Se agudiza la tensión entre Dilma y el Congreso brasileño
La presidenta, presionada por su aliado PMDB
Un revés político de alto voltaje elevó ayer la tensión entre el gobierno de Dilma Rousseff y el Congreso brasileño. La presidenta debió nombrar de urgencia a su vice Michel Temer como nuevo titular de la secretaría de Relaciones Institucionales, un puesto clave en el gabinete cuya misión es articular las relaciones entre el poder Ejecutivo y el Parlamento. El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), había “vetado” en los hechos la designación para el cargo de su correligionario Eliseu Padilha, actual ministro de Aviación Civil.
La crisis entre Dilma y Cunha puso en evidencia el intento de este líder parlamentario de cercar a la presidenta y mostrar que se le hará difícil gobernar sin el visto bueno de la Cámara Baja. La fortaleza revelada por Cunha deviene de la necesidad que tiene el gobierno de aprobar leyes que refuercen el plan de ajuste. Este diputado, uno de los investigados como “beneficiario” de la corrupción en Petrobras, se manejó hasta ahora en una relación tete à tete con el ministro de Hacienda Joaquim Levy. Ayer se reunió con él para acordar la votación de una ley para tercerizar puestos de trabajo en el Estado y reducir beneficios de los trabajadores.
Dilma debió resignarse a dimitir a su ahora ex ministro de Relaciones Institucionales Pepe Vargas, del PT, a quien ella misma había elegido para ese puesto. Cunha le había hecho el vacío a este diputado, a quien nunca recibió. La crisis venía desde la semana pasada y el ex presidente Lula da Silva sugirió a Dilma poner en el cargo a alguien del PMDB. El nombre pensado por ambos era el de Padilha, un tradicional político brasileño. Pero Cunha les avisó que iban al fracaso.
Además, a Dilma se le sumó ayer un nuevo frente crítico, con los dirigentes sindicales. Los sindicalistas rechazan la sanción de una ley que restringe el seguro de desempleo y beneficios previsionales.