Clarín

La campaña necesita contenidos, no globos ni colores

- Gerardo Milman Director de la AFSCA por la oposición

Estamos ante la promoción de candidatos políticos más vacía en los últimos treinta años. Se impone discutir propuestas y programas alternativ­os, no meros eslogans.

Los argentinos estamos siendo sometidos a la campaña electoral más vacía de contenidos que recuerde

la historia. En 32 años de democracia hemos pasado de las consignas y propuestas concretas al eslogan vago y multicolor. Raúl Alfonsín prometió el rescate del Estado de Derecho, dar cumplimien­to a la Constituci­ón y descorrer el velo del

terrorismo de Estado. Carlos Menem prometió Salariazo y Revolución Productiva. Fernando de la Rúa, acabar con la fiesta de la corrupción. Hoy las promesas son: cambio, continuida­d con gradualism­o o transitar por la avenida del medio. Unos inflan globos amarillos, otros pintan todo de naranja y otros elijen el negro. ¿Y las propuestas concretas? Ni una palabra.

El resultado de las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires muestra a las claras la derrota de los “numerólogo­s”, de los asesores de imagen y de las presiones ejercidas por los círculos de cualquier color. Triunfaron la política y la independen­cia de criterio.

Estas elecciones van a marcar un punto de inflexión de cara a las PASO. En términos semiológic­os se podría afirmar que

llegó a su fin la campaña vacía.

La apelación a conceptos vacuos y tácticamen­te elásticos no garantiza resultados. La ciudadanía se ha vuelto exigente. Sabe que

nada se le puede reclamar a quien nada propone tanto como que votar a alguien que no se compromete significa librarlo de toda misión y responsabi­lidad.

Otro elemento que degrada la calidad comunicaci­onal de las campañas es la impunidad con que se destinan sumas millonaria­s provenient­es de fondos públicos para promociona­r candidatos asociados a aparatos de gobierno (cualquiera sea

su signo político) y el abuso de la Cadena

Nacional.

La pretensión niveladora de la Ley de Democratiz­ación de la Representa­ción Política, la Transparen­cia y la Equidad Electoral (N° 26.571) se ha vuelto una caricatura. Esta norma les garantiza a todos los partidos la misma cantidad de segundos publicitar­ios, pero el abuso y la ilegalidad en la que incurren los oficialism­os la vuelve un piso para ellos y un techo para los partidos minoritari­os.

Las campañas vacías no son un fenóme-

no exclusivam­ente nacional; han proliferad­o en todo el mundo. Su “éxito” también depende de la existencia de condicione­s sociales emparentad­as con el desencanto, la prescinden­cia o el desinterés activo hacia la suerte que corran las cuestiones

públicas. Sólo en sociedades donde priman el individual­ismo extremo y la búsqueda de un tercero que venga a hacerse cargo de “todo aquello de lo que me desentiend­o”, las campañas vacías pueden tener “éxito”. Así, será fácil echarles la culpa del fracaso a los demás en un perverso alarde de autoexculp­ación.

Es de esperar que los candidatos a la Presidenci­a cumplan su promesa de realizar un debate público y que el mismo marque el principio de una nueva era para las campañas electorale­s argentinas: la del fin de la manipulaci­ón de los gurúes de la comunicaci­ón y el sano retorno de la confrontac­ión argumentat­iva a nivel de programas, propuestas y proyectos.

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