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RECUERDOS DE UNA INFANCIA EN GUERRA

Hélène Gutkowski. Nació en París, en 1940. Sus padres la entregaron a una mujer católica para salvarla del Holocausto. Hoy, en la Argentina, esta socióloga recopila historias similares a la suya y las ha reunido en un libro conmovedor.

- POR JUAN CARRA FOTOS: FERNANDO DE LA ORDEN

HÉLÈNE GUTKOWSKI NACIO EN PARIS EN 1940. FUE ENTREGADA POR SUS PADRES A UNA MUJER CATOLICA PARA SALVARLA DE LA SHOA. PUBLICO UN LIBRO CON HISTORIAS SIMILARES A LA SUYA.

Arriba de la mesa hay un álbum de fotos de esos que protegen las imágenes con un vinilo adhesivo. Hélène lo levanta con cuidado, pasa las páginas y señala. Se señala: enterito a cuadros, camiseta blanca de mangas largas, zapatitos blancos. Su padre la tiene abrazada: el delantal de carnicero impecable. Al otro lado, un joven muy flaco de pantalones cortos, su hermano Hersz. La tristeza le roba la cara.

“Esto es en el ‘46 –dice Hélène Gutkowski en un castellano perfecto que no pierde ese dejo gutural, francés, de su origen–. Es el momento en el que mi papá pudo recuperar su carnicería que había perdido en el proceso de arianizaci­ón de los negocios judíos. Había sido ‘comprada’ por franceses de manera ilegal si uno toma como referencia la ley antes de la invasión alemana. Estas ‘ventas’, que hacían los comisarios gerentes, sólo eran legales a ojos del invasor y de los franceses que se beneficiab­an de la legislació­n nazi.”

La carnicería está pelada. En la foto se ve la persiana abierta, las columnas labradas, las estantería­s vacías. Arriba el cartel dice: M. Fontaine, el nombre del “propietari­o” beneficiad­o por los alemanes luego de atestiguar que por sus venas no corría sangre judía.

Esa foto es un punto de referencia en la historia de Hélène. No hacía mucho que se había reencontra­do con su familia. Nacida en París en 1940, es una de las niñas judías sobrevivie­ntes de la Shoá gracias a que sus padres tomaron la decisión más fuerte de sus vidas: dejarla al cuidado de una mujer católica, en un pequeño pueblo francés, para no exponerla a los peligros de la clandestin­idad a los cuales ellos y su hijo de 11 años iban a exponerse al intentar cruzar hacia la zona libre de Francia.

Hélène tiene un objetivo: que experienci­as como la de ella no queden en el olvido. Para eso, en un trabajo titánico, entrevistó durante los últimos años a 29 niños y niñas que lograron sobrevivir a la Shoá en Francia y que hoy, ya mayores, residen en la Argentina.

Los primeros nueve testimonio­s están reunidos en el libro Querido país de mi infancia, editado por Libros del

Zorzal. Ahora, trabaja en el segundo tomo, donde se enfrentará al desafío de contar el derrotero de 20 jóvenes más y su propia historia.

“Yo no sabía muy bien cómo había sido lo mío –cuenta–. Sabía que mis padres, en algún momento de la Segunda Guerra, habían tenido que dejar su negocio y también el departamen­to. No tenía las fechas, ni sabía por qué… Cuando me puse a investigar encontré las listas de asistencia de la escuela a la que concurría mi hermano, nueve años mayor que yo. En estas listas, veo que ingresó por primera vez en el ‘37, salió en el ‘42, volvió a ingresar en el ‘44 y salió definitiva­mente en el ‘45. Más claro que esto no puede ser: si él salió del colegio en julio del 42 me confirma que nos fuimos de París por causa de la grande rafle ( gran redada), que tuvo lugar el 16 y 17 de julio de ese año. Esa fue la fecha bisagra… Después tenía la duda de cuándo habíamos vuelto a París. Yo pensaba que cuando terminó la Guerra, en mayo de 1945, pues no… volvimos casi un año antes, porque la región de París fue liberada en agosto de 1944. Estos mismos documentos me lo confirman, porque mi hermano vuelve a ingresar al colegio en octubre de 1944, quiere decir que salieron de la casa que les sirvió como escondite cuando París fue liberada de la presencia alemana...”

Así funciona la memoria de Hélène: precisión en las fechas, en los lugares, en los datos. Es que ese es su mayor desafío a la hora de enfrentars­e a las historias de los sobrevivie­ntes. Pero también a su historia. Ella insiste en aclarar que no quería contar su caso. Que ella era muy pequeña cuando le tocó vivir la tragedia y por lo tanto no tenía recuerdos propios. Sí las historias que se contaban en su casa y, una vez lanzada a la investigac­ión, los documentos y los testimonio­s que le ayudan a recomponer el pasado como si fuera un rompecabez­as con piezas de cristal: finas y frágiles.

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SU PADRE, UN POLACO JUDIO QUE HABIA LLEGADO A FRANCIA EN 1934, SE ALISTO COMO VOLUNTARIO PARA COMBATIR A LOS NAZIS. ...

Una niña escondida

Hélène cuenta que su padre, al igual que la mayoría de los polacos judíos que habían migrado a Francia en los años treinta, no dudó en alistarse como voluntario para combatir en la Segunda Guerra en defensa de su nueva patria.

LA FAMILIA DE HÉLÈNE FUE LA UNICA DE SU EDIFICIO QUE SE SALVO DE LA GRAN REDADA QUE HICIERON LOS ALEMANES EN JULIO DE 1942.

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MEMORIA. Hélène en su casa de Belgrano, donde se han reunido muchos de aquellos niños escondidos.

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