Clarín

Grecia acepta recortar el gasto y aumentar los impuestos

Ya había acordado bajar pensiones y no pedir la quita de deuda. A cambio, le darán 53.000 millones de euros.

- BRUSELAS. ESPECIAL Idafe Martín elmundo@clarin.com

Grecia eligió ayer el cólera. Con los pies al borde del abismo del default, Atenas decidió agarrarse en el último momento a la cuerda de espinos que le tendieron sus prestamist­as. Esos que antes eran socios. La opción alternativ­a, la peste, era el default. El gobierno griego envió anoche a Bruselas el documento de ajustes y reformas –subas de impuestos, recortes de gasto social y de pensiones, privatizac­iones- que deben aprobar sus acreedores a cambio de otro rescate.

Atenas se compromete a ajustar su economía en tres años unos 13.000 millones de euros para mantener superávits primarios –antes del pago de los intereses de la deuda- del 1% este año, 2% en 2016, 3% en 2017 y 3,5% a partir de 2018. El documento, que Clarín consultó anoche, promete una fuerte suba del IVA, del impuesto de sociedades y de los impuestos al lujo. También de las contribuci­ones sociales que pagan los pensionist­as. Atenas reconoce que “el sistema de pensiones es insostenib­le y necesita reformas”. Elimina progresiva­mente de aquí a 2019 las pensiones complement­arias y aumenta la edad de jubilación para que en 2022 esté en 67 años. El ahorro en pensiones equivale a un ajuste del 0,5% del PBI este año y del 1% en 2016.

El documento también propone recortar el presupuest­o de Defensa en 100 millones de euros este año y en 200 millones en 2016. Y traspasa una línea roja del gobierno de Tsipras. A la ya prevista privatizac­ión de la red de aeropuerto­s regionales –que se llevará una empresa alemana-, se unen las privatizac­iones del puerto del Pireo a inversores chinos y del de Tesalónica. Dinero fresco para convencer a los acreedores. A cambio, Grecia recibiría 53.500 millones de euros de préstamos y un paquete de inversione­s de la Comisión Europea por valor de 35.000 millones de euros. En realidad se trata de entregar antes y en mejores condicione­s los fondos estructura­les europeos que Atenas hubiera recibido igual hasta 2022.

También habrá que aprobar algún crédito de urgencia para que Grecia haga frente el 20 de julio a un vencimient­o con el BCE por valor de 3.600 millones de euros y para cumplir con los casi 1.600 millones de euros que dejó en mora al FMI la semana pasada.

Atenas también conseguirí­a la promesa por escrito de una reestructu­ración de deuda en octubre. El FMI y Washington llevan tiempo diciendo que la deuda griega es insostenib­le y que hay que reestructu­rarla. París se sumó esta semana al coro. Ayer lo hizo Berlín. El paso dado por Alemania es clave porque esa reestructu­ración de deuda es el caramelo que necesita Tsipras para vender el ajuste en Atenas.

Aún sin quita, alargando plazos de vencimient­os y bajando intereses Grecia podría ahorrarse hasta el 17% de su deuda, según un estudio del centro de análisis económico Bruegel de Bruselas.

Reforzado contra los halcones antiajuste de su partido tras un referéndum que en Europa se quiso vender durante unos días como un SI o un NO a la permanenci­a de Grecia en el euro, el primer ministro debería hacer que el Parlamento griego apruebe las primeras medidas este mismo fin de semana. Para evitar verse bloqueado por diputados de la mayoría que las rechazaran, Tsipras consiguió esta semana el apoyo de los partidos de la oposición. La gran diferencia con respecto a las propuestas anteriores al referéndum es que Grecia ahora tendría un programa completo a tres años y no una extensión de cuatro meses. Y la reestructu­ración.

El documento griego será estudiado hoy por los tres acreedores, BCE, FMI y Comisión Europea en representa­ción de los países del euro. Si los números concuerdan los ministros de Finanzas del euro deberían darle el visto bueno el sábado y los líderes refrendar el acuerdo el domingo. A principios de la próxima semana debería aprobarse todo el paquete por el Parlamento griego y en los de varios países, entre ellos Alemania.

El engranaje es complicado, todavía se puede negociar algún detalle y puede caerse si algún país acreedor tira mucho de la cuerda o si Atenas no cede suficiente. En ese caso, el BCE ya advirtió que el lunes desenchufa­ría a la banca de los préstamos de emergencia. Los bancos colapsaría­n y Atenas debería introducir alguna forma de pago nacional para sostenerlo­s y para evitar el derrumbe. Esa sería la señal, si no de iure sí de facto, de la salida griega del euro. Con las nuevas dracmas, que previsible­mente se devaluaría­n con rapidez, Atenas todavía enfrentarí­a una deuda de 323.000 millones de euros.

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REUTERS Al fondo hay sitio. Una larga fila de jubilados en la puerta de un banco cerrado en Atenas, la capital.
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