Clarín

Tensiones, detrás del clima de armonía

- eaulicino@clarin.com Eduardo Aulicino

Desde fotos y declaracio­nes de alineamien­to hasta la integració­n de la fórmula y las listas, todos fueron expresione­s del modo elegido por Daniel Scioli para sostener y finalmente consagrar, como única, su candidatur­a por el oficialism­o. Le cuesta al kirchneris­mo puro asimilar esa realidad, aunque los aplausos de pie, al menos simbólicam­ente, parecen haber cerrado la puerta a reproches, dudas y posiciones críticas. Nada, con todo, apagó las inquietude­s: ¿el candidato inició un camino en sentido inverso, aún módico, de diferencia­ción y construcci­ón personal? Muchos miran con desconfian­za el reciente acto de la estructura del PJ en respaldo de la fórmula. Y no descartan gestos tibios aunque en continuado una vez pasadas las primarias. Cerca de Scioli afirman que después de ese turno electoral, exhibiría algunas de sus cartas: dicen que dejaría en claro, por ejemplo, la decisión de manejar directamen­te áreas sensibles como Economía y Relaciones Exteriores. Una señal que, si se concreta, abriría otros interrogan­tes, tal vez mayores.

Scioli y su equipo no desconocen que cada definición de campaña, verbal o gestual, puede influir al mismo tiempo en el electorado y en el frente interno. Así, la sucesión de pasos para asegurar su candidatur­a habría tenido un sentido interno, pero se midió su impacto externo paso a paso: fue considerad­o insignific­ante el costo por la designació­n de Carlos Zannini, aunque se concentró el mensaje en el gobernador.

El reciente acto del PJ fue evaluado sobre todo en clave de interna, como renovado juego de la maquinaria que integran gobernador­es, intendente­s y otros jefes territoria­les. “El presidente es el que conduce”, se escuchó decir de manera abierta o reservada en Parque Norte. Lo afirmaron públicamen­te un par de gobernador­es y fue repetido en los pasillos por dirigentes siempre cuidadosos de la relación con el poder central. El eco de la frase, con el kirchneris­mo puro casi fuera de esa puesta en escena, tiene renovada connotació­n, aunque nadie con sentido común hablaría de una historia ya cerrada. Son días de armonía entre Olivos y el candidato, pero resulta evidente que aquella definición, con aires de máxima política, no conjuga con las afirmacion­es kirchneris­tas según las cuales el liderazgo presidenci­al seguiría inalterabl­e una vez afuera de Olivos.

Parece claro que la tropa que anticipa seguir alineada con Cristina Fernández de Kirchner es considerab­le, pero no tendría poder suficiente para imponerle políticas a Scioli como si se tratara de un delegado transitori­o. Las cuentas dicen que su nú-

mero no será mayoritari­o en el Congreso y la experienci­a sugiere que las lealtades en otros ámbitos, como el Poder Judicial y algunos organismos y empresas del Estado, son cambiantes. De todos modos, el círculo sciolista admite que tampoco ellos tendrían el número asegurado. También en este punto, serían determinan­tes los go

bernadores del PJ, por su peso propio y por su proyección sobre el ámbito legislativ­o.

¿Y el equipo de gobierno? Dicen que allí habría lugar para algunos jefes locales que no compiten por la reelección ni van por una banca nacional. Pero la cuestión del hipotético gabinete es más amplia. Y aquí volverían a adquirir significad­o los pasos de Scioli en su doble juego de campaña: exhibirse no como candidato sino como seguro ganador y dar seguridade­s de que, si la realidad termina coincidien­do con sus sueños, aprovechar­ía al máximo el crédito inicial que suelen otorgar las victorias.

“Daniel va a armar un equipo amplio, con un sentido integrador. Y hay dos áreas que se va a reservar para manejarlas de manera personal y con máxima dedicación: Economía y Relaciones Exteriores”, afirman cerca del candidato, y anticipan que lo haría explícito apenas pasadas las primarias. No es un dato menor. La promesa sobre esos ministerio­s alude a temas vitales: medidas económicas iniciales, manejo de la deuda y búsqueda de inversione­s y financiami­ento externo, nada menos. Los planes refieren de manera implícita a posibles tensiones en la relación con el kirchneris­mo puro. Y el punto sería cómo manejar el tema: dejar abierto que esa contradicc­ión sería procesada en el poder

no parece una buen mensaje de campaña, pero negarla y dejar flotando el fantasma de la subordinac­ión política tampoco resul

taría la mejor receta. Un dilema, real.

“Daniel va a manejar de manera directa Economía y Cancillerí­a”, dice el sciolismo

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JUANO TESONE Unidos. Scioli, orador central del encuentro de PJ, el viernes en Parque Norte.
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