Una historia
En el ambiente periodístico y futbolero no es desconocido el vínculo de Orión con los barrabravas. Incluso un sector de esos facinerosos le dio su apoyo en medio de las calientes rencillas domésticas en el plantel. Orión viene de sufrir una severa sanción por haberle causado fractura de tibia y peroné al delantero Carlos Bueno, de San Martín de San Juan. Hubo un gran revuelo por esa jugada, acerca de la verdadera intención que había tenido el arquero de Boca.
Son situaciones muy distintas, pero su aplauso a los barras en la despedida de la bochornosa noche del jueves lo pone otra vez en zona de polémica. Se lo vio indulgente con los salvajes agresores y distante de sus colegas futbolistas atacados. Quizá le interese más el apoyo de los barras que la relación con sus pares de profesión y su propia imagen ante la sociedad.
Con lucidez, la lectora Piteo dice que “la conducta de Orión merece ser reprobada por el plantel deportivo que representa al club. El ejemplo no debe cundir, sino todo lo contrario: debería ser sancionado por lo que hizo, de modo tal que eso signifique una medida ejemplarizadora”.
Haydée profundizó así su
mirada crítica: “También lamenté profundamente, y admito que me asombró, la reacción de Arruabarrena, el técnico de Boca. Ya tarde, tibiamente, indicó a los jugadores que salieran de la cancha junto a sus colegas, pero salvo algún caso aislado no lo hicieron y prefirieron acatar la voz de mando indigna de su arquero, desconocedor de la ética deportiva y humana.”
Finalmente, la autora de la carta cuestiona la falta de atención inmediata a los jugadores agredidos y la preocupación en reanudar el partido. “¡Todo fue incalificable y condenable!”, concluye con enojo.