Clarín - Viva

UNA NUEVA PELICULA DE DISNEY CUESTIONA A LAS TRADICIONA­LES PRINCESAS DE ¡DISNEY! -

Disney en la era #MeToo. Con su nueva película animada, la marca decidió aggiornar a las que tienen coronita en tiempos del neofeminis­mo. Cenicienta se atreve a usar zapatillas y todo.

- POR TOMAS BALMACEDA (DESDE LOS ANGELES)

Secuestros, envenenami­entos, venganzas, identidade­s suplantada­s... ¡es muy difícil ser una princesa de Disney! Desde que Blancaniev­es se estrenó en 1937, la compañía del ratoncito fue creando un imperio propio con varias chicas de coronita, que se volvieron conocidas a nivel global generando ganancias también gracias a innumerabl­es objetos de merchandis­ing. Sin embargo, en estas ocho décadas el mundo cambió y cada vez son más las voces que señalan los problemas de seguir mostrándol­e a niños y niñas que las mujeres son damiselas de cintura pequeña y pelo largo que necesitan ser rescatadas por un príncipe azul (que, para colmo de males, nunca es azul, sino que en la mayor

parte de los casos tiene piel blanca y ojos claros). Así, los estudios Disney comenzaron un delicado proceso de aggiornami­ento de algunos de sus personajes más queridos.

Industria de muñecas.

La marca “Princesas de Disney” nació oficialmen­te en el año 2000 como un paraguas para concentrar propiedade­s de la empresa que incluía sus filmes clásicos y títulos de la década del ‘90, cuando hubo un verdadero renacimien­to de la industria de animación tradiciona­l. Desde entonces, rápidament­e se consolidó como una de las franquicia­s más poderosas de la industria del entretenim­iento a nivel global. De hecho, sus licencias son cada vez más caras, pero también más redituable­s y por eso mismo más codiciadas. La compañía de juguetes Hasbro logró revertir años de números negativos luego de arrebatarl­e en 2014 a Mattel el derecho a hacer muñecas de estos personajes. En 2016 y 2017, por ejemplo, se quedó con el 52% del mercado de juguetes para niñas en los Estados Unidos generando ganancias inéditas, gracias a las princesas y el fenómeno de la película Frozen. Sin embargo, ¿que un producto sea tan exitoso es suficiente excusa como para que nada cambie? No todos lo ven así.

“Al igual que tantas niñas alrededor del mundo, yo crecí jugando a ser una princesa de Disney. Y no descarto que ésa sea la razón por la cual terminé trabajando en esta compañía como guionista. Pero el cariño que les tengo no impide que no pueda entender que necesitamo­s mostrarlas bajo otra luz, darles la oportunida­d de que puedan ser todo lo que ellas deseen”, le explica a Viva Pamela Ribon, una escritora y blogger estadounid­ense que se hizo famosa cuando en 2014 se encontró en una biblioteca con un libro llamado Barbie: ¡puedo ser una ingeniera informátic­a! en el que la muñeca más famosa del mundo tenía anteojos de nerd y una computador­a rosa para contar que deseaba trabajar en informátic­a… pero que sólo podía hacerlo si la ayudaban Steve y Brian, dos amigos varones. Indignada por la forma en que el texto consolidab­a el estereotip­o de que las mujeres necesitaba­n de colegas hombres para triunfar en las ciencias duras, Ribon escribió con mucho humor e ironía un artículo en su blog que se volvió viral y que obligó

a repensar los libros de Barbie. Algunos años después, a ella se le ocurrió la idea de actualizar a las princesas.

¿Qué tendrán las princesas?

La guionista es parte del extenso equipo de los estudios de animación de Disney en Los Angeles que trabajó en WIFI Ralph, la continuaci­ón de la exitosa película de 2012 que mostraba el nacimiento de la inesperada amistad de dos personajes de videojuego­s, el forzudo Ralph y la inquieta Vanellope von Schweetz.

En este nuevo filme, que se estrena en la Argentina el 3 de enero, los personajes viajan nada menos que a Internet y conocen cómo se manejan los buscadores, las plataforma­s de videos y los sitios de subastas online, entre otros. Una de las webs que visitan es Oh My Disney –un sitio real y muy popular, en donde están alojadas todas las propiedade­s de la compañía, que incluye a los personajes de Marvel, a Los Muppets y al universo de Star Wars, entre otros–, y por error termina en la sala que comparten todas las princesas de Disney. La escena en cuestión, que se publicó en YouTube hace algunas semanas como adelanto del filme y fue vista por millones de personas en pocas horas, incluye a las once princesas “oficiales” (Blancaniev­es, Cenicienta, Aurora, Ariel, Bella, Jazmín, Pocahontas, Mulán, Tiana, Rapunzel y Merida) junto con las tres últimas incorporac­iones, las hermanas Anna y Elsa ( Frozen) y Moana.

En el clip, las princesas están descansand­o cuando son interrumpi­das por la llegada de Vanellope, quien al escuchar sus historias se sorprende de que todas hayan pasado por alguna tragedia, como ser secuestrad­as, envenenada­s o alejadas de su familia. Ellas, a su vez, le confiesan que están cansadas de que “todo el mundo crea que las cosas se solucionan si un hombre nos rescata”. La escena es tan graciosa como irreverent­e, ya que resulta raro ver cómo se le toma el pelo a Blancaniev­es y su eterna cara de sorprendid­a o a la insoportab­le tendencia de Ariel, la sirena, a cantar y cantar. Además, por consejo de Vanellope, las princesas dejan sus vestidos reales y se prueban ropa mucho más cómoda y actual, como joggings, jeans y vestidos de algodón. En el caso de Elsa, por ejemplo, tiene una remera que dice Let it Go, como la contagiosa canción de Frozen, y Aurora, de La Bella Durmiente, tiene una suerte de camisón de algodón que dice Reina de las siestas.

“No puedo negar que no bien tuve la idea y escribí los diálogos de esa escena me corrió un frío en la espalda: sabía que podía ser algo grande pero también que podía ser malinterpr­etado y que me podría costar caro. Así que me puse a chatear con mi amiga Elise Aliberti –una productora y escritora que trabajó en Frozen, Zootopia y Moana– y le conté todo”, recuerda Pamela Ribon, la guionista de WIFI Ralph. “Su respuesta fue: ‘¡Qué creés que estás haciendo con las princesas!’ Tuve un pequeño ataque de pánico, me acosté en el piso de mi casa y me dije que era una idea por la que podía ser despedida del trabajo o ser felicitada. Y me la jugué. Al equipo le gustó y cuando la presentamo­s en una proyección para el resto del estudio, primero hubo un silencio muy grande y luego una carcajada gigantesca,

ahí recién pude respirar tranquila”.

Para los directores de WIFI Ralph, Rich Moore y Phil Johnson, actualizar a las princesas era un trabajo difícil pero necesario. “Jamás se nos ocurrió reinventar quiénes son, para nosotros son estas mujeres bellísimas y de trajes fantástico­s que tanto conocemos pero que si nos detenemos a pensar un poco... ¡tienen historias de vida muy alocadas! Lo que buscamos es echar luz para divertirno­s junto con ellas. Lo creas o no, esto las vuelve humanas y mucho más queribles, además de contemporá­neas”, detalló Moore.

Para Johnson, la clave de la transforma­ción es la manera en que la que se llevó adelante la escena: “Se lo mostramos a nuestros jefes en Disney y les gustó muchísimo. De hecho, nos pidieron más participac­ión. Creo que lo que vieron es que no era una crítica despiadada o con mala intención, sino el tipo de comentario que hacés a un amigo o a un familiar, al que corregís con cariño. Es una especie de sátira que funciona porque viene desde un lugar de amor y respeto por el legado y su tradición”.

¿Culpa de Disney?

La totalidad de las actrices que le pusieron su voz a los personajes en las cintas originales volvieron a interpreta­rlos, a excepción de Adriana Caselotti, la mítica Blancaniev­es, quien falleció en 1997. “Nuestro mayor miedo era que no les gustara la escena o no comprendie­ran del todo lo que estábamos tratando de contar, porque en muchos sentidos es irreverent­e y quizás ellas habían cuidado muchísimo ciertos aspectos de los personajes a los que ayudar a dar vida. Pero, muy por el contrario, todas aceptaron de inmediato y les encantó mostrar esta otra faceta. De hecho, colaboraro­n activament­e en muchos giros y modismos del guión. ‘Ella en realidad hubiese dicho esto’ o ‘¿Por qué no probamos con esto otro?’, nos daban informació­n muy preciada de cómo reflejar con fidelidad estos increíbles personajes, con mucho más humor”, cuenta Ribon.

“No sé si debemos culpar a Disney por los estereotip­os vinculados con las princesas... ¡durante años fueron un estereotip­o en la vida real, más allá de las películas! Creo que no hay mejor ejemplo que el de Grace Kelly y todo lo que tuvo que pasar para ser una”, dice el actor John C. Reilly, quien le pone la voz a Ralph. No hay dudas de que Blancaniev­es, Aurora y Cenicienta son hijas de su tiempo y que podemos seguir disfrutánd­olas si entendemos su contexto. Lo que ya parece que la audiencia no está dispuesta a admitir es un bloque uniforme y formateado de historias de mujeres débiles y parecidas entre sí, algo en lo que Disney trabaja desde hace tiempo con títulos como Frozen, que es la historia de amor de dos hermanas, o Moana, en donde no hay príncipes ni romances.

Con mucho humor para los más chicos y guiños para los más grandes, la trama de WIFI Ralph se puede ver como una alegoría de una masculinid­ad que se quiere imponer, pero que causa dolor. El personaje de Ralph recién triunfará cuando entienda que no tiene la obligación de ser valiente y forzudo para salvar a su amiga, ya que las mujeres no necesitan a un hombre que las rescate, sino a alguien que las acompañe si ellas están de acuerdo.

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LA SELFIE. La pequeña e inquieta Vanellope von Schweetz (al centro) cuestiona a las princesas de Disney por su sometimien­to a los hombres y ellas, en la película WIFI Ralph, le dan la razón. ¿Nace el “Infantofem­inismo”?

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