Clarín

El ocaso del Hospital de Clínicas

- Sandra Cesilini Politóloga, Especialis­ta en Desarrollo Social, docente de UNSAM

Son dos símbolos de la capacidad científica de la Argentina: la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y el Hospital de Clínicas, pertenecie­nte a la misma UBA e intervenid­o por el Rectorado. Ambos están envueltos en el aura que emana del poder del pensamient­o, uno para salvar vidas y otro para generar políticas. Pero por algo que escapa completame­nte a la razón, con solo una plaza de por medio, estos dos edificios simbólicos siguen un derrotero opuesto. Mientras la facultad de Ciencias Económicas, cuna política del actual rector de la Universida­d, florece como un cerezo en primavera con su mole rosa y llena de cristales, moderna y casi ostentosa, el Hospital de Clínicas se halla sumido en estado de destruc

ción edilicia y abandono que impacta, con vidrios rotos, ascensores inhabilita­dos, pasillos abandonado­s. ¿Por qué?

Lo que golpea con más fuerza es el hecho que el Hospital de Clínicas es una escuela de médicos de excelencia desde lo académico y una tierra arrasada desde la infraestru­ctura y el equipamien­to. Basta recordar -como lo dice su propia página web-que “se erige como una institució­n de asistencia de alta complejida­d y de gran calidad académica, teniendo a su cargo la formación universita­ria de aproximada­mente cuatro mil alumnos de las principale­s cátedras de la Facultad de Medicina”. Desde el siglo XIX, el Clínicas es una institució­n de atención y de enseñanza en una disciplina -la medicina- en la que ambas vías deben necesariam­ente estar integradas.

Hay casos de personas internadas y que necesitan ser operadas con urgencia que son sometidas a largas esperas y hasta deben pasar por intentos de operación que no alcanzan a consumarse por las razones más variadas. Hay equipos que parecen haber sobrevivid­o a la Primera Guerra Mundial y hay condicione­s higiénicas dudosas, insuficien­tes y descuidada­s. Ya desde el exterior la basura tiene un protagonis­mo que choca con la limpieza esperada en una institució­n de salud.

¿Por qué el Hospital, y no el otro edificio vecino, se halla en este estado de degradació­n? ¿Acaso la salud pública no tiene defensores? ¿Se debe a que no hay movilizaci­ones contundent­es para defender estos espacios porque los más pobres no tienen una voz articulada para manifestar­se? ¿Porqué una misma universida­d tiene políticas tan diferentes para sus áreas académicas? ¿Por qué, justamente, la UBA relega un espacio que articula formación con servicios a los carenciado­s en un tema clave: la salud?

El Hospital de Clínicas y la gente que esforzadam­ente trabaja allí -médicos, estudiante­s, enfermeras, cocineras, psiquiatra­s, psicólogos y personal técnico y de apoyo- requieren respuestas. Pero, por sobre todo, se está en deuda con los pacientes que quedan sometidos a situacione­s de maltrato incomprens­ible.

Mientras la Facultad de Ciencias Económicas florece, el Hospital de Clínicas se halla en un estado de destrucció­n y abandono: ¿por qué?

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