Pioneros en Palermo
Una propuesta de calidad que apostó a los sabores porteños-mediterráneos y a las brasas.
Mario Kirchuk y Claudio Klamfer son dos arquitectos que en 2001, a causa de la crisis, tuvieron que replantear sus vidas. Un día, mientras recorrían las calles de Palermo Viejo, notan una impactante casona antigua con un gran patio. Surge la idea de transformarla en un restaurante. La movida naciente del barrio los empuja a perseverar en esa intuición, a pesar del contexto económico adverso. En ese momento la zona no ofrecía mucha calidad.
En 2003 esa idea se transformó en realidad. Pasaron veinte años y la propuesta sigue vigente. Hoy la cocina está liderada por el chef Néstor Contreras. La gerencia operativa está a cargo de Clara del Castillo.
El menú ofrece una secuencia de platos confortables, abundantes y de sabores intensos cuyos matices oscilan entre reminiscencias porteñas, pinceladas mediterráneas y las brasas. El roll cilíndrico (espiralado) de provoleta es dorado, hojaldrado y crocante. Su corazón revela tomates asados, albahaca y un corazón lácteo que fluye al corte para encontrar una salsa romesco y tiernas rodajas de berenjenas asadas.
Los ravioles de osobuco bourguignon son grandes. Opulentos. El relleno es húmedo, sabroso y reconocible. La masa presenta textura y espesor adecuados. Combinan muy bien con el sabor delicado del mascarpone, el aroma de la albahaca y la frescura del concassé de tomatitos.
El asado martillo es tan tierno que se corta con un grisín. Mérito de una doble cocción. Lo acompañan chimichurri, salsa criolla y ajos confitados en vinagre balsámico.
Cierre dulce con una creme brûlée de dulce de leche muy sensual. Carta de vinos contundente. Atención cordial y eficiente. ■