Clarín

Emoción y mates entre los argentinos que viven en Bolivia

Los residentes en Santa Cruz de la Sierra estuvieron varios días de vigilia a la espera del papa Francisco.

- Eugenia Perrella eperrella@clarin.com

Emoción, lágrimas, felicidad, vigilia, son algunas de las palabras que brotan de los argentinos residentes en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, que están desde hace días, incluso semanas, esperando que

llegue este día especial: tener al papa Francisco ante ellos.

Desde anoche decenas de argentinos estuvieron, pese a las bajísimas temperatur­as, en vigilia en la Plaza del Cristo Redentor, donde el Papa ofrece hoy la multitudin­aria misa. “¡Estoy que lloro! No hay palabras. Es un hombre que irradia paz”, dice Patricia Carreras, una argentina de 42 años con su bandera argentina atada al cuello y el mate a cuestas.

“Te saca los mejores sentimient­os”, agregó en diálogo con Clarín. Otra argentina que se sumó a la vigilia es Laura Spagnolo, de 38 años: “Siento una emoción tremenda”, dijo. El infaltable mate y las guitarread­as ayudaron a que la espera sea más leve y que las horas sin dormir pasen de la mejor manera posible.

Francisco arribó la noche del

El local de comida, en donde Francisco tuvo su sacristía. miércoles a Santa Cruz, procedente de La Paz, y a bordo del papamóvil recorrió el Cambódromo –un parque lineal utilizado para celebracio­nes de carnaval– donde los fieles lo aguardaron.

Se estima que cerca de un millón de personas lo esperaron. Hoy estaban todos en la Plaza Cristo Redentor.

Guadalupe Cano y su esposo Luis Abergcobo, ella de 37 años y él de 40, están también desde ayer en la vigilia de argentinos que esperan a “su Papa”. Hoy, con el papa Francisco tan cerca, no pueden creer tanta emoción. Once años hace que viven en Santa Cruz de la Sierra y allí formaron un familión: cuatro hijos y otro en camino. En noviembre vuelven a vivir a Argentina.

“Nuestra estadía en Bolivia tiene la mejor despedida del mundo al poder darle la bienvenida a nuestro Papa”, dice Luis.

El papamóvil frena seguido, las banderas argentinas y los bebés hacen que Francisco se detenga, salude y reparta besos a los más pequeños.

“Se me caen las lágrimas de pensar que tiene el corazón albicelest­e. Se detiene ante cada bandera argentina”, dice con mucha emoción Guadalupe, a punto de ser madre nuevamente. Ella, como casi todos los argentinos que la acompañan en esta fiesta, confiesa que la emoción la desborda y no puede parar de llorar.

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EFE Rápido.

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