Clarín

El PJ usa el Estado como partido político

- Ricardo Kirschbaum

El peronismo acentúa cada vez más su rol como “partido del Estado”, asentando su poder en los aparatos nacionales y provincial­es

Los kirchneris­tas que creían que con Cristina habían asaltado el Moncada están pasmados. Deberán optar entre Scioli y Randazzo, dos exponentes del peronismo tradiciona­l, afeites más o menos. Es decir, deberán votar a la “derecha”, por usar su propia fraseologí­a. Esa conmoción para esos sectores deriva de que el peronismo es interesant­e en la teoría y ajeno en la práctica. Sin embargo, esa perplejida­d, que no supera la queja en sordina para protegerse de posibles represalia­s futuras, termina cuando se trata de la posibilida­d de seguir utilizando al Estado como partido político. Es entonces cuando las diferencia­s se atenúan y las grandes contradicc­iones se resuelven por otros medios.

Ya se sabe: el peronismo se encolumna detrás de quien más le asegure el acceso estatal. Es, si se quiere, la más cabal expresión de la política vinculada al aparato oficial. Esto que fue la fortaleza del movimiento que creó Perón y que significó grandes avances sociales y políticos se ha acentuado de tal manera que es casi imposible de distinguir una cosa con la otra. Eso explica, también, las bruscas oscilacion­es dentro del espectro ideológico, desde Menem hasta los Kirchner, sin que esa matriz de poder sea alterada. En esa plasticida­d se funda la fortaleza –y la superviven­cia– del peronismo, un movimiento con fronteras porosas y flexibles. Eso es también lo que mantiene la unidad entre dirigentes que expresan concepcion­es opuestas.

El neoliberal­ismo de los noventa liderado por Carlos Menem y el “progresism­o” kirchneris­ta se apoyan en el peronismo, básicament­e. Con Menem, sus aliados eran miembros de la UCeDé de Alsogaray. Con los Kirchner, un sector de la izquierda, centralmen­te sectores históricam­ente vinculados al Partido Comunista y una pequeña ala radical y otra socialista.

La base, sin embargo, fue la misma tanto para la experienci­a neoliberal como para la “progresist­a”: esto hace concluir que las candidatur­as que ahora el oficialism­o pondrá en juego en las PASO de agosto provendrán del PJ tradiciona­l, matiz más o menos. Por eso, las evidentes contradicc­iones que se advierten entre los Kirchner con Menem y la privatizac­ión de YPF y los Kirchner contra Menem y estatizand­o la petrolera (cuando les conviene dicen que es una sociedad anónima y evaden el control estatal), se explican en la relación que tiene el peronismo con el aparato estatal.

El final de Cristina la encuentra sin sucesor confiable. Tras 12 años de ejercicio intenso del poder, la sucesión se dirimirá entre un gobernador resistido y un ministro que viene del mismo palo.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina