Clarín

Ricos, pobres y manos de seda

-

La anécdota merece ser citada por esa frase. Durante una ceremonios­a cena en El Cairo, un diplomátic­o ponderó la hermosura, suavidad y delicadeza de las manos de una princesa de la dinastía persa que estaba a su lado. La mujer esbozó una sonrisa, levantó sus manos y dijo: “¿Le gustan? Son el producto de 2.000 años de no hacer absolutame­nte nada”. No se está contando nada nuevo, por favor. Este es un planeta desigual en el que la existencia de una minoría que va a todos lados, menos a su trabajo, es más vieja que el mal: un mundo impúdico en el que la riqueza del uno por ciento de la población equivale al poder adquisitiv­o de 3.570 millones de almas, la mitad del planeta. Pero la ingeniosa frasecita llama la atención porque combina cierta dosis de arrogancia y desprecio. La ostentació­n del lujo -de eso se está hablando- en cierto punto se vuelve obscena. Porque está la gente rica de bajo perfil y están los otros, como la princesa persa de manos de seda, que necesitan hacerte sentir un infeliz.

Esa especie habita en Argentina: la senadora tucumana Rojkés le dice a un indigente: “Yo tengo 10 mansiones, no una, y estoy acá, pedazo de animal”; un juez porta un anillo de US$ 250 mil; alguien se pavonea con un auto de US$ 700 mil y alguien compra una casa en Pilar de 2.700 metros cubiertos, 75 hectáreas con seis canchas de polo, un lago y una isla.

Bill Gates, el más rico del mundo, lleva donados US$ 40 mil millones en ayuda humanitari­a. La otra especie no dona y su riqueza transpira una extraña forma de miseria.

 ?? Juan Bedoian jbedoian@clarin.com ??
Juan Bedoian jbedoian@clarin.com

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina