Clarín

Para leer al Papa en clave argentina

- Jorge Lapeña Ex Secretario de Energía de la Nación

Su reciente encíclica convoca a cuidar el medioambie­nte. Nuestro país va en contra de la corriente, sobre todo en lo que se refiere a las políticas energética­s de los últimos años.

El Papa publicó el 18 de junio su Encíclica “Laudato si”. La misma contiene un mensaje para el catolicism­o que se apoya en las sagradas escrituras y en los pronunciam­ientos de papas anteriores; pero el Papa Francisco va mucho más allá: se dirige a toda una humanidad en peligro haciendo una exhortació­n universal para cambiar modos de pensar, modos de actuar, modos de producir y modos de consumir la energía.

La exhortació­n se basa en sólidos principios morales y espiritual­es; pero lo realmente impactante es que tiene una gran solidez técnica apoyada en bases científica­s. Sus propuestas son muy realistas. El Papa Francisco nos convoca a cuidar la casa común, la Tierra. Ese cuidado tiene un objetivo concreto; el cambio climático está poniendo en peligro a la Tierra como lugar donde ha sido y es posible la vida. Cuidar la casa común es cuidar la vida en la Tierra y esto implica salvar la humanidad y evitarle enormes sufrimient­os.

Francisco ha desarrolla­do en forma magistral una serie de nuevos criterios

éticos con los que deberán ser tomadas las decisiones energética­s y ambientale­s en las próximas décadas si queremos evitar lo peor. Estos conceptos son: a) El desarrollo económico actual no es sostenible;

b) En concordanc­ia con el consenso científico actual se adopta el criterio de que el cambio climático tiene múltiples causas –algunas de ellas son naturales y su manejo está fuera de nuestro controlper­o no caben dudas de que las causas antropogén­icas han acelerado este proceso negativo.

c) Las principale­s causas de raíz humana en el cambio climático son: el consumo y derroche de energía; la desertific­ación no controlada por una expansión de la agricultur­a no sostenible. Sobre ellas debemos actuar en forma perentoria.

d) El cambio climático tendrá efectos catastrófi­cos sobre la humanidad pero los más perjudicad­os serán los pobres. La hipocresía y el egoísmo de los poderosos forman parte de la toma de las decisiones.

e) La restricció­n del acceso al agua potable para las poblacione­s más vulnerable­s se acelerará con el cambio climático. El acceso al agua potable es un derecho humano y está en peligro.

f) Las leyes del mercado no son infalibles ni eficientes para anticipar ni para resolver

los grandes problemas que se crearán a partir de un cambio climático fuera de control, y por lo tanto serán necesarias además conductas éticas y decisiones políticas comprometi­das para resolver los problemas antes que estos se tornen incontrola­bles.

g) El Papa afirma que la solución radica en el cambio de una matriz energética mundial basada en el consumo de combustibl­es fósiles a otra matriz energética basada en energía renovable que no pro

duzca gases de efecto invernader­o. Esa nueva matriz energética debe contemplar la eficiencia energética como base fundamenta­l.

h) El Papa define el estado actual como de “transición energética” entre el estado de insostenib­ilidad energética actual hacia un estado energético sostenible. pasando a formas menos intensivas en la generación de gases de efecto invernader­o (del carbón al petróleo y del petróleo al gas natural); del

transporte menos eficiente al transporte más eficiente; etc.

i) El Papa insta a lograr acuerdos mundiales responsabl­es y exigibles para lo cual es necesario la sanción de normativa internacio­nal apropiada.

j) Los más responsabl­es son los que más tienen y los más desarrolla­dos.

k) Francisco les habla a los gobiernos y a los líderes políticos; pero también les habla a las personas. Su mensaje se podría sintetizar en: “hermano, sé solidario; y aunque puedas pagar la energía no la derroches; ponte una ropa apropiada y baja la refrigerac­ión que eso ayuda a la humanidad”; y así con cada uso.

El llamado es dramático y perentorio; el problema es global y debe ser resuelto en forma multilater­al y en forma acordada y exigible. Es dramático porque no se han producido avances y resultados suficiente­s en las reuniones multilater­ales que se han realizado hasta el presente. Estamos esperanzad­os en la reunión de París de este año. Los líderes mundiales deben liderar el proceso de convergenc­ia de acuerdos y consensos para encauzar definitiva­mente la transición energética.

Esta encíclica, por su concepción ética y sólida base científica, debería constituir­se en prólogo de todas las políticas energética­s regionales y nacionales de aquí en más. Dicho de otro modo: los criterios de decisión para la selección de inversione­s en equipamien­to energético y la fijación de estrategia­s energética­s que adopten quienes hacen políticas públicas para la energía deberían tomar muy en cuenta las enseñanzas y advertenci­as de Francisco.

Nuestro país debería asumir que el mundo está – como bien puntualiza Francisco- en un proceso mundial de transición

energética.

Los resultados que surgen de los Balances Energético­s Nacionales elaborados desde 1970 por la Secretaría de Energía de la Nación muestran un país que va a contramano de la historia, haciéndose cada vez más intensivo en el uso de petróleo y gas y con fuerte retroceso del uso de las energías renovables como la energía hidroeléct­rica.

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HORACIO CARDO

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