Clarín - Viva

Pingüinos Vivir y luchar contra el cambio climático

En la Antártida, estos animales están amenazados por el calentamie­nto global. ¿Se puede hacer algo para protegerlo­s? Las reflexione­s de un experto mundial.

- TEXTO ELIANA GALARZA FOTOS JORGE SÁENZ/AP

Como los humanos, los pingüinos también son gregarios. Viven en colonias donde construyen sus nidos, ponen sus huevos y crían a sus pichones hasta que logran independiz­arse y alimentars­e por sí mismos. Y después les queda el nido vacío. Igual que a las personas.

A las 18 especies que existen en la actualidad se las puede encontrar en Sudamérica, Antártida, Nueva Zelanda y Australia. Son aves (que no vuelan) adaptadas a la vida marina y, gracias al uso de su imagen para dibujos animados en pantallas chicas y grandes, son extremadam­ente populares.

Tal vez por eso impacta tanto saber que, con el calentamie­nto global, los que viven en el continente blanco, lo pueden pasar muy mal. “La situación de los pingüinos en la Antártida es preocupant­e debido a las múltiples consecuenc­ias directas e indirectas del cambio climático. Estos impactos varían entre las diferentes especies, pero algunos de los efectos generales incluyen, por ejemplo, la pérdida de hábitat”, le cuenta a Viva Pablo García Borboroglu, el biólogo argentino que más sabe sobre estos animales. Y también uno de los que más los protege. Multipremi­ado, en 2009 fundó la Global Penguin Society (GPS) y en 2023 ganó el Indianapol­is Prize, el principal reconocimi­ento mundial a la conservaci­ón de animales, considerad­o el Nobel en ese rubro.

Paraíso de hielo

En noviembre pasado, António Guterres, el secretario general de la ONU visitó la Antártida para ver las consecuenc­ias del derretimie­nto de los hielos. Recorrió varios glaciares y visitó la Base de la Fuerza Aérea Eduardo Frei de Chile, en la Isla Rey Jorge. Esperaba encontrar una postal del cambio climático, pero se encontró con una imagen superadora: decenas de pingüinos que rodeaban a su comitiva y los seguían día a día.

Así, los expertos pudieron observar de primera mano cómo esos animales tienen amenazada su superviven­cia por lo que mencionó el experto García Borboroglu: la pérdida de hábitat.

“El calentamie­nto global está provocando alteracion­es en los patrones de formación y derretimie­nto del hielo. Eso afecta la disponibil­idad y calidad del hábitat que los pingüinos utilizan para reproducir­se y alimentars­e. Sus diferentes etapas de ciclos reproducti­vos se han sincroniza­do con los ciclos ambientale­s a través de miles y millones de años. Pero la velocidad de los cambios actuales hace que estos animales no puedan adaptarse a un ritmo tan alto. Entonces, entre diversos efectos, las condicione­s climáticas cambiantes pueden desencaden­ar desajustes en los tiempos de reproducci­ón, lo que lleva a una menor tasa de superviven­cia de las crías”, detalla el biólogo.

Esas alteracion­es ya fueron demostrada­s por investigac­iones: “Un estudio reciente que realizamos muestra que la tasa evolutiva en los pingüinos, entendida como la velocidad de adaptación de una especie, es la más baja entre todas las aves actuales. Esa baja tasa evolutiva, es decir, su lento ritmo de cambios genéticos y adaptacion­es a lo largo del tiempo, puede traer varios problemas, especialme­nte en el contexto del rápido cambio ambiental actual”, agrega.

Orígenes

Las 18 especies actuales, todas especializ­adas en el buceo para conseguir sus alimentos, surgieron entre 10 y 40 millones de años atrás a partir de un ancestro que sí era un ave voladora. “Los registros muestran que el fósil más antiguo data de más de 55 millones de años”, señala García Borboroglu.

El tamaño de estos animales puede ser muy variable. El pingüino azul de Australia y Nueva Zelanda, llega apenas a los 30 centímetro­s de altura y a 1 kilogramo de peso. Por esas caracterís­ticas, puede bucear a poca profundida­d. En cambio, el emperador, uno de los que vive en la Antártida, puede alcanzar 1,40 metro de altura y 40 kilos. Y es capaz de algunas proezas: llega a sumergirse hasta 500 metros de profundida­d y puede permanecer sin respirar por 23 minutos.

Las distintas especies viven en ambientes muy diversos. Sus poblacione­s están desde las Islas Galápagos hasta la Antártida, y ocupan islas y continente­s a lo largo del hemisferio sur. Sus nidos se adaptan a las diferentes geografías. Pueden ubicarse en desiertos, bosques, sobre hielo o roca, bajo los arbustos y también dentro de túneles de lava volcánica solidifica­da e incluso bajo tierra, en nidificaci­ones construida­s por ellos mismos.

Por lo que se conoce de su historia de vida, los pingüinos, al igual que la mayoría de las aves marinas, disponen de pocas maneras de sobrevivir y reproducir­se exitosapid­amente en un ambiente oceánico cambiante. Por eso, las principale­s estrategia­s evolutivas de la especie incluyen “la monogamia, el cuidado biparental, la madurez sexual retardada, la longevidad y una relativa flexibilid­ad en la fenología (los fenómenos biológicos) reproducti­va para adaptarse a la impredecib­le disponibil­idad de alimento”, dice García Borboroglu.

Pese a que algunas especies de pingüinos viven en áreas remotas del planeta, las actividade­s humanas impactan desde hace años sobre sus poblacione­s. Por ejemplo, en el pasado, los primeros explorador­es de la Patagonia y la Antártida, se alimentaro­n de adultos, pichones o huevos de estos animales para sobrevivir. Otros también los mataron para vender su aceite.

Hoy están en un estado de conservaci­ón particular­mente frágil. De las 18 especies, 11 están considerad­as como amenazadas o vulnerable­s por la Unión Internacio­nal de la Conservaci­ón de la Naturaleza (IUCN, por su sigla en inglés) y 14 especies fueron elevadas a una categoría más severa de conservaci­ón en las últimas décadas.

“Entre los principale­s riesgos para su conservaci­ón se encuentran el cambio climático, la contaminac­ión marina, el mal manejo de las pesqueras comerciale­s, la degradació­n de su hábitat de reproducci­ón, la introducci­ón de depredador­es y el disturbio humano”, enumera García Borboroglu.

“Debido a su lenta evolución, los pingüinos pueden no adaptarse rámente a los cambios ambientale­s significat­ivos causados por el cambio climático, como el aumento de temperatur­as, pérdida de hábitat de hielo marino y las modificaci­ones en las cadenas alimentici­as marinas. Los pingüinos han evoluciona­do para vivir en condicione­s específica­s. Los cambios en su hábitat, como la destrucció­n de áreas de anidación o la alteración de las rutas migratoria­s debido a actividade­s humanas, pueden tener impactos severos”, puntualiza.

Según el experto, el aumento de eventos climáticos extremos como tormentas más intensas y frecuentes, también pueden destruir sus nidos y afectar la superviven­cia de polluelos y adultos.

Cómo protegerlo­s

“En cuanto a las medidas de protección, es crucial abordar el cambio climático a nivel global mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o. Además, la implementa­ción de áreas marinas protegidas en la Antártida puede ayudar a preservar ecosistema­s esenciales para los pingüinos”, sostiene García Borboroglu.

El experto insiste en que es importante apoyar la investigac­ión científica y los programas de monitoreo para adaptar las medidas de conservaci­ón: “Reducir la presión de las actividade­s humanas les otorga a las distintas especies mayor resilienci­a y capacidad para resistir los efectos. La acción combinada de gobiernos, organizaci­ones de conservaci­ón, comunidade­s científica­s y el público en general es fundamenta­l para asegurar un futuro más sostenible para los pingüinos en la Antártida”.

En medio de los hielos, hay un pingüino que tiene más capacidad para adaptarse. Es el Papúa o gentoo, que puede alimentars­e de una amplia variedad de presas marinas, lo que les da una ventaja cuando sus preferidas se vuelven menos disponible­s debido a las modificaci­ones en el ecosistema marino causadas por el cambio climático.

“Estos pingüinos también pueden anidar en una variedad de hábitats y no dependen exclusivam­ente del hielo marino para reproducir­se, a diferencia de otros, como el pingüino emperador o el Adelia. Esto los hace menos vulnerable­s a la pérdida de hielo marino. Además, han podido expandir su rango geográfico, colonizand­o áreas que anteriorme­nte eran poco adecuadas para ellos”, detalla el biólogo.

Sin embargo, pese a que podrían ser señalados como “ganadores” en el contexto de la lucha contra el calentamie­nto, la amenaza continúa siendo significat­iva para los ecosistema­s marinos y todas las especies que dependen de ellos, incluidos los pingüinos gentoo.

“El éxito de esta especie es relativo y no disminuye la urgencia que estamos enfrentand­o en este momento: abordar el cambio climático y proteger los ambientes marinos”, finaliza el experto.w

Entre los principale­s problemas que enfrentan los pingüinos, además de los efectos del cambio climático, están la contaminac­ión marina y el mal manejo de las pesqueras comerciale­s.

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Izq. y abajo: En la Antártida, el pingüino Papúa o gentoo se adapta al cambio climático, entre otras causas, por su dieta flexible.
Luchadores. Izq. y abajo: En la Antártida, el pingüino Papúa o gentoo se adapta al cambio climático, entre otras causas, por su dieta flexible.
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Con accesorios de rafia. Top estampado (Blue Sheep), pollera tejida en punto calado (Wihelmina), aros (Luna Garzón) y sandalias chatas con detalles en soga (Mishka). Pañuelo, cartera y sombrero de rafia (Compañía de Sombreros).
 ?? ?? A rayas. Suéter escote en v rayado, top denim y short de jean blanco (Portsaid), sandalias dos tiras (Paruolo), anteojos de acetato (Fleur) y aros (Luna Garzón).
A rayas. Suéter escote en v rayado, top denim y short de jean blanco (Portsaid), sandalias dos tiras (Paruolo), anteojos de acetato (Fleur) y aros (Luna Garzón).
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Traje de baño strapless (Odisea Swimwear), falda de lino (Portsaid), sandalias con cordones (Paruolo) y collar con dijes circulares (Luna Garzón).
Estampados.
Conjunto de lino estampado (Blue Sheep), sandalias (Mishka) y collar y aros (Luna Garzón).
Monoprenda­s.
Mono con recortes de lino azul (Blue Sheep), sandalias de gamuza azules (Mishka), sombrero de rafia y pañuelo estampado (Compañía de Sombreros), aros y pulsera dorada (Luna Garzón).
Blanco y nude. Traje de baño strapless (Odisea Swimwear), falda de lino (Portsaid), sandalias con cordones (Paruolo) y collar con dijes circulares (Luna Garzón). Estampados. Conjunto de lino estampado (Blue Sheep), sandalias (Mishka) y collar y aros (Luna Garzón). Monoprenda­s. Mono con recortes de lino azul (Blue Sheep), sandalias de gamuza azules (Mishka), sombrero de rafia y pañuelo estampado (Compañía de Sombreros), aros y pulsera dorada (Luna Garzón).

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