HINDU, OTRA VEZ CAMPEON
Lo pudo ganar Newman, que por momentos fue superior. Pero la mística del campeón apareció en el momento justo.
Ganó el Nacional de clubes ante Newman en la última jugada.
Otra vez. Esa fue la frase que emergió desde las casi 6 mil almas que siguieron el recorrido de la última pelota de un partido para el recuerdo, no apto para personas con algún tipo de afección cardíaca. De una final que quedará en las retinas de todos por mucho tiempo. Otra vez lo hizo Hindú, a lo campeón. A lo que realmente es desde hace casi dos décadas. Aunque, en esta ocasión, tuvo un condimento extra. Un agregado especial que generó el festejo alocado para la gente de Don Torcuato y el sabor amargo para Newman, que arañó su primera conquista grande.
Algunos dirán que se trató de un momento de suerte. Otros dirán que fue un lapso de brillantez y que la historia le tenía un lugar guardado a Joaquín Díaz Bonilla, el héroe de la gran final del Torneo Nacional de clubes. El duelo se moría y todos se encontraban de pie. La bocina que decreta la culminación del duelo ya había sonado. Era la última pelota. La que muchos no se animan a tomar. Aquella que quema y que, a su vez, pesa 1.000 kilos. Pero él no dudó. Recibió la pelota, puso la vista sobre los postes y pateó. Benavídez hizo silencio.
Todas las miradas se colocaron sobre el envío de esa pelota que no bajaba, que no llegaba a destino. La espera se hizo eterna. Hasta que Juan Hernán Sylvestre alzó su brazo derecho y generó el pitazo que provocó un nuevo festejo de Hindú, que lo hizo otra vez y que confirmó que es el mejor de todos.
Fue el drop del partido. De la final. Del título. El de muchos sueños. Díaz Bonilla acertó de sobrepique con su botín derecho y todos, absolutamente todos, se lanzaron sobre él. Por eso, aunque algunos -incluso los jugadores de Hindúdirán que se trató de la famosa suerte del campeón, el equipo ratificó que es un campeón con todas las letras.
El 27 a 25 final evidenció un resultado ajustado, tanto en lo nu- mérico como en las acciones. Pudo ser para Newman. Pero Hindú se quedó con la celebración máxima en una final vibrante y que no defraudó a ninguno. Puso los brazos en lo más alto y alzó un nuevo título, una nueva alegría.
Así como ayer les tocó a festejar a los conducidos por los hermanos Fernández Miranda y por Lucas Ostiglia, en 2013 había padecido un penal en los últimos instantes de Bautista Güemes que le quitó el título de Buenos Aires. Pero, lejos de lamentarse por esa dolorosa derrota, Hindú redobló el esfuerzo
y sus convicciones. Aquellas que lo catapultaron a lo más alto del rugby argentino definitivamente en los últimos 10 años. Rápido dio vuelta de página y se enfocó en una nueva temporada. Justamente, ese esfuerzo y esas convicciones lograron que Hindú se coronara el año pasado como el mejor de Buenos Aires. Así se tomó una revancha en el duelo decisivo ante CUBA y coronó, con otra conquista, un campeonato sobresaliente.
Sin embargo, así como había sucedido tras aquella dura derrota, Hindú cambió otra vez de página y se enfocó en el nuevo objetivo: el renovado y llamativo Nacional de clubes, un torneo certamen en el que se siente cada vez más cómodo. Si bien sufrió un sólo revés en la fase de grupos (ante Tucumán Lawn Tennis en la cuarta fecha), siempre estuvo un paso adelante de todos. Exhibió muy buenas producciones y otras, no tanto. Como la de la final, en la que su rival lo incomodó en todo momento y casi le quita la ansiada victoria.
Fiel al léxico boxístico, el duelo decisivo fue “palo por palo”. Nunca se sacaron grandes diferencias. De hecho, la máxima ventaja la tuvo Newman cuando llegó a ganar 13-5 en el primer tiempo. No obstante y cuando el encuentro agonizaba, los forwards de Hindú empujaron casi sin energías para acercarse al ingoal rival.
En ese momento Díaz Bonilla no vaciló y se colocó el traje de héroe para generar la locura de un club que deberá seguir ampliando su vitrina de trofeos.