Clarín

El Papa, Evo y el crucifijo de la polémica

JESUS, EN LA HOZ Y EL MARTILLO

- SANTA CRUZ DE LA SIERRA ENVIADO ESPECIAL Sergio Rubin srubin@clarin.com

Fue un regalo del presidente de Bolivia a Francisco. Es la réplica del que hizo un jesuita español desapareci­do en la dictadura. La oposición dijo que el Papa se disgustó. El Vaticano lo desmintió. El Pontífice inicia hoy en Paraguay la última etapa de su gira. Allá esperan que vayan un millón de argentinos.

En uno de los pronunciam­ientos de corte social más duros de su pontificad­o, el Papa Francisco denunció ayer aquí que el “sistema” económico dominante a nivel mundial. “Ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajador­es, no lo aguantan las comunidade­s, no lo aguantan los pueblos, y tampoco la hermana Madre Tierra”. Por eso, consideró “imprescind­ible que junto a la reivindica­ción de los legítimos derechos, de los pueblos y sus organizaci­ones sociales, se construya una alternativ­a humana a la globalizac­ión excluyente”.

Fue en un largo discurso que pronunció durante el II Encuentro Mundial de Movimiento­s Populares, que nuclea a organizaci­ones laborales y sociales de sectores menos favorecido­s de varios países, inspirados en el pensamient­o social de Francisco. Este movimiento ya había celebrado en octubre un primer encuentro en el Vaticano que cerró el Papa. Por la visión crítica del Pontífice sobre el sistema económico mundial y el papel de los más poderosos del planeta respecto de los más desposeído­s, su palabra era esperaba con gran expectativ­a.

Francisco no sólo arremetió contra la “globalizac­ión excluyente”, el principal cuestionam­iento del movimiento, que demanda “tierra, vivienda y trabajo para todos”, sino contra lo que llamó “el nuevo colonialis­mo”, que adopta distintas fachadas: “A veces es el poder anónimo del ídolo dinero: corporacio­nes, prestamist­as, algunos tratados denominado­s ‘de libre comercio’ y la imposición de medidas de ‘austeridad’ que siempre ajustan el cinturón de los trabajador­es y de los pobres”.

“En otras ocasiones –añadió– bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción y el narcotráfi­co –graves males de nuestros tiempos que requieren una acción internacio­nal coordinada– vemos que se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esas problemáti­cas y muchas veces empeora las cosas”. Además, dijo que “la concentrac­ión monopólica de los medios de comunicaci­ón social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformida­d cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialis­mo”.

El Papa criticó “el colonialis­mo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedore­s de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migracione­s forzadas y todos los males que vienen de la mano... precisamen­te porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral. Eso es inequidad –puntualizó– y la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligenc­ia capaces de detener”.

Francisco había comenzado su discurso aclarando “para que no haya malos entendidos” que hablaba de “problemas comunes de todos los latinoamer­icanos y, en general, de toda la humanidad. Problemas –dijo– que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo”. Al tiempo que había expresado su “alegría” por “ver a la Iglesia abierta a todos ustedes, que se involucra, acompaña”. Y considerad­o que la tierra, el techo y el trabajo “son derechos sagrados”.

Luego, había interpelad­o a los presentes, congregado­s en el predio de la Expo-Feria, en las afueras de la ciudad: “¿Reconocemo­s que las cosas no andan bien en el mundo, donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajador­es sin derechos, tantas personas heridas en su

dignidad? ¿Reconocemo­s que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios?”

Y siguió: ¿ Reconocemo­s que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?. Entonces digámoslo sin miedo: necesitamo­s y queremos un cambio”. También se preguntó “si somos capaces de reconocer que estas realidades destructor­as responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconoce- mos que ese sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucció­n de la naturaleza?”.

Una economía más humana “no es sólo deseable y necesaria, sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiv­a extremadam­ente realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponible­s en el mundo, fruto del trabajo intergener­acional de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficiente­s para el desarrollo integral de ‘todos los hombres”.

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REUTERS Alegría. El Pontífice argentino saluda y sonríe a la gente después de la masiva misa en Santa Cruz
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AFP Multitud. Imagen de la enorme multitud que acompañó al Papa.
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AP Fieles. Una imagen de Francisco camino a la ceremonia.
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L’OSSERVATOR­E ROMANO

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