Fluido, cálido e intenso
El diálogo con Diego Leuco fue simultáneamente fluido, cálido e intenso; son justamente aspectos de su personalidad. Me refiero a que conjuga un pensamiento ágil, atento y a la vez provisto de una densidad conceptual que lo saca del lugar común y enriquece la conversación, abriendo alternativas. Es un hombre joven que evidencia una verdadera vocación periodística en el sentido más genuino de esta actividad: curiosidad, ansia de saber y aún enterarse, y la necesaria incomodidad para que las respuestas obtenidas no sean clausurantes, sino que con mayor o menor naturalidad dejen abierto nuevamente un interrogante. Ese que no tiene anticipada la respuesta esperada, sino que exige una reflexión. Como me aclara, no sin una simpática simplicidad, se psicoanaliza desde hace muchos años y, por lo tanto, está entrenado en la capacidad de mirar hacia su mundo interno. La rica relación con Alfredo, su padre, le permitió una identificación y a la vez una diferenciación útil para aprender, teniendo luego su perfil y modalidad. Me comenta lo importante que es también para su propia formación la otra voz en su vida, aquella de su madre. En materia amorosa está atravesando un paréntesis que está transitado por preguntas, nostalgias, incógnitas y esperanzas. Sus proyectos –no me sorprende– son muchos... Es obvio que tendrá realizaciones interesantes.