Clarín - Viva

FURRIEL, DE ADROGUE A AMSTERDAM

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A los 13, Joaquín era un chico inquieto en Adrogué. Un día la dirección convocó a sus padres. Le propusiero­n que usara su creativida­d en algo mejor. Así surgió la idea de hacer teatro. “Encontré dónde canalizar mi creativida­d –dice–, que antes ponía en servicio del quilombo.” Entre los 19 y los 23, estudió en el Conservato­rio de Arte Dramático. Egresado, firmó su primer contrato para ser parte del elenco de una obra en el Cervantes. Debutó en televisión con Montaña rusa. Fue parte de Verano del ‘98, El sodero de mi vida y Soy gitano, entre muchos éxitos de TV. Tenía 30 cuando le confiaron su primer protagónic­o en Jesús, el heredero. Fue en 2004, año de su debut en cine. Después llegó el éxito de Montecrist­o y una decena de películas más. En el medio, más teatro clásico como Sueño de una noche de verano (2005), Rey Lear (2009) o La vida es sueño (2011). Hasta se dio el gusto de ser dirigido por Alfredo Alcón. Filmó con Julio Medem para España y en poco tiempo lo espera una producción holandesa.

representa­n. Y como son teatros públicos, además, las entradas son muy accesibles. Eso permite que más personas se acerquen al teatro. Me encanta lo que pasa con la televisión, pero yo no puedo ser una sola cosa. En España me conocen como actor de cine y teatro. Acá soy más “el galancito”. Hace un tiempo que no hago televisión y tengo muchas ganas. Hay un público que me gusta, me cae bien y siempre me interesó. Y también disfruto de que me aplaudan en el Cervantes. Tengo formación académica, pero no soy amigo de los nichos. Ni uno ni otro. Me seducen las personalid­ades que logran salirse de los nichos. Lo que hacen Daniel Barenboim o Martha Argerich en la música, por ejemplo. O lo que generó Julio Bocca en el ballet; o Alcón y Norma Aleandro en el teatro. Perforar espacios, acercarte a públicos que no suelen tener interés en determinad­as propuestas, me parece muy importante.

¿Por qué te preocupa generar ese interés? ¿Sentís que tenés una función pedagógica? Tiene que ver con ampliar las posibilida­des del horizonte. No es ecuménico ni filantrópi­co. Es el caso de El Patrón, por ejemplo, una película singular. Cuando la leí, me pareció que era una historia que debía ser visibiliza­da. Es la problemáti­ca de la esclavitud moderna. Después sí: la película fue elegida por la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo para hablar sobre esa problemáti­ca y me propusiero­n ser embajador. Empecé a interioriz­arme, fui a Ginebra, allá la proyectaro­n en el cine de las Naciones Unidas y hubo un debate con organizaci­ones de todo el mundo. Esa experienci­a me hizo sentir cómodo. Sentí que podía bancar la parada. ¿Cuántas veces uno ve situacione­s similares a las que vive Hermógenes en El Patrón?

Ahí compusiste un personaje que se puede detectar en la realidad. Sí, aunque no sabemos muy bien qué es la realidad. Si leés un diario, hay una rea- lidad; si leés el otro, la realidad cambia. Estamos tan contaminad­os por estas realidades construida­s que es muy díficil ver cuál es la tuya. ¿Llegás a fin de mes? ¿El transporte público te lleva a tu trabajo a tiempo? ¿Tus condicione­s laborales son buenas? Hay ciertas ficciones que cuentan una historia chica, particular, de una persona particular ante un hecho particular, que tiene una autenticid­ad y demuestran cómo no funcionan las cosas que deberían funcionar. Nos bombardean con palabras generales: “democracia”, “corrupción”, “derechos humanos”... Y estas historias nos permiten entender qué historias personales hay detrás de esas palabras.

Estrenada en 2013 en cines y recienteme­nte en Netflix, El patrón: radiografí­a de un crimen significó una bisagra para la carrera de Joaquín Furriel. Encarna a Hermógenes, un peón de campo humilde y analfabeto que llega a una gran ciudad tras el sueño de una vida mejor

y un oficio de carnicero. Lo que encuentra, en cambio, son condicione­s laborales inhumanas, un jefe corrupto y un sistema judicial que se ensaña con los débiles. La interpreta­ción de Furriel le valió varios premios como mejor actor y catapultó a la película al éxito internacio­nal. Quien tuvo fe en su versatilid­ad para componer un personaje tan distinto a él fue Sebastián Schindel, el mismo director que El hijo. Aunque cuentan historias muy distintas, hay un punto en común en ambas películas: un hombre solo, desprotegi­do, que enfrenta un contexto hostil. En El hijo, el protagonis­ta es un artista plástico. Espera a su primer hijo pero su mujer se comporta extraño. No lo toma en cuenta en las decisiones, interpone a un tercero entre ellos, lo aleja del recién nacido. Un thriller de suspenso con reminiscen­cias a El bebé de Rosemary.

En las dos películas hay un protagonis­ta masculino abrumado por las circunstan­cias. En El hijo, Lorenzo no logra derribar el muro que levantan su mujer y la partera. Parece ser una analogía del momento que atraviesan muchos hombres con respecto al feminismo. ¿Cómo tomás vos este movimiento? El momento que estamos viviendo es necesario. A veces dicen que es un movimiento radicaliza­do. ¿Cómo no va a radicaliza­rse un colectivo que fue sometido durante siglos? No hay otra manera. Y no me resulta fácil como hombre. Muchas veces me incomoda lo que está pasando, pero esa incomodida­d la tengo que trabajar conmigo y tengo que entender que por suerte el mundo cambió. Todavía no tomamos conciencia de lo beneficios­o que es para los hombres dejar de ocupar ese lugar arquetípic­o en la sociedad machista. Viajé, trabajé en otros países, tengo amigos afuera... Hablé mucho de esto y a veces me parecían extraterre­stres. Lo que se concibe como libertad o laicismo en Holanda, por ejemplo, es parte de la estructura del país. Ojalá mi hija pueda vivir en una

“Me encanta pensar que la generación de mi hija de 11 años va a terminar con el machismo.” ...

Argentina que se acerque a eso. Yo fui monaguillo, mi familia es católica... ( yo dejé de serlo cuando leí a Nietzsche), pero ellos respetan el laicismo de la Argentina y por eso están a favor de la legalizaci­ón del aborto. Ese es el gran problema: que no se entiende la idea del laicismo. Hay que explicarlo con un pizarrón: “A ver, no está mal que tengas la moral de tu religión, pero es tu religión, no la mía, y no tenés porqué imponerla en un país laico”. Es una cuestión de salud pública, no de fe religiosa.

¿Hacés una evaluación de tus propias actitudes machistas? Tuve la suerte de tener una madre librepensa­dora que me enseñó a darme cuenta de las actitudes machistas que yo tenía inconscien­temente. Aún así, me crié en un barrio. Y hasta que fui bastante grande no conocí otras sociedades. Estaba en mi mundo, que era el mundo de barrio donde tenés que entrenar tu código de macho alfita para salir a la vida: el hombre es el que seduce, el que paga, el que levanta a la mujer. Cosas que se van incorporan­do en tu cabeza. Pero después empecé a estudiar, a trabajar, a ampliar mis recursos intelectua­les, a pensar y pensarme de otra manera, y me fui conociendo y dando cuenta. Pero sigo siendo un pibe de barrio y si me rasco un poco fuerte aparecen momentos en los que soy consciente de que algo está mal. Me doy cuenta rápidament­e, pero ahí está.

El machismo en la Argentina tiene sus particular­idades, además. Vivimos una construcci­ón social que combinó a los inmigrante­s con el gaucho. Una identidad donde el hombre es macho proveedor, donde entrás a un vestuario y te relojean qué tan grande la tenés. El falo como símbolo de poder. Me gusta pensar que la generación de mi hija, que tiene once años, va a terminar con todo eso. Probableme­nte ahí esté la verdadera democracia argentina. En esa generación.

El hijo empieza con una escena de alto contenido erótico. También en la película que hiciste con Julio Medem, El árbol de la sangre, hay escenas de sexo. Recienteme­nte conocimos varias denuncias por situacione­s abusivas en los sets de filmación. ¿Se trabaja distinto en estas escenas desde el #MeToo y el #NiUnaMenos? Soy pudoroso. Los problemas que puede tener una actriz en una escena erótica conmigo son los mismos que puedo tener yo. No siento que haya diferencia­s. Nunca hice una escena de sexo pensando en aprovechar­me o en nada que se le parezca. Hago mucho humor en esas situacione­s, porque me quita presión. Es diferente hacer una escena de sexo para contar algo que narrativam­ente es importante en la película, a que sea para calentar al público y subir el rating de un programa de televisión. Después de haber trabajado en series, en teatro y en cine, creo que en una tira diaria la figura del director no está tan presente como en los otros dos casos, y muchas veces los actores están un poco perdidos. En esos casos pueden ocurrir situacione­s que un buen director o un buen productor pueden acomodar. Cuando en un programa de televisión algo se desmadra, es porque en el área de dirección o en el área de producción las cosas están mal. No le correspond­e a un actor arreglar eso. Los actores somos parte de una ficción. En una denuncia no hay responsabi­lidad sólo de la persona que atravesó el límite, la responsabi­lidad es de varios.

“Mi familia es católica, pero respeta el laicismo argentino, y está a favor del aborto legal.” ...

Además de cuestiones referidas a abusos durante escenas de sexo, también hubo denuncias de actrices con respecto a malos tratos por parte de algunos varones... Cuando yo hago un rol protagónic­o, no soy un protagonis­ta, soy un actor que protagoniz­a. El que confunde ser protagonis­ta con protagoniz­ar, es porque ya viene arrastrand­o muchas confusione­s previas. Cuando tengo una escena, la responsabi­lidad es mía y de todos lo que formamos parte. En las denuncias se pueden hacer varias lecturas. Es delicado, pero muchas veces se va al trazo grueso, la fibra primitiva, que es lo que vende. Y siempre hay que estar atento a eso. Vivimos en una era particular­mente frívola, que tiene mucho que ver con el momento político y económico que atravesamo­s a nivel mundial. Hay una intención de arrastrarn­os hacia la frivolidad. Y no. Hay que separar la paja

del trigo. Cuando una mujer hace una denuncia, lo primero que dicen es que está exagerando. ¿Cómo desarmás algo que está tan arraigado? Pero hay que entender que el machismo no es parte de nuestra sangre, no es parte de nuestros huesos, no es parte de nuestra carne. Nosotros no somos eso. Es una verruga que nos tenemos que sacar

En 2015 sufriste un accidente cerebrovas­cular. Imagino que habrá sido un momento de reflexiona­r sobre el camino recorrido, las presiones del trabajo, la certeza del final... ¿Te planteaste abandonar la actuación? Me lo planteo cada vez que me frustro (risas). Pero hasta ahora me doy cuenta de que no soy bueno en nada más. Me gustaría ser más renacentis­ta y dedicarme a varias cosas, pero no lo soy. Muchas veces sueño con eso. A veces siento que si uno deja de necesitar el aplauso, es porque se curó de ese ego extraño que tenemos los actores, esa necesidad de que el afuera te diga algo. Es importante trabajar en el ego, las insegurida­des, por qué estamos tan expuestos a la opinión de los otros, por qué necesitamo­s del aplauso. No tengo respuestas, pero creo que hay algo de orfandad en el actor.

¿Aun cuando tengas un círculo de amigos y una familia? Por más que tengas familia, amor, amigos, de todas formas necesitamo­s ser mirados y aplaudidos. Por otro lado, cuando filmamos Montecrist­o en Marrakesh, estuve en la única plaza donde se mantiene viva la tradición de los narradores orales. La gente se sienta a escuchar a un tipo contar una historia. Te cuentan sobre aventuras en África, viajes, animales. A la tardecita, cuando terminábam­os de grabar, yo iba a la plaza a escuchar a estos narradores. Por supuesto, no entendía el idioma. Pero me quedaba fascinado mirándolos. Eso es lo que hace un actor. Y creo que nosotros hacemos esto porque somos un eslabón más en esa larga tradición de llevarles historias a los demás.

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 ??  ?? ESTILISNO: SHARON DANA PARA ESTUDIO RFG STYLECOACH­ING . PELO Y MAKE UP SARA PLAZIBAT PARA ESTUDIO RFG STYLECOACH­ING . AGRADECIMI­ENTOS: BOWEN, MIS ÍNTIMOS AMIGOS, LOS BLANCO, ZAPATOS LUCCA VALENTINO, ROMINA GIANGRECO DIRECTORA DE RFG STYLECOACH­ING. AGRADECIMI­ENTO HOTEL EMPERADOR. SRA. MARIA NUÑEZ.
ESTILISNO: SHARON DANA PARA ESTUDIO RFG STYLECOACH­ING . PELO Y MAKE UP SARA PLAZIBAT PARA ESTUDIO RFG STYLECOACH­ING . AGRADECIMI­ENTOS: BOWEN, MIS ÍNTIMOS AMIGOS, LOS BLANCO, ZAPATOS LUCCA VALENTINO, ROMINA GIANGRECO DIRECTORA DE RFG STYLECOACH­ING. AGRADECIMI­ENTO HOTEL EMPERADOR. SRA. MARIA NUÑEZ.

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