Clarín

Gestos alrededor de Battaglia

- Gustavo Ronzano gronzano@clarin.com

Aveces las ausencias son silencios. Y los silencios siempre hablan... Como pasó el miércoles, en la Bombonera. Tanta gloria suelta alrededor de la despedida formal de Sebastián Battaglia, tantos ídolos juntos, tanto agradecimi­ento en el contorno con esa multitud que le dio vida a la fiesta azul y oro, tanta presencia en definitiva no hizo más que reflejar el contraste con los que faltaron. Fue raro.

Porque, a no dudarlo, llamó la atención que el actual plantel y el cuerpo técnico de Boca mirasen para otro lado. Se entiende, claro, que puede haber justificac­iones en ciertos casos puntuales. Pero si asistieron Guillermo Sara, el Cata Díaz y Cristian Erbes, cuanto menos suena sugestiva la ausencia en masa del resto.

El propio Sebastián Battaglia, el de los 17 títulos en el club -una marca que nadie más logróaclar­ó, por ejemplo, la situación de Tevez, la estrella que vuelve: “Hablé con Carlitos, obviamente quería que estuviera. Pero me explicó que ya tenía pensado tomarse unos días después de la Copa América y lo entiendo”.

Tampoco tenían que entrar y correr riesgo de lesionarse los actuales integrante­s del equipo. La idea no era que terminasen como lo hizo el propio Battaglia, con una nueva bolsa de hielo sobre su tobillo derecho como en aquellos tiempos en los que las lesiones lo fueron corriendo de escena. Con estar, sólo con estar, hubiese sido suficiente.

Eso sí, en el corazón de la celebració­n, ahí en el centro de la segunda bandeja de la cabecera que da a Casa Amarilla, la que estuvo fue la barra con Rafael Di Zeo y Mauro Martín a la cabeza. No se la iban a perder... Pero no por amor incondicio­nal a Battaglia, claro, sino porque era una oportunida­d especial para esa demostraci­ón de poder sobre la que necesitan caminar los impunes de la tribuna. Porque a veces, con sólo estar, también se dice todo.

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