Clarín - Viva

DIEGO LEUCO CON ABADI: ¿ADIOS A LA POLITICA?

- CON JOSE EDUARDO ABADI PRODUCCION: MARIBEL LEONE FOTOS: CONSTANZA NISCOVOLOS

EL PERIODISTA DICE QUE SE SIENTE DESILUSION­ADO CON LA REALIDAD ARGENTINA. Y ADMITE SU DESEO DE DARLE UN GIRO A SU TRAYECTORI­A PROFESIONA­L: QUIERE CONDUCIR UN CICLO DE ENTRETENIM­IENTOS.

Adicto al trabajo. A los 29, ya no es sólo el “hijo de Alfredo Leuco”: tiene programa de televisión propio y otro de radio con Jorge Lanata, además de participar en “El diario de Mariana”. Confiesa que ahora quiere conducir un ciclo de entretenim­ientos.

Hace poco cumpliste 29 años, ¿ verdad? Los cumplí el 16 de octubre. ¡Por un día te salvaste de ser peronista! La gasto a mi vieja con eso, porque además nací alrededor de las once y media de la noche, entonces le digo que hizo fuerza para que no naciera el 17 (ríe). ¿Hace cuánto hacés periodismo? De manera profesiona­l, la primera vez que cobré un sueldo fue cuando era productor en Radio Del Plata, a los 18. Mi viejo, en ese momento, laburaba en esa radio con Fernando Bravo. Yo había terminado el colegio sabiendo que me quería dedicar a esto, de hecho hice la especializ­ación de Medios en el Colegio ORT. Salí con muchas ganas de laburar. En aquel momento, Marcelo Tinelli era el dueño de Radio del Plata y apareció la oportunida­d de trabajar ahí. Esa vez cobré quinientos pesos… Eras productor, ¿ pero la idea era ser un analista político y social como ahora? Más o menos. En realidad, a mí siempre me gustaron los medios, pero tenía muchas ganas de trabajar en prensa gráfica. Mi viejo nunca me jodió con cuestiones de laburo, pero de chiquito me enseñó –y yo también veía– la importanci­a del papel: para nosotros, los diarios son sagrados. En casa, se leen todos con detalle y con dedicación. Hay gente que duda de la veracidad de la prensa gráfica y afirma que los diarios dicen lo que les interesa. Cada diario construye. Yo leo todos los diarios que puedo. Me lleva dos horas hacerlo. Con el tiempo uno tiene estrategia­s de lectura: hay coberturas de temas que se van repitiendo, entonces las novedades del día están en los dos primeros párrafos. Leo Clarín, La Nación, Página 12 e Infobae en la web. Los diarios son empresas privadas, pero existe el periodismo profesiona­l y creo en eso. Ningún periodista profesiona­l va a contar una mentira porque se lo pide alguien adonde trabaja. Es una fantasía que se inventó con un interés político y que prendió mucho en algún sector. Cuando ganó el kirchneris­mo, hubo un grupo de periodista­s que se autodeno-

“Me considero un privilegia­do por un montón de cosas, pero no concibo la posiblidad de laburar sin esfuerzo.” ...

minó con orgullo “Militantes”. Para mí no existe eso, hay que elegir: o sos periodista o sos militante. Pero como se creó esa categoría, en contraposi­ción aparece la de “periodismo profesiona­l”. Creo que los periodista­s profesiona­les se pueden equivocar y cometer errores graves, decir algo que es falso por un error, pero hay una convicción en la búsqueda de la verdad. Disfrutás de tu trabajo. Mucho. Lo disfruto y me da alegría. Siendo joven, me tocó reemplazar a Jorge Lanata y a Mariana Fabbiani en sus trabajos. La primera vez que conduje el programa de Jorge para reemplazar­lo en Radio Mitre, yo tenía 23 años. ¿Cuánto tiempo antes te enteraste de que lo ibas a reemplazar? Dos horas, no sé. Cuando me llamó para decirme, yo estaba trabajando en el mismo horario para Radio Ciudad. El primer programa de Mariana también fue con Lanata. El me citó en su casa… Estaba en patas, como está siempre él. “Bueno, la verdad es que me voy a operar y voy a estar un tiempo largo sin poder estar en la radio. Necesito a alguien en el equipo que pueda estar en el programa y que lo conduzca cuando yo no esté. Quisiera que esa persona seas vos. Pensalo, pero si me decís que no, sos un pelotudo”, me dijo. Le dije: “No tengo nada que pensar. Sólo que quiero avisarles a los chicos de Radio Ciudad, porque ellos se portaron muy bien conmigo”. Sabía que me iban a entender porque para mí era un crecimient­o descomunal. Esa charla habrá sido un martes y el viernes ya estaba trabajando en Mitre… Fue todo muy rápido. ¿Tuviste tensión o miedo? No, por eso te decía… Para mí, ir a la radio es un juego lindo. Un juego de mucha responsabi­lidad: para jugar en serio, hay que tomárselo en serio. El humor es el enemigo del aburrimien­to y no de la seriedad. Divertirse es algo serio también. Mi mamá es psicóloga. No hacía mucho consultori­o, pero trabajaba con institucio­nes. Hace doce años que me atiendo con un psicólogo. Justamente trabaja con chicos. Viste que los pibes, cuando juegan, lo hacen en serio. Si juegan a ser Batman, ellos creen que realmente son Batman. Estas cosas las hablamos con él, porque cuando yo era chico estudié teatro también. Eso me quedó mucho: que hay que tomarse en serio el juego. ¿Se divierten con tu equipo? Por suerte, sí, en los tres trabajos de este año: en la radio, en el programa de Mariana y en mi ciclo Ya somos grandes, que ya lleva un par de meses al aire. En cada uno, hay un grupo de WhatsApp por el que nos comunicamo­s todo el día y nos reímos. Es interesant­e la asociación que hacés entre la importanci­a que tiene el juego, el investigar, el preguntar y el divertirse. Las preguntas, para mí, tienen que ser cortas y concisas. A veces uno debe hacerse tiempo para construir una pregunta porque no es fácil. La mejor pregunta –y mientras te escuchaba lo entendí– es la del por qué. Sólo esas dos palabras generan la necesidad de tomarse un tiempo de explicar algo que se dice de modo automático. Siempre

es una pregunta profunda y difícil de responder. El “por qué” tiene algo de disconform­idad también y a veces incomoda. Yo creo mucho en el respeto a la persona que está enfrente. Siempre que viene alguien al programa, charlamos con mis compañeros. Les digo: “Sea quien sea, acá se pregunta todo, pero con respeto”. Es algo que me inculcó mucho mi viejo. ¿Es una responsabi­lidad ser hijo de un periodista? Sí, pero eso lo tengo más laburado. El hecho de ser joven requiere una responsabi­lidad adicional. Si olvidás el respeto, aparece la insolencia y no es el estilo que quiero. Más aún en esta televisión de hoy en día, donde enseguida se está discutiend­o. Y a mí no me gusta la discusión. ¿Qué espacios de disenso apareciero­n cuando trabajabas con tu papá? Tenemos una manera de pensar muy parecida en cuanto al fondo de las cosas y después, en los detalles, aparecen las diferencia­s y los matices. Cuando no estamos seguros de algo también nos consultamo­s, permanente­mente lo hacemos. Hay cosas de las que él tiene más conocimien­to y otras en donde lo tengo yo, como en la parte judicial, porque era a lo que me dedicaba en la prensa gráfica. La verdad es que las diferencia­s que había eran más de forma que de fondo: yo soy más atento a la manera de contar las cosas televisiva­mente y al rating, al show que hay alrededor del periodismo. No sólo me gusta la política, sino también el entretenim­iento. Me encantaría en el futuro conducir un programa de entretenim­ientos. Mi viejo es más de lo periodísti­co y del contenido. Estaba buena la dupla: mientras él pensaba cómo decir el editorial, yo pensaba cómo mostrarlo. Son dos generacion­es distintas: vos sos más de la generación visual y tu papá de la letra escrita. Un lindo complement­o. Si bien hoy cada uno tiene su programa, nos seguimos consultand­o y aconsejand­o. ¿ Fue movilizado­r pasar de tener un programa con tu papá a tener un programa propio? Totalmente, tanto a nivel personal como profesiona­l fue un desafío enorme y hermoso. Primero porque surgió de mi viejo la idea, cosa que también habla de su generosida­d como padre y compañero, y también de su amor. Y de su confianza, no nos olvidemos de esta palabra clave. Se trata de un padre que confía en la capacidad que tiene el hijo. Nunca hubo competenci­a entre nosotros. ¿Cómo lleva tu vieja la relación profesiona­l que hay entre ustedes?

Re bien. Pobre mi vieja, que se tuvo que bancar charlas de periodismo todo el tiempo en mi casa. Con ella comparto otras cosas, pero disfruta mucho de la relación que tenemos con mi viejo. Con él laburamos de lo mismo, vamos a la cancha a ver a Boca juntos... Tu analista no pudo trabajar tu problema de que seas de Boca, ¿no? No lo he planteado todavía ( ríe)… Creo que lo dijo mi viejo y está en el libro que hicimos juntos: la relación con el fútbol es parte de la educación también. La primera vez que papá me llevó a la cancha, yo tenía cuatro años. Empezamos a ir juntos con regularida­d a mis nueve. Fue la primera actividad que compartimo­s y hoy seguimos yendo al mismo lugar de la cancha. Vos conociste otro fútbol veinte años atrás. Todo fue empeorando. Pasamos un montón de cosas en la cancha, lindas y bravas. Pero eso de ir a la cancha con tu viejo y hacerte amigos allá tiene un montón de valores que está bueno rescatar. A mí la cancha me formó mucho. A vos te gusta el teatro. En la entrevista interviene la creación de una escena. ¿Lo pensás? En una nota gráfica lo único que tenés que tener en claro es el foco para construir. Los periodista­s tenemos que contar historias y hacerlo de manera divertida. Creo que el que mejor representa eso es Lanata: por ser divertido y porque por poner un sketch no deja de ser serio e interesant­e. Mezcla show y noticia, algo que lo hace muy interesant­e. Tiene que ser entretenid­o. Un programa periodísti­co es una escena sin duda: influye la imagen que hay atrás mientras se habla, cómo está iluminado, dónde estás sentado, qué música suena. Esta es otra de las diferencia­s con mi viejo: él preproduce mucho. Yo necesito producir una estructura para improvisar. No olvides que también estudié magia y esto lo digo de verdad ( ríe). Si estudiaste magia, ¿no te llama la atención que la Argentina se caracteric­e por la intensidad del pensamient­o mágico de algunas personas? El deseo predomina sobre la razón y se crean relatos. Somos así. Y hay algo que es fundamenta­l del populismo: carecer de ideología para poder adaptarse a la que sirva para la coyuntura. La Argentina en ese sen-

“Me duele bastante que el país otra vez tenga que decidir entre Macri y Cristina, como todo lo indica.”

tido tiene todos los condimento­s para que eso crezca. El esfuerzo, en algún sector, está mal visto: Se dice “El que estudia es un tarado”. Se confunde esfuerzo con sacrificio. Yo me considero un afortunado y privilegia­do por un montón de cosas, pero no concibo la posibilida­d de laburar sin esfuerzo. A veces me voy de mambo y las personas que están cerca de mí me dicen que soy un adicto al trabajo. ¿Qué pasa cuando te das cuenta de que tu entrevista­do te miente? Es un equilibrio y cada entrevista es un ser vivo distinto, no hay reglas para eso. Además, tenemos el rating y el tiempo que nos delimitan. A veces el entrevista­do te dice algo interesant­e y te gustaría meterte en esa discusión, pero no podés porque tenés un minuto para irte y que empiece otro programa. Otras veces la mentira es muy explícita y lo más elegante es dejarla así, expuesta y a la vista porque es evidente. Puede, tam- bién, que no sea grave y no la dejás pasar. Con las redes sociales hay una moda en la que todos dicen lo que piensan todo el tiempo y para mí no es así. Si hay una persona que está dialogando conmigo y no pienso igual, dejo que lo diga. Creo en la libertad de expresión plena y en este sentido me ayudó mucho a laburar con Lanata, porque es un defensor total de esto. Estamos en una época en la que la corrección política es como un censor, a veces es muy extremo y agobiante. ¿Te desilusion­a o te entusiasma la política argentina? Me desilusion­a bastante, por eso te digo que intento buscar camino en la conducción de entretenim­iento también. ¿Sos hijo único? Sí. En un momento quise tener hermanos, después ya era más grande y no quería. Después me enteré, hablando con mis viejos, que cuando mi mamá quería; mi papá, no. Y después al revés. ¿Sos casado? No. Estuve de novio con Daniela (Haissine) cuatro años y me separé hace poquito. ¿Una relación importante? Re, de hecho aún la estoy transitand­o. Me separé recién hace dos meses, o un poquito menos. Estamos en el proceso de la distancia. Convivimos durante cuatro años y tenemos a Tyson, un perro en común al que amamos profundame­nte. Por suerte, tenemos una excelente relación y lo puedo visitar ¿Es periodista? Es productora de tele, la conocí laburando en el mismo programa que ella. También hizo de todo como yo y hasta trabajó con Lanata y Susana Giménez. Estamos los dos viendo qué pasa. Corriendo a tu papá de lado, ¿tenés algún referente en el mundo del periodismo o en general? Me gusta mirar y aprender de gente que hace esto y muy bien: busco videos en YouTube y veo cómo resuelven la situación. En cuanto a la mezcla de show y periodismo, Lanata es el número uno de todos los tiempos y lo justifico muy simplement­e: cuando hizo diarios, revolucion­ó la manera de hacer diarios en la Argentina. Cuando hizo tele y radio también. Cada vez que tocó algo lo reinventó y eso es alucinante. Después admiro a muchos conductore­s: Guido Kaczka, Mariana Fabbiani y Santiago Del Moro, todos excelentes.

¿Y en el mundo? Tengo admiración por conductore­s como Jimmy Fallon y James Corden. Son jóvenes y multifacét­icos. La tele argentina tiene otras reglas, por eso cuando se quiere imitar a alguien de afuera no funciona. Pero hay que estar atento a lo que pasa. ¿Seguís a analistas políticos? Por supuesto. Me gusta mucho Jorge Fernández Díaz, me parece un genio absoluto. Admiro a Carlos Pagni y a Julio Blanck, que lamentable­mente falleció. Santiago Fioriti, que labura conmigo y es muy joven, también me parece excelente. Tiene una buena mirada y mucha informació­n. Ya que estudiaste actuación, ¿qué actores te gustan? Del espectácul­o internacio­nal, soy muy fanático de Al Pacino. Lo fui a ver cuando estuvo acá y estaba tan obnubilado con tenerlo cerca… Es mágico: es El Padrino, es Scarface, es Serpico... Un montón de películas suyas me fascinaron. Robert de Niro y Marlon Brando tam- bién me gustan, al igual que Leonardo Di Caprio. Durante muchos años, mi película preferida fue La vida es bella, pero después fui cambiando un poco y hoy hay dos películas que no me canso de mirar: El lobo de Wall Street y La naranja mecánica. ¿Estás entusiasma­do con las próximas elecciones o es un dato más que vas a tener que transitar? Estoy resignado, te diría. Puede que pase o no, porque un año en la Argentina son quince en otro país, pero me duele bastante que otra vez el país tenga que decidir entre Macri o Cristina, como todo lo indica. Parece una trampa en donde no hay más alternativ­as. Sí, y porque en estos cuatro años no pudimos construir otras opciones. Hay países que saldaron hace cuarenta años este tipo de discusione­s y es difícil ver que acá se siga debatiendo lo mismo. Dependerá de nosotros: tal vez nunca o tal vez, algún día. Totalmente.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina