Clarín

Para Casa FOA, recuperan una joya oculta de la arquitectu­ra

Es un casona de 100 años en Retiro, que refleja la vida aristocrát­ica de principios del siglo XX. Cerrada y al cuidado de un casero, se la podrá conocer por dentro.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com

¿Cómo eran por dentro las casas que habitaban las familias aristocrát­icas de principio del siglo XIX? Pisos de roble de Eslavonia, mármoles en escaleras y baños, paredes con boiserie, techos en doble altura, molduras y arañas con caireles. Entre el 23 de octubre y el 30 de noviembre los vecinos porteños tendrán la oportunida­d de recorrer por dentro una de estas residencia­s –ubicada en Basavilbas­o al 1200, Retiro–, cuando se lleve a cabo una nueva edición de la muestra de interioris­mo Casa FOA. Se trata de una construcci­ón

de 1906 que conserva toda la impronta de la enorme influencia que tuvo la arquitectu­ra francesa en muchos barrios de la Ciudad y especialme­nte en éste.

La casona, de dos plantas, está a metros del Palacio San Martín, en donde funciona la sede ceremonial de la Cancillerí­a. Para muchos se trata de una construcci­ón desconocid­a. Pero en rigor forma parte de un conjunto de edificios que se construyer­on entre fines del siglo XIX y principios del XX. En pocos metros a la redonda se encuentran otros tres palacios, además del San Martín: el Estrugamou –en Juncal 747, que aún funciona como un edificio de viviendas–, el Palacio Paz –en Santa Fe 750, que mandó a construir José C. Paz y en su momento fue la residencia más grande de la Ciudad– y el Palacio Haedo, en Marcelo T. de Alvear 665; hoy funciona como sede de la Administra­ción de Parques Nacionales y es la más antigua de las construcci­ones (circa 1870).

A todo este conjunto arquitectó­nico espectacul­ar, se suman los dos edificios Bencich sobre calle Arroyo; y cruzando la 9 de Julio, otros dos palacios transforma­dos en sedes diplomátic­as, el Ortiz Basualdo (Embajada de Francia) y el Palacio Pereda (Embajada de Brasil).

Si bien muchos de estos edificios mencionado­s pueden visitarse, no es el caso de esta residencia, que es privada. Estuvo cerrada durante

muchos años, al cuidado de un casero, y pertenece a varias familias, entre ellas los Estrugamou.

Aunque la residencia que alojará la muestra de interioris­mo no es monumento histórico, no puede ser demolida: como todas las cons-

trucciones anteriores al 1941, posee una protección edilicia. Y en su jardín delantero tiene una fuente decorativa que en 2007 fue declarada como Bien de Interés Cultural de la Ciudad. La casa fue diseñada con una gran influencia del Beaux Arts: tiene un espacio central y habita

ciones a su alrededor y un ingreso similar al de los patios palaciegos,

con un camino de carruajes. Tiene 2.200 m2, distribuid­os en dos plantas: abajo los usos sociales, sala de música, de estar, billar y comedor. Y en el primer piso, las habitacion­es privadas con sus baños y balcones. En la vereda, aún se pueden ver las grandes placas de granito que se usaban como revestimie­nto en aquellos años.

La última gran epidemia de fiebre amarilla, en 1871, obligó a muchas familias aristocrát­icas y hacendadas a dejar sus casas en el Sur y mudarse al Norte de la Ciudad. Esas familias aprovechar­on para encargar la construcci­ón de estas residencia­s y palacios que en su gran mayoría están catalogada­s como monumentos históricos. Así comenzó una etapa que duró varias décadas y que le puso a Buenos Aires el mote de “París de Sudamé-

rica”. Una oleada de arquitecto­s e ingenieros europeos –como Alejandro Christophe­rsen y Francisco Gianotti, entre muchísimos otros– diseñaron y construyer­on muchos de los edificios que le dan carácter a Buenos Aires. Y claro, el francés Carlos Thays, sumó su genio para trazar una ciudad con boulevares, paseos, parques y plazas.

Sobre la casa de Basavilbas­o al 1200, en FOA explicaron que “su maravillos­a arquitectu­ra con reminiscen­cias francesas e influencia de las Beaux Arts albergará 40 espacios con espíritu contemporá

neo, innovación, buen uso de los metros y aplicación responsabl­e de los materiales”. Es tradición de Casa FOA recu

perar lugares con historia. Este año la muestra cumple 30 ediciones: en 2014, la muestra intervino La Abadía de San Benito, en Belgrano. Y a lo largo de todo este tiempo, cientos de arquitecto­s, ingenieros, artistas plásticos, paisajista­s y diseñadore­s, trabajaron en edificios de todo tipo: ex fábricas de galletitas, textiles, el Hotel de Inmigrante­s, los diques de Puerto Madero, el casco de una estancia y un monasterio, entre muchos otros.

 ?? FOTOS: NESTOR GARCIA ?? 1) Frente. La fachada de la casona de Basavilbas­o al 1200 está profusamen­te enriquecid­a. 2) Salones. Para uso social, tiene sala de música, billar y comedores.3) Interior. Son 2.200 m2 que mantiene pisos de roble de Eslavonia, mármoles en escaleras y baños y techos en doble altura. 4)La fuente. declarada BienCultur­al.
FOTOS: NESTOR GARCIA 1) Frente. La fachada de la casona de Basavilbas­o al 1200 está profusamen­te enriquecid­a. 2) Salones. Para uso social, tiene sala de música, billar y comedores.3) Interior. Son 2.200 m2 que mantiene pisos de roble de Eslavonia, mármoles en escaleras y baños y techos en doble altura. 4)La fuente. declarada BienCultur­al.
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