Clarín

Estados Unidos, la Corte y los derechos civiles Tribuna

- Sybil Rhodes Directora de la Maestría en Estudios Internacio­nales de la UCEMA

En los países democrátic­os suele haber una tendencia hacia la expansión de los derechos civiles, la libertad personal y las políticas de estado de bienestar. En Estados Unidos, la Corte Suprema ha sido un actor especialme­nte importante en este proceso. Algunos fallos recientes reafirman este patrón.

El más importante es la decisión Obergefell v.

Hodges, que prohíbe a los gobiernos de los estados subnaciona­les restringir el matrimonio entre

personas del mismo sexo. Así extiende el derecho del matrimonio igualitari­o, ya permitido en 37 de los 50 estados, a todo el país. La Corte determinó que los subsidios del gobierno nacional para que las personas adquieran un seguro médico son legales, consolidan­do la reforma sanitaria conocida como Obamacare. Las institucio­nes políticas, incluyendo el poder judicial, responden en líneas generales a los valores de la población.

En determinad­os momentos históricos la opinión dominante en EE.UU. aceptaba la discrimina­ción hacia grupos tales como los irlandeses, los afroameric­anos, los judíos, los católicos, las mujeres y otros. Los activistas de los derechos civiles lograron convencer al público y a las institucio­nes que la garantía de “protección igualitari­a de derechos” se debería extender. En todos estos casos, como también en el del movimiento en favor de los derechos gay, los activistas demostraro­n valentía y perseveran­cia, luchando muchas veces por décadas antes de tener éxito.

El primer presidente estadounid­ense que se pronunció en favor del matrimonio gay fue Obama. Lo hizo recién en el 2012, el primer año en que las encuestas mostraban que en muchas partes del país una mayoría de la opinión pública estaba de acuerdo. Obamacare, por su parte, es la culminació­n de un movimiento en favor de las políticas de estado de bienestar que empezó durante la presidenci­a de Franklin Roosevelt. Tanto en la expansión de los derechos sociales como en la de los derechos civiles, EE.UU. no ha sido “excepciona­l”: sigue un patrón conocido por los especialis­tas.

Tampoco ha sido un “pionero” (más vale lo contrario) ni un “líder” en promoverlo­s globalment­e (ese honor les pertenece a varios países latinoamer­icanos, incluyendo la Argentina, y europeos). La relativa lentitud de los EE.UU. se debe al diseño de sus institucio­nes formales y también a la prevalenci­a de valores relativame­nte conservado­res para una democracia desarrolla­da. Sin embargo, la consolidac­ión del matrimonio igualitari­o en EE.UU. será simbólicam­ente importante mundialmen­te. Sobre todo, ayudará a fortalecer la coalición de países democrátic­os que defienden los derechos civiles y la libertad en oposición a otras naciones (tales como Rusia, la Liga Árabe, y varios países africanos) que niegan o son indiferent­es a los valores liberales.

Los activistas demostraro­n valentía y perseveran­cia, luchando muchas veces por décadas antes de tener éxito

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