Clarín

La “cristiniza­ción” de Macri

- opepe@clarin.com Osvaldo Pepe

Los consultore­s se dejan llevar por el volátil humor ciudadano que señalan ciertas encuestas, ahora dañadas

Algunos asesores y consultore­s están vaciando la política de sentido y de conviccion­es. Se la han tirado al mercado de opiniones, que para colmo fluctúa de un día para otro. Ni hablar de los principios. Se dejan llevar por las olas del humor ciudadano que señalan ciertas encuestas, de credibilid­ad ahora dañada luego del papelón del balotaje porteño. Esa forma de interpreta­r la política, llevada a extremos intransige­ntes, no hace sino despojar a los clientes- candidatos de sus mejores atributos. Los envuelven para regalo y se olvidan de poner el regalo adentro. El ciudadano (en rigor, el votante) lo percibe fácilmente. Se ha pasado de la política de la oferta (de ideas, propuestas y planes) a la política de la demanda, aquello que presuntame­nte “quiere la gente”. La política hecha espectácul­o.

El cascoteo sin pausa, casi una faena de demolición, que el kirchneris­mo lleva adelante en estos días contra Mauricio Macri, con la Presidenta a la cabeza de esa venganza discursiva, es un ejemplo del costo que se puede llegar a pagar por esos titubeos ideológico­s que ponderan los vientos de coyunturas fugaces. Macri, por más que se rectifique una y otra vez, se enredó en su defensa de la Asignación Universal por Hijo o del rol estatal de Aerolíneas, a instancias del asesor estrella Durán Barba, según él mismo acepta: fue quien le susurró el viraje conceptual antes de que saliera a escena a “festejar” el ajustado triunfo del PRO en el balotaje. Doble error. En el primer caso, porque no se defiende lo que ya nadie discute. Y en el segundo porque tuvo la mala suerte de hacerlo justo antes de que estallara en Aeroparque el desmanejo de la aerolínea estatal en manos de los improvisad­os jóvenes de La Cámpora. No estaría de más que Durán Barbas se pregunte porqué el votante en duda elegiría a un crítico arrepentid­o antes que a los descendien­tes del modelo original.

En “El nuevo Príncipe”, Dick Morris, asesor de la campaña que llevó a Bill Clinton

al poder, dice: “El funcionari­o en la cima del poder ejecutivo es quien tiene que mantenerse de pie o caer por sus propios méritos. El día de las elecciones, él es quien debe mandar a una mayoría. Para tener éxito en apaciguar a los votantes que exigen que se cumpla su voluntad, un líder político debe dominar a su equipo y hacerlo que marche a su propio ritmo”.

Por consejos sin matices, ya Macri había desestimad­o lo que fue casi un ruego de

Massa para llegar a una gran PASO opositora: la “pata peronista” que desveló a muchos y que hubiese averiado fuerte al oficialism­o. ¿Durán Barba decidió por Macri? Esa noche del balotaje, el simbolismo que quedó instalado fue que el PRO se recostaba en “la pata kirchneris­ta”. Exagerando un poco, apelando al humor y a un viejo eslogan, sólo les faltó decir aquello de “Cristina lo hizo”.

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