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MAIA REFICCO NACE UNA ESTRELLA TEEN POP

- POR SILVINA DEMARE FOTOS: CONSTANZA NISCOVOLOS

Alos 15 años, Maia Reficco pidió un deseo: viajar a los Angeles para estudiar canto con Eric Vetro, el coach vocal de grandes artistas como Ariana Grande, Camila Cabello y Shawn Mendes. Pero el coach no quería tomarla porque no era una celebrity. Sin embargo, había una esperanza: Maia estaba viviendo en la casa de Claudia Brant, una exitosa compositor­a argentina que vive allá, conocida de Eric. Ella escuchó cantar a Maia, se maravilló con su voz y logró que Eric le diera clase.

Ese viaje fue el puntapié inicial de la carrera musical ascendente de Maia. Hoy con 18 años, llegó a ser protagonis­ta, sin escalas, de la serie juvenil Kally’s Mashup, emitida por Nickelodeo­n, que fue un éxito y que el año que viene estrena segunda temporada. “Tiempo después, Claudia se enteró de que estaban buscando a la actriz de Kally. Así que mandó videos míos de Instagram a los productore­s. Después de audicionar, quedé elegida para la serie y viajé a Miami a grabar”, recuerda hoy y festeja: “Si para mis 15 hubiera elegido hacer una fiesta o irme de vacaciones, no habría sido Kally y no me habría cambiado la vida. Estoy feliz”. Y su alegría tiene un dato superado: “Hice millones de castings y nunca quedé. Es más: ni entré al coro del colegio”.

Una chica con historia grande. Maia nació en el hospital público de Cambridge, frente a Boston, Massachuse­tts, en los Estados Unidos. Su papá, Ezequiel, es profesor de relaciones internacio­nales y estrategia, y su mamá, Katie Viqueira, es una reconocida cantante y coach vocal de famosos. “En Boston, primero vivimos en un monoambien­te porque mi papá se fue a estudiar allá. Comimos arroz por seis meses al principio. Después, cuando nació mi hermano, nos mudamos a una casa más grande en los suburbios, en el bosque. Me daba mucho miedo salir al jardín porque había zorros. Y si caminábamo­s 200 metros había un lago que en invierno se congelaba y se podía patinar. Eso estaba bueno”, repasa.

Ya se respiraba música: “Teníamos un sótano que transforma­mos en un estudio donde mi mamá ensayaba con su banda. De hecho, mi padrino, Nando (Michelín), una de mis personas favoritas, era el tecladista del grupo. Me sentaba frente al piano cuando apenas tenía un año. Dicen que antes de hablar, ya quería tararear música. En casa, se escuchaba mucho Piazzolla y jazz”, menciona.

A los 7 años, los Reficco regresaron a la Argentina y Maia entró becada al San Andrés, un colegio inglés, de elite: “Me becaron porque era muy nerd. Tengo promedio 10 desde sexto grado”, comenta. Pero Maia no la pasaba bien en ese colegio. “Yo soy muy relajada y mis prioridade­s no encajaban con ese lugar ni con los chicos, en general. Estuve muy sola, había poca empatía, pero no me victimizo. Me ayudó a superarlo tener tres mejores amigas en otro lado. Después, por suerte, mis papás lo entendiero­n y en secundaria me cambiaron al colegio de la Ciudad, que fue hermoso; fue como respirar aire fresco. Es un cole muy artístico.”

Pizpireta, arrancó con un taller de actuación a los 10 años. “Toda mi vida fui vergonzosa y me condiciona­ba pasar al frente en una clase de teatro. Estaba muy pendiente de qué pensaba la otra persona de mí”, confiesa. Tampoco se animaba a decirle a la mamá que quería ser cantante. Hasta que llegó el día: “Fue hermoso. Estábamos adentro del auto, en la entrada de casa. Le dije: ‘Bueno, ma, te tengo que decir algo: Quiero hacer lo que hacés vos. Quiero ser cantante’. Me acuerdo que me largué a llorar, me dio mucha vergüenza, pero al mismo tiempo me saqué un peso. Toco el piano desde que tengo 4 años y a los 16, me fui a estudiar a la escuela de Música Berklee de Boston”, apunta. Y sólo hay elogios al describir a su madre: “Ella es muy talentosa, la admiro mucho. Ama lo que hace, pasa 11 horas por día dando clases de canto en su estudio, el Centro de Arte Vocal (CAV)”, cuenta.

Para Maia es normal cruzarse con Chayanne, Axel, Soledad Pastorutti, Abel Pintos o Tini Stoessel, alumnos de su mamá. Pero no es cholula ni se la cree. “Por ejemplo, una de mis mejores amigas es la hija de Chayanne y yo me quedo a dormir en su casa. Y no es la casa de Chayanne, ¡es la casa de Isa! ( Exclama). Lo mismo que pasa con Abel, que

Personaje. Con 18 años y tras protagoniz­ar la serie juvenil Kally’s Mashup, esta estadounid­ense hija de argentinos se convirtió en una ídola para adolescent­es. Ex niña superdotad­a, hoy es feminista y prepara su álbum debut.

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