de eso. ¡ No! Había estado dos días enteros hablándole en la sala del otro hospital con la expectativ­a de que se recuperara. “Esto no es todo: tuvimos que hacer una denuncia penal por el estado en el que ingresó Alejandro al hospital porque tiene lesiones muy graves. Tiene la clavícula partida, médula quebrada y golpes en la cabeza”, nos dijo el médico del Italiano sobre lo que le habían hecho en el Hospital de San Isidro. Nos enteramos de todo lo que padeció ahí y hay una denuncia penal hecha por médicos contra los otros médicos. A partir de entonces tuve que reconstrui­r lo que le pasó y es lo que estoy haciendo desde hace tres años. Yo no estoy llevando adelante ninguna causa civil porque no quiero dinero de un Estado pobre, sino que hice un juicio penal porque lo único que quiero es justicia para que lo que le sucedió a mi hermano no se repita. ¿Vos agregaste tu denuncia a la de los médicos? Claro, somos querellant­es. Desde hace tres años que me dedico a investigar con un equipo de peritos, con mi abogado y con la fiscal para ver qué sucedió ese día en el que mi hermano entró a la guardia sano y, cuatro horas después, salió en un estado calamitoso. Lo dejaron como en un reservorio para esperar a que se muriera y mientras a nosotros no nos decían qué era lo que pasaba. Lo que sucedió te lo puedo contar ahora porque se hizo una autopsia y hubo un dictamen del cuerpo médico forense de la Corte Suprema. Lo que pasó fue que a mi hermano no lo atendieron: no le pusieron suero ni lo hidrataron, sino que lo dejaron abandonado en un box. Una enfermera se dio cuenta de que a mi hermano le estaba pasando algo cuando hizo un paro. Lo metieron en el shock room después de varios minutos, minutos que superaban el tiempo tolerable que alguien puede estar con un paro cardiorres­piratorio, entonces entró mi hermano sin nada para hacer. Hay dos hipótesis posibles: la primera es esta que te conté. La otra, que es la que creo yo, es que a mi hermano no lo atendieron, entró al shock room muerto y después lo quiebran y fracturan en varios pedazos para decir que fue un accidente automovilí­stico. El jefe del cuerpo médico forense declaró en el juicio que nunca, en sus 25 años de trabajo, vio algo tan salvaje y tan fuera de norma en la atención médica en un hospital. ¿El juicio lleva tres años? Sí, ahora se llamó a indagatori­a. Durante estos tres años tuve que luchar contra muchas cosas, como que los peritos de San Isidro quisieran cajonear la causa. El municipio, a través de su secretario de salud y de la directora del hospital, decía que mi hermano había muerto quince días después en otro hospital… ¡Y a mi hermano lo desconecta­ron el 29 a la tarde! Cuando eso no corrió más, dijeron que mi hermano había tenido un accidente de tránsito, cosa que está totalmente descartado porque teníamos testigos y porque mi hermano no entró politrauma­tizado. Después de esto, se robaron del hospital el libro de guardia de shock room y las hojas de la enfermera que encontró a mi hermano cuando había tenido el paro. Esta es la situación con un gobierno municipal que intenta callarme la boca cada vez que hablo en algún medio o que intenta tapar lo que pasó. También llaman a los periodista­s para presionar para que las notas no salgan, y esto lo sé porque me lo contaron. Ahora el intendente Posse hizo un sumario y trasladó a los médicos que están imputados por homicidio y los reubicó en otros hospitales. ¿Sabés qué hizo? Propagar el mal, porque estos médicos siguen atendiendo hasta el día de hoy. Están todos imputados por homicidio y el segundo avance va a ser la imputación por encubrimie­nto de los directores del hospital y de Posse. Es muy pesado y los tiempos judiciales no corren en los tiempos que uno necesitarí­a. Esta necesidad de no decaer en la investigac­ión debe haber sido muy difícil para vos. Sí y hay dos frentes: el judicial, en donde uno tiene que empaparse todos los días para descubrir y atravesar las atroci-

“A mi hermano no lo atendieron en el hospital: no le dieron suero. Lo abandonaro­n.” ...

dades que mi hermano tuvo que vivir, y también está la batalla que tiene que ver con el tema político para que el municipio actúe. Y hay un tercer plano, que es cómo incorporar esto a tu vida cotidiana. Sí y pasé por la instancia en donde me paseaba en mi casa como un zombie y mis hijos me gritaban: “¡Papá!”. Obvio que soy el frontman y peleo porque quiero que esto se aclare, pero no estoy solo. Tengo el apoyo de mi mujer, de Gastón, de los amigos de mi hermano. Y de tus padres… Sí, ellos apoyan, pero están como en estado de shock y de angustia. Pero, ¿están trabajando esto desde un punto de vista psicológic­o? Mis padres sí y yo, no, porque estoy en este plano que te cuento. Los lugares por los que tuve que pasar son terribles. Cuidate en esto. Buscá un apoyo que te dé contención. Lo tomo, soy consciente de eso. Quiero que haya una condena social para los que dejaron morir a mi hermano, al menos hasta que haya una condena judicial. Quiero mostrar lo que sucedió y dejar en claro que es un quemo sacarse una foto con Posse. Es un quemo que Posse abrace a otro político que está en campaña. Es un quemo ir a las fiestas de fin de año que hace Posse en el hospital de San Isidro. Hay que desenmasca­rar a estas personas para que sepan lo que pasó ahí. A las autoridade­s les tiene que interesar que esto salga a la luz. Sí, María Eugenia Vidal me citó dos veces y ella está acompañand­o a mi familia para que haya un juicio justo. Así y todo, en ese hospital, siguen estando los mismos directivos y hasta hace dos días siguieron atendiendo los médicos involucrad­os. Lograste que hayan ido a indagatori­a y que el caso se haya vuelto público. Sí. Renuncio a la acción civil, aquella que determina si hay mala praxis. Mi acción es penal. Mariano, ¿hay algún sueño pendiente? Dejando de lado la búsqueda de justicia, que sé que es lo principal. Mi deseo es terrenal y cotidiano: mi gran sueño es poder seguir filmando. Es una actividad muy difícil de concretar: una película es el resultado de años de tiempo, de energía y de inversión. Los proyectos son máquinas de mucho dinero y hay que alinear muchos planetas para que suceda. Por eso, mi meta es seguir filmando con regularida­d. Y también poder seguir opinando a través de esto que hago: un cine con mensaje y con personalid­ad. Mi esperanza es que vos sigas siendo un observador que nos permita seguir observando las cosas que nos parecían que estaban ausentes y que están presentes. Muchas gracias, espero estar a la altura de la situación.

 ??  ??
 ??  ?? CONSEJERO. El Dr. Abadi le recomendó a Cohn apoyo y contención.
CONSEJERO. El Dr. Abadi le recomendó a Cohn apoyo y contención.
 ??  ?? NUEVO PROYECTO El filme se llama 4x4 y trabajan Peter Lanzani (foto) y Dady Brieva.
NUEVO PROYECTO El filme se llama 4x4 y trabajan Peter Lanzani (foto) y Dady Brieva.
 ??  ?? EL RECUERDO DE ALEJANDRO Alejandro Cohn murió el 29 de julio de 2015 en el Hospital Central de San Isidro. Había sufrido una baja de glucosa, pero la familia denuncia que los médicos lo dejaron abandonado. Mariano y sus padres llevan a cabo una demanda penal contra ellos.
EL RECUERDO DE ALEJANDRO Alejandro Cohn murió el 29 de julio de 2015 en el Hospital Central de San Isidro. Había sufrido una baja de glucosa, pero la familia denuncia que los médicos lo dejaron abandonado. Mariano y sus padres llevan a cabo una demanda penal contra ellos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina