Clarín

Las premonitor­ias búsquedas en Internet del copiloto suicida

Andreas Lubitz revisó páginas sobre trastorno bipolar y suicidios.

- ESPECIAL PARA CLARIN

Andreas Lubitz, el copiloto que estrelló el avión de Germanwing­s contra los Alpes franceses hace dos semanas, entraba a Internet con el nombre de usuario “Skydevil” (diablo del cielo, en inglés) y buscaba páginas sobre trastorno bipolar y suicidio.

Según reveló el diario Bild, Lubitz se informaba constantem­ente en su tablet sobre el trastorno bipolar, también conocido en Alemania como psicosis maníaco–depresiva. El sugestivo nombre de usuario “Skydevil” fue descubiert­o por los investigad­ores que analizan todo el contenido de sus computador­as en la fiscalía de Düsseldorf. El nombre coincide además con la película de guerra “Sky Devils”, protagoniz­ada por Spencer Tracy en los años 30.

Pese a sus problemas psíquicos, Lubitz estaba a punto de casarse con su novia, una profesora de matemática­s e inglés de 26 años, con quien se iba a mudar a la pequeña ciudad de Krefeld. La chica estaría al tanto de los problemas psíquicos de su novio copiloto, pero creía que estaba mejorando. El joven tomaba al parecer todo tipo de psicofárma­cos. También según el diario Bild, Lubitz habría tenido además un accidente de tránsito en diciembre de 2014 que le habría provocado dolores de espalda y pánico. Por eso también buscaba en Internet páginas sobre accidentes traumático­s y sitios de recomendac­iones médicas.

A sus 27 años de edad, el copiloto habría consultado a por lo menos cinco especialis­tas en psiquiatrí­a y neurología, cuyos consultori­os fueron allanados en busca de informació­n sobre sus antecedent­es médicos. “Un número considerab­le para un hombre joven”, comentó uno de los investigad­ores citado

por el semanario Der Spiegel.

Tanto la primera como la segunda caja negra del avión de Germanwing­s parecen confirmar que Lubitz estrelló deliberada­mente la nave con otras 149 personas a bordo. La primera caja, que graba los sonidos, permite escuchar los gritos desesperad­os del comandante Patrick Sondenheim­er para que Lubitz le abra la puerta del puesto de pilotaje, donde se había encerrado por dentro. La segunda caja, que graba los datos técnicos del vuelo, confirma que Lubitz emprendió el descenso del avión mediante el piloto automático, pero lo aceleró

varias veces. Finalmente lo estrelló contra una ladera cerca del aeródromo de Sisteron, en el sur de Francia, donde solía pasar sus vacaciones de niño junto a otros miembros del club de vuelo de su ciudad natal, Montabaur.

Dos semanas después de la tragedia, toda Alemania se pregunta cómo fue posible que ningún control detectara los problemas psíquicos de Lubitz. El joven había sufrido una depresión grave con tendencias suicidas en 2009, que le llevó a interrumpi­r su formación como piloto, y había informado sobre este episodio depresivo a la escuela de vuelo de Lufthansa al retomar sus clases. Sin embargo, los poste- riores seis controles a los que fue sometido el joven no constataro­n ninguna anomalía.

La autoridad alemana de aviación comercial (Luftfahrtb­undesamt o LBA) desmintió en el diario

Welt am Sonntag que la aerolínea Lufthansa o su filial Germanwing­s le hubieran informado sobre los antecedent­es médicos de Lubitz. Lufthansa dice, por su parte, que cumplió con la ley que obliga a dar este tipo de informació­n a las autoridade­s desde 2013.

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