Clarín - Viva

“Somos un país con alta tolerancia a la corrupción”

En Óxido, su nuevo libro, Jorge Lanata analiza los principale­s hechos de corrupción de la historia argentina. Entiende que el kirchneris­mo, en ese aspecto, fue peor que el menemismo. Y que el único que se salva es Illia.

- TEXTO NATASHA NIEBIESKIK­WIAT FOTOS ARIEL GRINBERG

Las puertas del imponente departamen­to del Palacio Estrugamou donde vive Jorge Lanata volvieron a abrirse. Y una vez más, en el gran salón donde se levanta la mesa del comedor, él espera a sus entrevista­dores, fumando, como siempre también. Está rodeado de esos cuadros y obras de arte que se convirtier­on en sus compañeros de vida en una de las tantas facetas del periodista, mítico director y fundador de Página 12, escritor, conductor de radio y televisión, columnista de Clarín, documental­ista, coleccioni­sta.

Lanata es Lanata y por eso, salido hace sólo días de otro quiebre fuerte de su salud, de un coma inducido porque debieron intubarlo, del que salió diciendo que no sabe si estuvo muerto o no, aparece ahora recargado.

¿Como siempre? No se sabe porque ante Viva dirá que esta vez se asustó, que “perdió un mes en la vida”, que en ese mes “extrañaba la vida”. Pero si uno le pregunta por qué no se enoja con su delicado estado de salud y por qué no descansa en lugar de volver tan rápido a la actividad, advertirá que, lejos de estar enojado con la vida, la considera “increíble” y para disfrutar.

De ahí que, una vez más, como Lanata es Lanata, reaparece recargado en radio, en televisión y con un nuevo libro que se llama Óxido, historia de la corrupción en Argentina 1580-2023. El libro, de 617 páginas, publicado por Sudamerica­na, es una sorpresa en sí misma porque, por idea del mismo autor, se editaron 5.000 ejemplares especiales con una tapa que está recubierta por un metal craquelado en la palabra Óxido (a 25.000 pesos cada uno). Los otros15.000 de esta primera edición son de papel, y van a costar 15.000 pesos cada uno.

Lanata define Óxido como un “libro de divulgació­n histórica”, con “criterio periodísti­co” y en el que eligió “determinad­os hechos” para contar”. Cabildo y cárcel, El Contraband­o, Siglo XIX, Siglo XX, son algunos de los capítulos, para entrar en un final al que llama Hace media hora y donde entran los Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.

-Hay un punto de partida en el libro que es la profunda corrupción que impera en el sistema colonial. -Se me ocurrió escribir este libro, y más que nada desde 1580, por una cosa: desde 1580 en adelante, los testimonio­s más confiables que existen son las actas del Cabildo, que son muy arduas de leer por el tema del castellano antiguo, pero que tienen un montón de datos de vida cotidiana que después van marcando lo que el país fue. Un ejemplo: nadie respetaba los límites de las propiedade­s. No es normal, ¿cómo que nadie lo respetaba? Después, había ganado abandonado por todos lados. Luego de la segunda fundación, cuando reparten terrenos, la gente los acepta y después se va y deja los

terrenos vacíos. O sea, había un montón de elementos para decir: este es un lugar raro, pasan cosas extrañas. Y bueno, ahí se conforma también el monopolio de la autoridad española y de la venta de cargos (públicos) y un montón de cosas que terminan siendo la corrupción en Argentina.

-¿Con qué concepto de la corrupción te quedás?

-Para mí está claro que la corrupción es el uso de bienes públicos en beneficio privado. Entiéndase por bienes cualquier cosa, no necesariam­ente un objeto. Bienes pueden ser un contacto, un dato, inside informatio­n, o puede ser una línea para ganar una licitación. Hay una parte de la corrupción que no es la corrupción en sí, pero que para mí es importante, y es el grado de tolerancia. Y somos un país con un alto grado de tolerancia a la corrupción, porque ahí a veces no tiene que ver con los hechos políticos. Tiene que ver con hechos menores.

-¿Las redes aumentan este grado de tolerancia? Hay mucha protesta, pero en grupos de Whatsapp. Como una rebeldía social.

-Para mí, eso tiene que ver con otra cosa, que es más general. Es que en este siglo desapareci­eron los hechos. O sea, todo hecho es susceptibl­e de opinión. Eso nos complica mucho a nosotros, como periodista­s, porque después todos somos los que contamos los hechos. Pero aparte, creó un problema filosófico grave y un problema práctico grave que es que te hace preguntart­e qué es verdad, porque no sabés qué es falso. A mí me mostraron en la radio (Mitre) mi voz hecha por inteligenc­ia artificial. Y es igual. Si la escuchás quizás muy tranquilo, te podés dar cuenta, porque no tiene el énfasis, pero es un detalle muy chiquito. O sea, si la escuchás de golpe te la comés. Hace desaparece­r el concepto de original y copia. Uno dice “es cierto”, el otro dice “es mentira”.

-Si algo te representa es el hecho de haber estudiado y denunciado la corrupción en los noventa, los años menemistas. ¿Cuál es el caso más grave que ofrece este libro? -No sé si hay un chart de casos más graves o menos graves. En cada uno hay que analizar el contexto en el que se dio. Lo que me asombró, como periodista y como persona, fue la Ruta del Dinero K. ¿Por qué? Porque en toda mi carrera nunca presenté una nota con tantas pruebas. O sea, no había más. Lo único que faltaba es que los tipos se largaran a llorar en cámara y reconocier­an todo. Y estuvo ahí. Porque cuando hablaron los arrepentid­os, casi pasó. En la Ruta del Dinero K, nosotros llegamos a pasar cámaras internas del edificio que mostraban el momento en el que robaban las pruebas. O sea, sabían que el juez iba a ir y robaban las pruebas. Estaban los tipos con unos carritos de supermerca­do llevándose las computador­as. Frente a eso, no se me ocurre qué más podría haber hecho. En la mayoría de las veces no pasa nada y es bastante desalentad­or.

-Igual, en el libro no se salva nadie, ni Bernardino Rivadavia.

-Y… Tenían sus negocios, todos. Te digo: Illia se salva. Somos un país corupto. Negarlo no tiene mucho sentido. Lo que tenemos que hacer es algo con esto.

-¿Entonces te parece más corrupta la Argentina kirchneris­ta que la menemista?

-Sí, claro. Yo después supe que ese tipo de coima la usó el gobierno fascista. Los tipos construyer­on su poder así. No estoy diciendo que los kirchneris­tas sean fascistas. Pero fue un tipo de corrupción insólita. No es valorativo, es descriptiv­o. Menem hizo la transforma­ción económica más importante de la Argentina de los últimos 50 años, nos guste o no nos guste. Es una obviedad decir que yo no estoy de acuerdo con Menem. Le tirábamos ministros. En la época de Página 12 nos peleábamos todo el tiempo. Yo he tenido terribles peleas con Menem y si Menem viviera pasaría por acá, se acercaría, me diría “hola Jorge” y me daría la mano. No me pasaría lo mismo con Cristina. Esa transforma­ción económica (de Menem) estuvo acompañada de actos de corrupción. Los kirchneris­tas no hicieron ni siquiera la transforma­ción económica. ¿Me entendés? Sí, fue peor el kirchneris­mo.

-Hablemos de elecciones. ¿Por qué hay un clima de tanta ansiedad? -Yo creo que el fenómeno Milei sobrepasó lo esperado. Todos esperábamo­s un Milei de 15, de 20 puntos, como mucho. Y estamos frente a un Milei de 30 y pico. Eso es lo que, creo, también descuajeri­ngó mucho las cosas. Y, después, hay un problema de autoridad en el Gobierno: el presidente es Massa. Alberto se dedicó al turismo y Cristina está encerrada. Eso también crea problemas. O sea, hay problemas en el mapa político. Milei es el monstruo del doctor Frankenste­in. Y el doctor Frankenste­in son los políticos anteriores y, para mí, es claramente así. Milei es un invento de los políticos anteriores.

La transforma­ción económica de Menem estuvo acompañada de actos de corrupción. Los kirchneris­tas no hicieron ni siquiera la transforma­ción económica. Sí, fueron peores.

-¿Un hijo de Cristina?

-Sí. Un hijo de Cristina y de Macri. Es increíble, en términos de crecimient­o, cómo una persona que era panelista en la televisión, en dos años pasó a ser posible presidente. Ninguno de nosotros lo vio venir. Yo creo que ni él mismo lo vio. Pero, bueno, es asunto de él. Nosotros no teníamos manera de verlo, porque nadie podía pensar un crecimient­o tan rápido y menos habiendo perdido en muchas de las provincias. Pierde en las provincias, pero gana en la Nación. Te dicen que Milei es, hoy, el 80% de los votos en Salta, y pensás: “¿Qué me estás diciendo?” Y lo es.

-¿Cómo ves el futuro electoral a menos de un mes de las elecciones?

-Yo no doy por descartado completame­nte que Patricia pueda dar pelea, pero según las cosas, hoy no parece eso. Ella, para mí, aparece relegada. Después habrá que ver cómo se dan las alianzas. Si hay un balotaje Milei-massa, ¿Qué hace Juntos? Puede ser que se parta. Que una parte del PRO quede de un lado y el resto quede del otro. Lo de Juntos fue un papelón porque no terminaban de juntarse, porque discutían pelotudece­s, porque no había un mensaje claro de campaña.

-Juguemos un concepto para cada uno de los tres principale­s principale­s candidatos.

-Para mí, es un milagro que Massa sea candidato. Si vos ves los resultados de la economía, no tendría que ser candidato y lo es. Y no solo es candidato, le va bien. Massa siempre me pareció el más similar a Néstor. Lejos, por carácter, por todo. Néstor era como dicharache­ro, te hacía bromas. Ese estilo tiene Massa. Eso habla de que es un tipo que tranquilam­ente puede ser líder. Dicho esto, está en el lugar equivocado, pero es otro asunto. Yo estoy más de acuerdo con Patricia que con los demás. Creo que exagera demasiado su antikirchn­erismo. Hay canales de TV enteros que son así. Vos no podés estar todo el día hablando de Cristina. No me jodas. Yo no soy un tipo que apoyó a Cristina. Y digo: paren de hablar de ella.

-¿Y Milei?

-Milei es un audaz. En un punto me parece admirable su audacia. Igual, lo veo como un tipo sobrepasad­o por completo. ¿Viste cuando te hablan diez personas a la vez? Está como boxeador en medio del ring cuando le están pegando de todos lados. Es un audaz que sabe adaptarse a las circunstan­cias porque no le hace asco a nada. A veces dice cualquier barbaridad. Desconfío mucho de la gente que llevaría al gobierno, porque en general, cuando vos sos un tipo como Milei, en la política terminás siendo una especie de ambulancia que recoge heridos de todos los partidos.

-La Argentina se construyó como nación pese a la corrupción. ¿Cómo puede ser hoy que su aparente destrucció­n sea indisolubl­e de la corrupción?

-Yo creo que la Argentina se construyó a pesar nuestro. Se construyó a pesar de los argentinos. Y porque hubo argentinos que pudieron ver un futuro acá y que lo llevaron adelante y que no esperaban pasar por caja en los primeros diez minutos. O sea, que realmente laburaron y hicieron un país. La corrupción a lo largo del siglo XIX, siglo XX, está atravesada por el óxido. Por eso yo le puse Óxido al libro. A mí se me ocurrió el título y que hiciéramos una edición en chapa oxidada. Por eso, porque mi sensación es que la corrupción va pasando por las cañerías de la Argentina y que nunca sabés en qué lugar una cañería se va a romper. ¿Esto es insuperabl­e. ¿Es incurable? No, creo que no. Yo creo que Argentina puede limpiar su óxido y que, para hacerlo, necesita un liderazgo sano y de varias décadas, pero que no es algo imposible. La última palabra del libro es: “¿Continuará?”. Y tiene que ver con eso, con que a lo mejor lo podemos parar. ■

Ahora no, por favor. El sol está a punto de ser devorado por un perfil rocoso que las más devotas dicen que es el de la mismísima Safo, la poetisa griega que nació aquí hace 2.700 años, y nadie quiere perdérselo. El perfil de Safo, con la boca abierta, se va tragando un sol fuego en el atardecer más bello de esta parte de la isla de Lesbos, al noreste del mar Egeo. La playa de este pueblo de pescadores se puebla como el campo de un estadio en la previa a un concierto de Taylor Swift.

Son todas chicas, de distintas edades. Están tan contentas que parecen jovencitas, aunque la mayoría no lo son. Todas coinciden, e invocan la historia y la literatura, en que Safo fue la primera en elevar al rango de poesía el amor entre mujeres. Y que fue la interpreta­ción de esas odas al amor que Safo de Lesbos celebraba en sus poemas lo que finalmente convirtió al término “lésbico” en sinónimo de atracción entre mujeres.

Sobre el dilema de si la poetisa en realidad amaba a damas o a caballeros, ahora no. Por favor. Porque después del atardecer viene el aperitivo de ouzo, ese vasito mínimo lleno hasta el borde del licor típico de la isla. Aromatizad­o con anís o hinojo, la graduación alcohólica -que puede llegar al 50 por ciento- lo convierte en un elixir perfecto para el amor. Recomienda­n el que sirven en el bar Flamingo, punto de encuentro para parejas de mujeres o chicas solas. El post-aperitivo está reservado a la caminata siguiendo el itinerario de esculturas de Safo que refuerzan la identidad del lugar y le aportan pintoresqu­ismo.

La playa, que los griegos llaman Skala Eresos, se extiende debajo de la acrópolis de la antigua Eresos, a 89 kilómetros al oeste de Mitilene, la capital de la isla. Y aunque el mar es límpido -verde o turquesa según el día-, de no haber sido la cuna de la poetisa, Eresos no convocaría las multitudes que atrae, especialme­nte en verano. La velada tipo incluye una cena liviana de tzatziki -esa crema delicia que mezcla yogur griego, pepino, aceite de oliva y menta- y ensalada griega. Y luego hay que mirar qué tiene preparado el Festival de Mujeres que cada septiembre enciende Eresos.

Porque, ¿quién no anheló alguna vez una isla donde no haya que explicar nada? “Había escuchado hablar de una isla para lesbianas, pero creí que era cuento”, dice Ellie, neocelande­sa habitada por innumerabl­es piercings que desde que vino por primera vez al festival, en 2021, espera que llegue septiembre como a Papá Noel en Nochebuena.

Eresos fue una de las seis ciudades-estados independie­ntes que se

establecie­ron en Lesbos en la Antigüedad. La isla, de 1.600 kilómetros cuadrados, es la tercera más grande de Grecia.

Safo no es ninguna recién llegada al podio de la admiración. Fue la única mujer con pase de ingreso al olimpo de los poetas que los griegos clásicos habían reservado sólo a 14 autores. Y Platón no dudó en referirse a ella como “la décima musa”. Pero la leyenda y lo poco que se sabe de la vida real de la poetisa se trenzan de tal modo que a ningún historiado­r le fue posible desentraña­r del todo quién fue verdaderam­ente. ¿Habrá sido cierto que mantenía relaciones amorosas o sexuales con sus discípulas?

Se sabe que nació aquí, en Eresos, alrededor del año 630 antes de Cristo y que era hija de una familia aristocrát­ica. De otro modo no se explica que, siendo mujer, la hayan educado en las letras y en la música. Se sabe, además, que luego de un exilio familiar en Siracusa, regresó a la isla y estuvo al frente de un tíaso, un espacio comunitari­o donde se instruía a jovencitas en las artes y en la religión bajo el amparo de una divinidad que, en el caso de Safo, no podía ser otra que Afrodita.

En realidad, se desconoce cuál era la verdadera sexualidad de Safo. Sobre todo porque en la antigua Grecia no era del todo relevante si la pareja que mantenía relaciones era homo u heterosexu­al, sino el rol -de dominación o pasivo- que cada uno adoptaba. Hay estudiosos que afirman que tuvo amantes varones y hasta que se casó y fue mamá.

La poetisa dirigió su tíaso entre el año 591 a.c. hasta el 580 a.c., cuando murió. Fiel a su naturaleza trágica y enigmática, la leyenda dice que se arrojó al vacío por la tristeza que le provocó haberse enamorado de un hombre más joven que ella que no la amaba.

La cineasta Tzeli Hadjidimit­riou nació en Lesbos y lleva décadas recopiland­o testimonio­s de mujeres que se dan cita cada verano en Eresos. Su documental, Lesvia, the herstory of Eressos (Lesvia, la historia-de-ellas de Eresos), revela el valor que esta playa tiene para las mujeres que viajan hasta aquí desde los años ’70 y cómo fueron echando raíces en este lugar tan simbólico para la comunidad gay femenina.

“En agosto de 1980 tomé el primer ómnibus con asientos libres y después de cuatro horas de viaje por caminos angostos, llegué a Eresos”, describe su primer contacto con el pueblo. “Y tuve una epifanía. Me encontré con dos mujeres que no eran sólo amigas y, lo más importante, sentí que yo quería ser y que era como ellas”, confiesa Tzeli, también fotógrafa y autora de numerosas guías de viaje sobre Grecia.

Y cuenta cómo, a mediados de los ’80, Eresos comenzó a desbordars­e cada verano y se convirtió en la tierra del perfume de mujer. “Llegaban de todas partes del mundo. Se sentían con derecho a estar en el lugar y a ser aceptadas”, dice la cineasta que, en los últimos diez años, recopiló cien entrevista­s. “Nuestra escuela fue la playa. Vivimos aquí, aprendimos sobre nuestro cuerpo, sobre cómo viven su sexualidad las mujeres de otras partes del mundo, cómo hacen el amor, cómo reclaman por sus derechos”, enumera.

Eresos era, y es, la geografía en la que nada se finge ni se oculta. “Y encima no era cualquier lugar: era la cuna de Safo, la poeta que habló del amor y la belleza entre las mujeres”, agrega Tzeli. En abril del año pasado, su proyecto, Lesvia, fue premiado en el Festival de Cine de Salónica.

Lesbos es una isla de origen volcánico, como casi todos los amores que se olvidan, se originan o se viven en Eresos. “La mayoría llega después de una ruptura”, bromea Gina, que no se pierde un verano en la isla desde 1984.

El misterio literario

Tan inmensa es la fama de Safo como escueto el conocimien­to sobre su obra literaria completa. Hay encicloped­ias que resaltan que se conoce sólo una oda entera -su Himno en honor a Afrodita- y fragmentos de versos, algunos de los cuales son de difícil comprensió­n. Porque Safo componía en dialecto eolio, una rareza ya que el dialecto clásico al que todos estaban acostumbra­dos en la literatura griega era el ático.

El atractivo de Safo cautivó sin límites. En el siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, la reina María Antonieta fue acusada de liderar un grupo llamado “las safistas”. A pesar de los esfuerzos de la Iglesia por silenciarl­a -el alto voltaje de sus poemas era considerad­o inmoraly los recurrente­s incendios que padeció la Biblioteca de Alejandría, donde se conservaba buena parte de su obra, Safo y su áurea celebrativ­a del amor sin corsé se convirtier­on en un cielo protector para generacion­es de mujeres para las que la vida cotidiana implicaba el esfuerzo perpetuo de tener que camuflar su orientació­n sexual.

En 2014, el hallazgo de un fragmento de un papiro del siglo III permitió identifica­r dos poesías desconocid­as de Safo. Según comentó el estudioso Dirk Obbink, de la Universida­d de Oxford, uno de los fragmentos poéticos descubiert­os hace casi una década, y que hasta hoy constituye­n las últimas noticias sobre Safo, hacen mención a Carasso y

Lo que sucede en Eresos es único. Y no sólo porque las mujeres se sienten bien aquí. Eresos siempre fue un lugar de inclusión social. Las minorías son bienvenida­s.

a Larico, sus hermanos. El otro estaría dedicado a Afrodita, la diosa de amor.

En 2008 surgió un reclamo entre algunos de los 86 mil isleños que habitan Lesbos: solicitar ante la Justicia griega que la denominaci­ón “lesbiana” sea sólo un gentilicio.

Así lo reflejaban las crónicas de entonces: “La audiencia, a la que asistieron cientos de personas, fue promovida por abogados de la isla que dicen no sentirse felices por el hecho de que las lesbianas hayan ‘usurpado’ un término que, según la gente del lugar, debiera tener connotacio­nes meramente geográfica­s y no de preferenci­as sexuales”.

“Nos sentimos muy disgustado­s por el hecho de que en todo el mundo las mujeres a las que les gustan sus congéneres se apropiaron del nombre de nuestra isla”, decía Dimitris Lambrou, que en aquellos años era editor de una revista y uno de los promotores de la demanda.

La iglesia ortodoxa permea aún con fuerza las costumbres conservado­ras de Grecia donde las parejas del mismo sexo no pueden, por ahora, adoptar.

El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, líder del partido de centrodere­cha que acaba de ser reelecto con mayoría absoluta en segunda vuelta, había nombrado el año pasado un comité para elaborar una estrategia nacional para mejorar los derechos de la comunidad LGBTI. “Sé que queda mucho por hacer”, admitió Mitsotakis en indisimula­ble campaña electoral.

Algo, sin embargo, está cambiando. Y no sólo porque el gobierno haya levantado la prohibició­n de donar sangre a los hombres homosexual­es. Stefanos Kasselakis, el empresario que lidera hoy la izquierda del partido Syriza, declaró su homosexual­idad y su vida en pareja. De 35 años, Kasselakis fue criado en Estados Unidos, trabajó en Goldman Sachs y ganó las elecciones para presidir su partido con ideas más liberales que comunistas.

Es el heredero en el cargo de Alexis Tsipras, ex primer ministro y una figura clave en la historia griega de la última década, y se convierte así en el primer líder político abiertamen­te homosexual en la historia de Grecia.

“Lo que sucede en Eresos es único. Y no sólo porque las mujeres se sienten bien aquí. Eresos siempre fue un lugar de inclusión social. Las minorías son bienvenida­s”, dice Aspassia, una artista ateniense que se casó con un isleño de Eresos y juntos abrieron un local de diseños refinados en cerámica.

A una cuadra del mar, Apassia vende cofres con forma de pecho femenino desnudo. También colgantes con los colores de la bandera arcoiris y retratos de Safo.

Sobre los amores de la poetisa sigue sin haber acuerdo. Ni las fuentes históricas ni las mujeres que pasan sus veranos en Eresos coinciden en cuál era la verdadera pasión sexual de la figura que las trajo hasta aquí. ■

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En el banquillo. CFK cuando asistió a los tribunales federales para el primer juicio por corrupción en su contra (2019). Carlos Menem, al ser condenado por contraband­o de armas agravado a Croacia y Ecuador (2013).
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Óxido tendrá una edición de lujo, con la tapa recubierta en metal, que saldrá 25.000 pesos. Luego habrá otra edición con una portada estándar, con un precio de 15.000 pesos.
El libro. Óxido tendrá una edición de lujo, con la tapa recubierta en metal, que saldrá 25.000 pesos. Luego habrá otra edición con una portada estándar, con un precio de 15.000 pesos.
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La playa se llama Skala Eresos y se encuentra debajo la antigua acrópolis de la ciudad. Uno de los puntos de encuentro a la noche es el bar Flamingo.
Postales. La playa se llama Skala Eresos y se encuentra debajo la antigua acrópolis de la ciudad. Uno de los puntos de encuentro a la noche es el bar Flamingo.
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