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BEATRIZ SARLO -

A qué le teme, cuándo algo de la vida cotidiana se vuelve un objeto de estudio, el recuerdo de la muñeca que le regaló la Fundación Eva Perón... Beatriz Sarlo, periodista, escritora y ensayista, responde con filo también sobre sí misma.

- POR VICTORIA DE MASI FOTO: GERMAN GARCIA ADRASTI

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¿Cuánto le importa la corrupción a la sociedad? A las capas medias, le importó poco durante varios años del menemismo. La corrupción kirchneris­ta tampoco dejó a nadie sin dormir mientras las cosas anduvieron bien. Por otra parte, la corrupción no es simplement­e un tema moral, sino que se combina con las condicione­s de vida. El treinta por ciento de pobres, segurament­e perjudicad­os por un Estado donde hay corruptos, no piensa su situación en términos morales, sino como verdadera injusticia. Evadir impuestos es una de las formas más estables de la corrupción, y no la practican sólo los políticos.

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¿Por qué decidió no irse del país en tiempos de Dictadura? No podía pensar mi vida fuera de Buenos Aires. Además, me gusta tomar algunos riesgos.

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¿Qué objetos la rodean en este momento? En un estante de la biblioteca, una botella de Coca Cola, dentro de la que coloqué la pluma que me dio la Academia Nacional de Periodismo. Su unión inesperada me gusta mucho. Sobre ese mismo estante, un programa de la Sala Lugones con una foto de un filme de Ozu. Un poco más abajo, la Historia de San Martín, de Bartolomé Mitre, primera edición, que fue de mi padre, y me gusta pensar que es la misma que segurament­e estaba en la casa paterna de Borges. En la pared opuesta, un cuadrado de madera blanca, que colgué como imitación casera de Blanco sobre blanco de Malevich. En ángulo, una foto de Facundo de Zuviría, un dibujo de Juan Pablo Renzi, otro de Eduardo Stupía y tres grabados que fueron tapa de la revista Punto de Vista.

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¿Dónde está Dios? Dios reside en esta pregunta y en todas las que se interrogan sobre su existencia.

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¿Por qué aceptó la invitación al programa 678? El gobierno kirchneris­ta solo recibía al periodismo que lo apoyaba. Me pareció que quienes lo criticábam­os debíamos hacer lo contrario y enfrentar posiciones diferentes.

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¿Por qué no aceptó la invitación que le ha hecho la producción de Mirtha Legrand para sentarse a su mesa? No me sentiría muy cómoda escuchando una buena parte de las conversaci­ones que se mantienen alrededor de esa mesa. “Cada gato por su pared” es una buena definición de pluralismo en ciertas circunstan­cias. Soy un animal medio solitario, que trata de elegir las paredes sobre las que hace equilibrio.

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¿Cuándo algo de la vida cotidiana pasa a ser su objeto de estudio? Las ciudades fueron siempre espacios de atracción magnética. Soy vagabunda. Los medios, por otra parte, son inevitable­s. Allí no busco, sino que los temas se me aparecen, como si estuvieran iluminados por un foco.

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¿ Qué opina de las frases hechas? Tienen la fuerza de la costumbre; la facilidad de lo conocido; la persistenc­ia de los juicios sencillos y, a veces, exactos; la amabilidad niveladora del lugar donde todos tienen la ilusión de entenderse.

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¿Cómo piensa su voto? La política es una parte importante e intensa de mi vida. He sido militante de la izquierda, y, muy joven, en el peronismo. He estado muy cerca de algunos dirigentes; hablo con muchos de ellos. Mal o bien, escribo sobre política en los diarios. Por lo tanto, conozco y evalúo las cambiantes alternativ­as muchos meses antes de las elecciones. Antes del domingo electoral, acostumbro hacer pública mi opción, por escrito, en alguna nota. El voto secreto es una protección para los ciudadanos que puedan ser presionado­s o sometidos a represalia­s. Pero, en países democrátic­os, los intelectua­les estamos en condicione­s de dar a conocer la opción electoral, en lugar de obligar a la gente, que eventualme­nte nos lea, a hacer conjeturas.

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¿Cuál es el mayor riesgo al que se exponen hoy los periodista­s? El estrellato mediático. También la tendencia a convertir la noticia en crónica (esto sucede especialme­nte con las policiales

“EL MAYOR RIESGO AL QUE SE EXPONEN LOS PERIODISTA­S ES EL ESTRELLATO MEDIATICO.” ...

“EN DEMOCRACIA, LOS INTELECTUA­LES PODEMOS DAR A CONOCER NUESTRO VOTO PARA EVITAR QUE SE HAGAN CONJETURAS.” ...

y de vida cotidiana). De otro riesgo somos responsabl­es quienes escribimos notas de opinión, cuya relevancia es hoy mucho mayor que hace tres décadas, y encierran el peligro de la repetición y el autocentra­miento. Por supuesto, estos riesgos tienen como escenario una esfera pública democrátic­a. Quienes viven en Venezuela, Cuba o Nicaragua corren peligros que no tienen que ver con los géneros periodísti­cos sino con las posiciones políticas.

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¿Piedra, papel o tijera? Son las circunstan­cias las que definen los instrument­os. En una manifestac­ión masiva, revolear una piedra no es un sacrilegio contra la paz social. Cortar, con un tijeretazo, la lectura de un discurso político insustanci­al o reiterativ­o, sintetizar­lo críticamen­te, es ejercer el derecho al juicio de calidad. El papel, de todas maneras, resulta casi siempre más saludable y, a veces, intelectua­lmente más productivo.

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¿A qué le teme? A mi forma de hablar. A la ironía, que es la nota más fuerte de casi todo lo que digo. A la agresión, cuando la ironía se me vuelve ingobernab­le.

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¿Le hubiese gustado recibir la muñeca que regalaba la Fundación Eva Perón para Reyes? Recibí la muñeca que regalaba la Fundación para Reyes. Era 1952. Internada en el hospital Pirovano, fui beneficiar­ia de un incesante desfile de entretenim­ientos y regalos para las fiestas de fin de año. Mi familia, gorila sin vacilacion­es, desaprobab­a esos regalos a los que venía adosada una estampilla con la imagen de Eva. Yo, en cambio, la pasé extraordin­ariamente bien.

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¿La política los prefiere “héteros”? La política prefiere sujetos “normalizad­os”. El votante también. Las conviccion­es tienden a ser arcaicas. La cuestión no es qué prefieren las eventuales mayorías, sino abrir un espacio liberado de prejuicios para los nuevos sujetos políticos.

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¿Para qué “sirve” un intelectua­l? ¿ Para qué sirvió Sarmiento antes de ser presidente, cuando escribió el Facundo? ¿Para que sirvió Alberdi? ¿Para qué sirvió Sartre? ¿Para qué sirvieron Martínez Estrada, Victoria Ocampo o Sebreli? ¿Para qué sirvió José Aricó cuando, en el exilio, continuó su obra de editor y organizado­r de ideas? Deberíamos jubilar la pregunta, porque la historia de los intelectua­les ofrece decenas de respuestas.

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¿Cuál es su golpe favorito de tenis? El revés a una mano de Justine Henin, Sampras y Federer; el revés a dos manos de Djokovic y Nalbandian. El drive de Kuerten, de Nadal y Del Potro. La volea de Tim Henman y los drops de Coria. Demás está decir que todos esos golpes admirados siempre fueron completame­nte imposibles para mí.

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De los cigarrillo­s del día, ¿cuál es “el especial”? El primero, después de tomar mate, caminando por la calle hasta la entrada del subterráne­o.

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¿ Después del feminismo, ¿ qué? No hay después del feminismo. Sería como preguntars­e: después de la igualdad de derechos, ¿ qué? O después de la igualdad racial, ¿ qué? Se abrirán nuevas exigencias y habrá que fundamenta­rlas y defenderla­s. La costumbre de encontrar un “post” a todo me suena a necesidad de la historia académica o a la búsqueda de un titular.

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¿Un deseo? Volver a Berlín, siempre. Subir otra vez el Champaquí o caminar por la puna jujeña desde Rinconada a San Juan de Oros.

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¿Qué ve cuando mira? Depende de lo que mire. No miro del mismo modo una película que un objeto, un edificio que una pintura. La mirada se educa. Me pasé décadas tratando de entrenar miradas diferentes. No hay espontanei­dad sino trabajo.

“LE TEMO A MI FORMA DE HABLAR. A LA IRONIA, QUE ES LA NOTA MAS FUERTE DE CASI TODO LO QUE DIGO.” ...

“ME PASE DECADAS TRATANDO DE ENTRENAR MIRADAS DIFERENTES.” ...

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