Dudas e inconsistencias en la declaración jurada de Nisman
A través de un trámite personal ante la Procuración General de la Nación que duró casi el doble de lo previsto, Clarín pudo acceder a las declaraciones juradas que Alberto Nisman presentó entre 2010 y 2014, y que contradicen el discurso de Diego Lagomarsino, su colaborador informático dentro de la fiscalía, y siembran preguntas sobre la transparencia de su situación financiera.
En esos cinco años, Alberto Nisman jamás declaró una cuenta bancaria en el exterior, ni inmuebles fuera de la Argentina.
Es decir que el “campo” que según Lagomarsino Nisman tendría en Uruguay sería “inexistente” para el Estado. Hace tres semanas, el técnico informático había admitido ser cotitular junto a la madre y la hermana del fiscal de una cuenta en el banco Merrill Lynch de Nueva York, de la cual –afirmó– hizo dos extracciones de unos 2.500 dólares para pagar gastos de “un terreno en Uruguay”. Esa cuenta está ahora bajo la lupa de la justicia (ver página 3).
Pero según sus declaraciones, y pese al holgado ritmo de vida que llevaba, el fiscal contaba con muy pocos bienes reconocidos. Sólo tenía el 50% de una propiedad compartida con su ex mujer, Sandra Arroyo Salgado, dos tarjetas de crédito (Visa y American Express) y dinero en efectivo.
Sus ahorros fueron aumentando paulatinamente con el tiempo, aunque tuvieron un salto importante en 2013: según la declaración presentada ese año, Nisman atesoraba 60.000 pesos, mientras que un año después esa cifra se elevó a 105.000 pesos, es decir, se incrementó en casi un 40%.
Clarín también halló otra curiosidad en las cuentas de Nisman. Según la declaración de 2011, el fiscal trabajó durante un tiempo no detallado en la ciudad de Miami, con autorización de la Procuración General de la Nación y en calidad de “colaborador”, por lo que cobró un monto total de 50.000 pesos. Fue su único ingreso extra salarial en todo el período.
Ese mismo año, por motivos no especificados, Nisman “tachó” las celdas donde debía figurar su sueldo como miembro del Ministerio Público Fiscal. O sea, su único ingreso declarado.
El director de la UFI AMIA jamás declaró deudas, ni la posesión de títulos, fideicomisos y acciones en sociedades anónimas. Tampoco tuvo joyas, ni autos a su nombre.
La fiscal Fein ya bucea en las contradicciones y lagunas que agujerean el patrimonio de su colega.