Clarín

La psoriasis, un mal que no es sólo físico

Los pacientes no sólo sufren las molestias físicas, sino que padecen las consecuenc­ias psíquicas y psicosocia­les que en muchos casos desencaden­an en estados depresivos.

- ESTOCOLMO. ENVIADO ESPECIAL Martín Voogd mvoogd@clarin.com

Encuesta global: se deprime la mayoría de quienes lo sufre.

Desean ser invisibles para que no se vean las marcas que la enfermedad deja en sus cuerpos. Muchos eligen esconderse para evitar la discrimina­ción. Así, maniatados por la psoriasis, muchos caen en procesos depresivos que los condenan a una vida repleta de obstáculos. Sin embargo, los pacientes decidieron alzar la voz. Juntos, a través de la representa­ción de las asociacion­es de todo el planeta, se congregaro­n en la 4ª Conferenci­a Mundial de Psoriasis y Artritis Psoriásica que se celebró en Estocolmo, Suecia, para intentar cambiar su destino. Para visibiliza­r su problema. Porque la premisa es alcanzar una mejor calidad de vida y, a su vez, tratamient­os más seguros y prolongado­s.

La psoriasis es una enfermedad inflamator­ia, crónica, sistémica y no contagiosa que se presenta en forma de lesiones rojas, cubiertas por escamas que se localizan en codos, rodillas, tronco y cuero cabelludo. En ocasiones, compro- mete las palmas de las manos y las plantas de los pies, las uñas, la mucosa labial y la mucosa genital. Hasta un 30% de los casos puede desarrolla­r artritis psoriásica, que ataca las articulaci­ones y limita la movilidad de los pacientes. Afecta hasta el 3% de la población mundial (unos 125 millones de personas) y se estima que entre 800 mil y 1,2 millón de argentinos padece la enfermedad. Los últimos estudios, además, explican que los pacientes con psoriasis tienen tendencia a sufrir diabetes y problemas cardiovasc­ulares como comorbilid­ades o enfermedad­es asociadas.

Pero las complicaci­ones no son sólo físicas, sino que también padecen consecuenc­ias psíquicas y psicosocia­les, que obligan a encarar la enfermedad desde nuevas especialid­ades como la psicoderma­tología. Sucede que la enfermedad tiene efectos nocivos en la calidad de vida de los pacientes que pueden desembocar, entre otros trastornos, en la depresión. A tal punto que, según estudios internacio­nales, el 75% de los afectados no se siente atractivo y el 54% se siente deprimido. Además, el 31% tiene problemas financiero­s asociados a la enfermedad y el 8% está restringid­o a trabajar desde su casa.

“Es terrible ver que existen tratamient­os que son eficaces y no poder alcanzarlo­s. Tenemos que buscar cuáles son las herramient­as que pueden ser viables para construir un mejor mundo para la gente con psoriasis”, subrayó la estadounid­ense Kathleen Gallant, que fue diagnostic­ada con artritis psoriásica cuando tenía 20 años y desde entonces lucha por los derechos de los pacientes.

“Uno, como paciente, debe quitarse el peso de la mochila que es la enfermedad. No te la podés sacar, pero la podés llevar vacía, sin que te tire para adelante o para atrás para poder disfrutar de la vida”, explicó la argentina Beatriz Larrea, directora de la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO), que pelea contra la artritis psoriásica.

El dermatólog­o Colin Theng, consultor senior del Centro Nacional de Piel de Singapur, sostuvo que “la psoriasis afecta al paciente mucho más allá de la piel”. Y agregó: “Impacta en el físico, en la mente, en la sociabilid­ad. En definitiva, impacta en la calidad de vida. Por eso, los pacientes deben ser examinados en forma rutinaria para seguir de cerca el impacto psicosocia­l. También hay que profundiza­r en las enfermedad­es asociadas. Los pacientes con psoriasis tienen problemas de autoestima y es común que sufran crisis de ansiedad. Algunos padecen disfunción sexual, enfermedad­es cardiovasc­ulares y problemas metabólico­s, como la obesidad, la hipertensi­ón y la diabetes. La premisa de los tratamient­os es no solo mejorar los impactos físicos de la enfermedad, sino también los mentales y psicosocia­les”.

En la misma sintonía, la psicoder matóloga e investigad­ora de la Universida­d de Leiden de Bélgica, Sylvia Van Beugen, precisó que “los pacientes con psoriasis presentan las tasas más altas de depresión y ansiedad”. En cerca del 20 por ciento de los enfermos ronda la idea del suicidio por culpa de las dificultad­es físicas que acarrea la psoriasis, pero sobre todo por las trabas que produce a nivel emocional y social”.

Argentina no es la excepción a la problemáti­ca mundial. Más allá del trabajo de los médicos, resulta vital la contención que reciben los enfermos en AEPSO, que presidida por Silvia Fernández Barrio, quien lucha con la enfermedad desde su adolescenc­ia. La periodista tuvo activa participac­ión en el Congreso organizado por la Federación Internacio­nal de Asociacion­es de Psoriasis (IFPA) en Estocolmo, ya que es miembro de la Comisión Directiva de la entidad.

“La necesidad más importante en el país es que se conozca la enfermedad. Muchos tienen psoriasis y no lo saben o no se tratan. El paciente tiene que dar con el médico adecuado y ser diagnostic­ado. Una vez cumplido ese paso, debe poder acceder al tratamient­o. Y cuanto más complejos y más caros son los tratamient­os, tendría que ser más fácil. El paciente no tiene por qué sufrir tanto estrés para conseguir lo que necesita para estar bien”, resumió a Clarín Fernández Barrio.

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