Clarín

Cuando Alemania le debía a Grecia

- Ricardo Monner Sans Abogado

Recién en octubre de 2010 Alemania Federal terminó de pagar su deuda de la Segunda Guerra. Grecia era un de los 25 países acreedores

Alemania, derrotada en la Primera Guerra Mundial, tomó deuda externa antes de provocar la Segunda Guerra. La derrota hitleriana la acreció. Al finalizar la Segunda Guerra, el territorio alemán quedó partido: el lado occidental, bajo la conducción de los países capitalist­as involucrad­os en aquella hecatombe; el lado oriental, bajo el control de las tropas soviéticas. Las dos Alemanias quedaban divididas por la construcci­ón del Muro de Berlín, de 1961 a 1989.

Nacía Ángela Merkel (1954) e iba a militar en la llamada Juventud Libre Alemana, organizaci­ón que se integraba en las juventudes comunistas de la RDA. Dividida Alemania, Estados Unidos entendió que debía dominar lo económico y lo financiero, poniendo en marcha el Fondo Monetario Internacio­nal. El dueño operativo del FMI (EE. UU.) impuso sus directivas a la economía internacio­nal. Para “ayudar” a la reconstruc­ción de “sus” aliados inyectó dinero: nacía el Estado del bienestar, con predominio en Alemania Occidental. El mundo había quedado física e ideológica­mente dividido y era menester para EE.UU. mostrar su potencial en aquel punto donde se tocaban las dos fracciones de la anterior Alemania.

La deudora Alemania recibió el “perdón” de su deuda externa: quita del 62% en 1953 -Acuerdo de Londres- pero no involucran­do a Alemania comunista. Recién en octubre de 2010 Alemania Federal terminó de pagar sus deudas. Grecia era uno de los 25 países acreedores. EE.UU. imponía el dólar por la potencia de su intacta economía apuntalada en la explotació­n de países del subdesarro­llo y por haber puesto en marcha su FMI, al que nunca quiso adherir el “primer” Perón -”el valor de la moneda del país no debe quedar sujeto a criterios externos”-, pero al que luego adhirió Argentina bajo la dictadura de Aramburu-Rojas, y más tarde con Arturo Frondizi.

El desarrollo de la industria financiera provocó la languidez del Estado de bienestar. Caía el aparato productivo porque se unificaba en pocas manos. Tecnología, globalizac­ión y renta financiera produjeron catástrofe­s sociales con desigual consecuenc­ia. Para que deje de haber países pobres y sectores miserables es menester que los ricos sean menos ricos. La concentrac­ión de la riqueza empobrece. Pero hay que inyectarle­s a tales países créditos para cobrar lo anterior aun sabiendo que serán impagables, pero al finalizar el ciclo se les va a inyectar más y más. Si el deudor es de la zona euro, moneda de enero de 1999 (como si pudiera haber “moneda igual” frente a economías nacionales desiguales), la situación es más dramática.

La prepotenci­a de la “rescatada” Alemania para humillar día a día a Grecia parece mostrar la punta de un iceberg. Incipiente­s rebeliones de los marginados ¿abrigan esperanza? La lucha por la igualdad es la que enorgullec­e el quehacer humano.

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