Clarín - Viva

Cuando una pareja se maltrata

- POR NORBERTO ABDALA

El maltrato genera cambios en la personalid­ad de quien lo sufre ya que avanza la insegurida­d, la sensación de impotencia y la vivencia de fracaso en la vida amorosa. El maltratado­r suele ser, a su vez, también muy dependient­e, inseguro, controlado­r y con escasa capacidad de empatía.

Tengo una hija de 43 años que se casó con quien parecía un divino y resultó ser un mal hombre, que la agrede de palabra y hasta creo que llegó a pegarle algunas veces. ¿Por qué no se separa? Es una linda chica y está a tiempo de rehacer su vida. Gracias. M.C. de C., Lomas de Zamora E 1 maltrato en una pareja se produce en un vínculo muy especial, ya que ambos se eligieron libremente y de manera amorosa en algún momento de sus vidas. Este hecho convierte al maltrato en algo desconcer-tante, pero que no debe ser considerad­o fruto del azar o de la casualidad sino de un conjunto de factores donde interviene­n recíprocos me-canismos consciente­s e in-consciente­s. la violencia abarca un amplio arco ya que a veces es pasajerayo­tras, permanente y progresiva. Sutil e intermi-tente o física y frecuente, va minando de manera lenta, segura y progresiva la au-toestima de la víctima, que casi siempre -pero no ex-cluyenteme­nte- es la mujer, según la mayoría de los estu-dios epidemioló­gicos. Las preguntas que suelen imponerse y muchas veces sin una respuesta entendi-ble son: ¿Cómo se explica que se soporte durante años los malos tratos? ¿Cuál es ese enganche invisible e inexpli-cable con el maltratado­r? ¿Por qué no se separa? Además de razones eco-nómicas, sociales o familia-res que puedan concurrir, las causas más sólidas sue-len residir en factores psi-cológicos más profundos y cuyo origen histórico suele vincularse con la forma que aprenaiero­n para estamecer vínculos interperso­nales, el trato recibido, la relación que hubo entre los padres y que años después influirán en las caracterís­ticas de las relaciones íntimas que se es-tablezcan en la edad adulta. Se suma a ellolatend­encia a minimizar la trascenden-cia del maltrato, el miedo a la reacción del cónyuge, el re-chazo a reconocer el fracaso en la elección realizada, el temor al futuro, la preocupa-ción por los hijos o a quedar-se sola. Algunas mujeres perma-necen junto al agresor por-que creen en el mito del po-der transforma­dor del amor con lafantasía subyacente de que si ella lo ama él cambiará y se transforma­rá en el hom-bre que ella quiere que sea. Lailusoria­idealizaci­óndel amorllevaa­muchas mujeres a soportar estoicamen­te la relación, guardar silencio y esperar cambiar a su pareja. En realidad, se aferran así a un salvavidas de plomo con una carga de sacrificio y ab-negación que sólo sirve para reforzar una peligrosa acti-tud de sumisión. El maltrato genera cam-bios progresivo­s en la perso-nalidad de quien lo sufre ya que avanza la insegurida­d, la sensación de impotencia para manejar el entorno, la vivencia de fracaso en la vida amorosa, el sentirse culpable en lugar de víctima, subesti-mar o justificar la gravedad del maltrato, mimetizars­e con los criterios de quien agrede -y lo que resulta mu-cho más grave aún- aceptar cómo la dosis de violencia se va normalizan­do en la rela-ción de pareja. El mayor problema lo ten-drá aquella mujer con una gran necesidad de depen-dencia emocional y que, por su ya devaluada autoestima, tener pareja le resulta im-prescindib­le para afirmar su propia identidad. En consecuenc­ia, la debe mantener a cualquier costo -aunque sea maltratada de manerapeli­grosa- buscando la aprobación y la valoración del otro y, paradójica­men-te, con el temor a perderlo y quedarse sola. El maltratado­r suele ser, a su vez, también muy depen-diente, inseguro, controla-dor y con escasa capacidad de empatía. ■

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