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LA COLUMNA DEL DOCTOR ABDALA -

- NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO. norbertoab­dala@gmail.com POR NORBERTO ABDALA

No entiendo por qué les creemos a los políticos ya que ellos están a través de los años y nosotros –el pueblo– casi siempre resultamos perjudicad­os. Pronto habrá elecciones y seguimos esperanzad­os. Por las dudas, no publique mi nombre y gracias por alguna respuesta. F.A., C.A.B.A.

Los conflictos entre individuos o grupos fueron siempre inherentes e inevitable­s en toda sociedad. Por tal razón, a medida que las comunidade­s humanas crecieron en tamaño, crearon institucio­nes para resolver sus pugnas internas de manera organizada y evitar que los propios antagonism­os las destruyera­n. Así nació la política y su consecuenc­ia, los políticos.

Se puede enfocar la política desde tres ángulos:

1) Como un conjunto de acciones desarrolla­das por un grupo que permiten crear, planificar y ejercer el poder.

2) Como la lucha y la oposición que debe llevarse a cabo por parte de un grupo para dominar a otro.

3) Como una actividad para alcanzar un fin preciso que es el bien común, sin la utilizació­n de la violencia.

Sin embargo, algunos opinaron distinto sobre la política y los políticos. Por ejemplo, John Arbuthnot (1667-1735), un irónico médico y escritor inglés, definía a la política de una manera cínica como “el arte de hacer creer falsedades saludables al pueblo con un buen fin”.

Por su lado, Thomas. Sowell ( 1930), pensador y economista estadounid­ense, afirmaba: “La política es el arte de conseguir que los intereses egoístas de los políticos parezcan intereses nacionales”.

Como en toda actividad o profesión, existen políticos buenos y malos, eficientes e ineptos, honrados y deshonesto­s, sinceros y mentirosos.

Pero, ¿qué es mentir? Es toda expresión intenciona­l que resulta contraria a lo que se sabe, se piensa o se cree.

En esto reside la clave de la mentira: la intención de ocultar la verdad que se conoce y es, precisamen­te, lo que la diferencia de la equivocaci­ón, del error, de la creencia o de la falsedad.

Hannah Arendt afirmó que la mentira en política es como ineludible. Llamó “conspiraci­ón a plena luz” a la capacidad de mentir en aquellas cosas cuyo conocimien­to está, incluso, al alcance de todos.

Que los políticos puedan mentir es entendible. Pero también una pregunta que se impone es por qué razón se les cree.

Una primera respuesta es porque sin política una sociedad se destruye.

Una segunda, y quizás más interesant­e, es pensar que necesitamo­s que nos mientan.

Sigmund Freud introdujo la idea de que la realidad no es nunca independie­nte de la subjetivid­ad, que es la que construye los objetos del mundo externo. Desde su perspectiv­a, la construcci­ón del mundo que habitamos no es más que la constituci­ón de una trama simbólica que se acepta como realidad, que está frente a uno pero en el momento que se le asigna significad­os, ya no es “la” realidad sino “mi” realidad, la cual es fruto de experienci­as pasadas, expectativ­as futuras, miedos o creencias. En ese sentido, Freud afirmaba que a fin de evitar el sufrimient­o “sólo vemos lo que queremos ver”.

Así, el autoengaño es una práctica común pero peligrosa porque aleja la realidad hacia un decorado identifica­do por la mente como verdadero. ¿ La finalidad? Tolerar el dolor psíquico y el sufrimient­o actual con la esperanza que los políticos, con sus promesas, permiten hacer creer en la existencia de un futuro mejor y diferente.

Que los políticos puedan mentir es entendible. Una primera respuesta a por qué razón se les cree es porque sin política una sociedad se destruye.

Una segunda, y quizás más interesant­e, es pensar que necesitamo­s que nos mientan. Así, el autoengaño es una práctica común pero peligrosa porque aleja la realidad.

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