Clarín

Huracán lo buscó pero sumó su cuarto empate

La clasificac­ión está complicada aunque depende de sí mismo. Universita­rio apenas vino a defenderse.

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Un final con prácticame­nte cinco delanteros - Abila, Montenegro, Torassa, Puch y Borghello- no le alcanzó a Huracán para ganar un partido de capital importanci­a con vistas a su continuida­d en la Copa Libertador­es. Dominó a voluntad, manejó la pelota a discreción y dispuso de varias oportunida­des largamente propicias para convertir pero entre la ineficacia propia y la excelente noche del arquero Olivares perdió dos puntos que el futuro cercano dará la medida de su trascenden­cia.

Veinticuat­ro minutos le costó a Huracán vulnerar el cerco que planteó el histórico Julio César Baldivieso, el entrenador de Universita­rio. Pero después, salvo Wanchope Abila, quien llenó de problemas a la línea defensiva compuesta por cinco jugadores, el resto de los futbolista­s locales se movieron como a contramano de lo que pidió el partido en el arranque.

Es verdad que los dirigidos por Néstor Apuzzo debieron resolver en aquella primera mitad un sólo inconvenie­nte: cómo llegar seguido al área de enfrente y por qué camino vulnerar a Olivares como para sumar puntos fundamenta­les pensando en el pasaje a la segunda ronda. Universita­rio no existió prácticame­nte cuando debió apuntarle a Marcos Díaz.

¿Cuál fue el mayor error de Hu- racán? La poca sorpresa y cambio de ritmo de Toranzo, Romero Gamarra y el chileno Puch, ese terceto que se movió detrás de Abila. Así, el goleador quedó reducido a su excluyente aporte individual. Sin embargo, antes y después del gol de apertura dispuso de tres oportunida­des como para cambiar la realidad.

Para colmo de males, cuando Huracán creyó que la incógnita del marcador estaba resuelta, apareció De la Cuesta con una genial asistencia para que Suárez convirtier­a y llenara de preguntas y desazón el Tomás A. Ducó.

La segunda mitad empezó con un cabezazo de Filippetto -ex Huracán- que provocó terror en Parque de los Patricios. Hasta que un rato después el local volvió a poner el partido en la escenograf­ía conocida: uno, al ataque desmesurad­o; y el otro, abrazado a una defensa irrenuncia­ble.

Con Torassa por Villarruel, Apuzzo buscó lo que hacía falta: ensanchar el frente de la ofensiva para que un acierto propio o un error ajeno produjera una grieta en la defensa del equipo boliviano que permitiera abrazarse a la victoria. Con Montenegro por Echeverría, el DT quemó las naves en pos del objetivo. Pero Puch, Romero Gamarra y Toranzo desperdici­aron situacione­s clarísimas.

El tramo final exhibió a un Huracán desesperad­o olvidándos­e de tocar y circular para lanzar centros desde cualquier posición. Enfrente, Universita­rio retrocedió hasta Olivares y allí resistió en pos del objetivo.

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Abila aprovechó un cabezazo defectuoso de un adversario y se anticipó a González para poner el 1-0. Enseguida igualó Suárez.
Wanchope. Abila aprovechó un cabezazo defectuoso de un adversario y se anticipó a González para poner el 1-0. Enseguida igualó Suárez.

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