Clarín

La salud pública es central, pero la privada gana terreno

Aunque el sistema estatal sigue en retroceso, en la zona Sur casi la mitad de la población se atiende en hospitales y salitas. En el Norte, sólo el 4,1 por ciento.

- Socorro Estrada sestrada@clarin.com

Además de señalar el aumento de la gestión privada en temas tan cruciales para la Ciudad como la educación y la salud, la Encuesta Anual de Hogares de 2014 muestra cuán importante sigue siendo hoy el papel del Estado a la hora de dar contención y ayudar a construir un proyecto de vida personal y familiar entre los porteños más jovenes.

En ese sentido, pese a que cada año desciende el porcentaje de habitantes que dependen exclusivam­ente del sistema público para la atención de su salud (de 24,8% en 2003 a 17,8% en 2014), esa va- riable también muestra grandes diferencia­s en el Norte, Centro y Sur.

Hoy, en la zona norte sólo dependen exclusivam­ente del sistema público un 4,1% de las personas, pero en el sur esa cifra trepa al 31,2%. Y la diferencia se acentúa cuando se trata de los niños y adolescent­es: en las comunas del sur un 44% de menores de 19 años depende exclusivam­ente del sistema publico, contra el 5,4% de las comunas del norte.

“Tengo obra social por ser empleado de comercio, porque la salud pública es un desastre. No hay turnos, los médicos no están, a veces hay que viajar desde acá hasta el hospital Fernández”, cuenta Oscar Verón, de Villa Lugano y empleado de un taller de autos.

En el Bajo Belgrano, la otra punta de la ciudad, Jonathan Grebe también destaca las demoras. “Tengo obra social porque trabajo en Coto y toda mi vida tuve, pero mi mamá y mi hermano no. Cuando tuve que ir a un hospital público la pasé mal: hay colas muy largas y la última vez que fui con mi mamá desvanecié­ndose tardaron veinte minutos en atenderla.”

Por otra parte, a contrapelo de las tendencias internacio­nales, la tasa de maternidad adolescent­e en la Ciudad está creciendo. Es especialme­nte alta en los sectores más pobres y aparece vinculada estrechame­nte con el bajo nivel de escolarida­d.

“En el tránsito a la edad adulta, muchos jóvenes encuentran en la maternidad una identidad, un proyecto de vida y un canal de satisfacci­ón”, explica Gala Díaz Langou, Coordinado­ra del Programa de Protección Social de CIPPEC.

Las causas de la maternidad adolescent­e son complejas.

“Existe un creciente consenso acerca de que el hecho de que cada vez más jóvenes sean padres y madres, no es un producto de la desinforma­ción o del precario acceso a métodos anticoncep­tivos. La desafiliac­ión del sistema educativo suele ser un buen un predictor del embarazo adolescent­e. La maternidad y paternidad joven redunda en la reducción de opciones, tanto para las madres y padres, como para los propios niños recién nacidos. Y esto, a su vez, incrementa las posibilida­des de la transmisió­n intergener­acional de la pobreza. Solo con una decisión política de alta prioridad, que combine esfuerzos de los 3 poderes del Estado, se podrá revertir la forma en la que la Argentina aborda el presente y el futuro de sus juventudes”, concluye Díaz Langou.

“Tengo obra social por ser empleado de comercio, porque la salud pública es un desastre. No hay turnos, los médicos no están. A veces hay que viajar desde acá hasta el hospital Fernández. Los de acá no te atienden. Con la educación es lo mismo. A mis hijos los mando a escuela privada porque no hay vacante en las públicas.” (Oscar Verón, empleado de un taller mecánico en Villa Lugano)

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NESTOR SIEIRA

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