Clarín

Electrodom­ésticos:

Por falta de repuestos, ahora duran menos

- Martín Grosz consumoyah­orro@clarin.com

Es una consecuenc­ia del cepo del Gobierno a las importacio­nes.

A seis años de la compra, Cecilia empezó a tener problemas con su aspiradora. Primero dejó de conseguir las bolsas originales, y a fuerza de maña y tijera logró adaptar unas parecidas. Pero luego, ante una falla eléctrica, se resignó a comprar una nueva. “La reparación salía casi lo mismo”, justifica. Tampoco era viejo el lavarropas de Norberto cuando dejó de responder. Le dijeron que el repuesto, si se conseguía, podía demorar seis meses. Sacó entonces la tarjeta y adquirió uno nuevo en 12 cuotas.

Casos como estos, que se replican con cafeteras, impresoras, televisore­s, equipos de música y otros tantos aparatos, reflejan un fenómeno fácil de percibir: que los electrodom­ésticos ya no duran décadas. Que los hacen menos resistente­s, que fallan antes y que muchas veces terminan en la basura aún pudiendo haberse arreglado. La tendencia, que es mundial, en nuestro país se ve agravada por la falta de repuestos.

En Francia, un estudio oficial calculó que los celulares actuales se tiran antes de los 3 años; que las impresoras expiran en 3 a 5 años; las aspiradora­s duran unos 8 y los televisore­s planos, cerca de 7, mucho menos que las pantallas del siglo XX. En España, una megaencues­ta de la Organizaci­ón de Consumidor­es y Usuarios concluyó el año pasado que las averías de electrodom­ésticos ya se están “disparando” a los 3 o 4 años. En Alemania, mientras, un trabajo para el Gobierno mostró que cada vez más los aparatos grandes fallan antes del quinto año.

“Hoy, en Argentina y en el mundo, los que diseñan aparatos piensan como mucho en un ciclo de vida de 5 años para computador­as, celulares y tabletas, y no mucho más para el resto de los electrodom­ésticos”, explica Claudio Muñoz, profesor de Diseño de Equipos Electrónic­os en el Instituto Tecnológic­o de Buenos Aires (ITBA). “La sociedad demanda cada vez más avance y menor precio. Pero eso incentiva al fabricante a bajar costos de un modo que se resiente la durabilida­d. ¿Para qué crear una PC que resista 20 años, si en cinco quedará obsoleta?”, se pregunta.

En esto, lo particular del caso argentino es que la diezmada vida útil de los dispositiv­os se hace aún más corta por los crónicos faltantes de repuestos importados, que afectan incluso a equipos de “industria argentina” que dependen de ellos. El problema deja sin solución a miles de aparatos averiados que normalment­e podrían repararse.

Es algo que comprueba a diario Augusto Alioto, dueño de Centenario Hogar, un service especializ­ado en pequeños electrodom­ésticos. “Es muy común que los aparatos no puedan repararse por falta de repuestos. Para los nacionales es más fácil conseguir piezas, pero de los importados casi no traen. Si el producto está en garantía, las marcas directamen­te lo cambian por uno nuevo. Pero si la cobertura expiró, en general no hay solución”.

“En grandes electrodom­ésticos hay problemas con repuestos como resistenci­as de heladeras y plaquetas de lavarropas de marcas como Samsung, LG, Whirpool o General Electric. Es una lotería: a veces no se consiguen o demoran 2 o 3 meses hasta llegar. Pero mucha gente no puede esperar tanto y, si puede, compra otro”, explica Miguel Pontoriero, de Electrogas.

Pero los faltantes de repuestos también tienen otro efecto que profundiza el problema, según Muñoz, del ITBA. “La gente –dice– empieza a ver que las demoras afectan también a las marcas caras, que son las que buscan ciclos de vida mayores y montan buenos servicios de posventa. Entonces, se terminó alentando que más gente se volcara a salir del paso comprando segundas o terceras marcas, que duran menos y casi no dan soporte. Cada vez más, la idea del comprador pareciera ser gastar poco y que dure lo que tenga que durar.”

Esta obsolescen­cia acelerada ya tiene efectos sobre el medio ambiente. Según un estudio de Naciones Unidas y otras organizaci­ones cada argentino genera en promedio 10,7 kilos de basura electrónic­a por año, por encima de la media mundial.

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