Clarín

Se dijo...

Fue para 1.200 presos de buen comportami­ento. Dijo que la música está para mejorar y sanar a los seres humanos.

- Patricio Féminis Especial para Clarín

“La violencia es algo que nos pertenece a todos. Sólo hay seres sensibles que no la pueden controlar. Y me voy a hacer cargo: yo soy capaz de matar, de robar. De hecho he robado muchas veces en mi vida”.

Gustavo Cordera MUSICO

Luego de ofrecer un concierto a los reclusos en el penal de olmos.

“Estoy muy emocionado y consternad­o. Ver que una canción que hiciste con tu corazón tenga ese alcance, me parece un milagro”. “En el penal recibí mucha sensibilid­ad y emoción. No están con mirada crítica y prejuicios­a. Simplement­e reciben los temas”.

Transpiran las paredes y el suelo de la capilla en la Unidad Penal N° 1 de Lisandro Olmos. Vibran 1.200 presos adentro, frente al altar y la cruz: más de cincuenta hacen pogo (y los del fondo fuman) mientras escuchan a Gustavo Cordera y la Caravana Mágica, quienes llegaron ayer hasta aquí para expiar sus propias culpas y buscar su libertad interior. Como diría él en la conferenci­a de prensa posterior, pasadas las 16, luego de más de una hora de show en Olmos: “La violencia es algo que nos pertenece a todos. Sólo que hay seres sensibles que no la pueden controlar. Pero todos somos capaces de matar. Y me voy a hacer cargo: yo soy capaz de matar. Soy capaz de robar, de hecho he robado muchas veces en mi vida. Soy capaz de traicionar, capaz de sentir ganas de matarme también. Nada humano me es ajeno”.

Así testea el eco de sus canciones cayenguera­s, Gustavo Cordera, rumbo a su nuevo Luna Park del 11 de septiembre: con un concierto en la Unidad 1 de Olmos, que ayer albergaba a 2.499 presos en su edificio de cinco pisos con cruz de seis puntas a 12 kilómetros de La Plata. Menos de la mitad, todos de buen comportami­ento, estuvieron en la capilla para escuchar 14 temas de Cordera, gritar y bailar con él. “El número de internos varía todos los días: el lunes eran 2502 y cada día es diferente en el penal de Olmos”, asegura Matías Arauz, subdirecto­r administra­tivo. ¿Cómo será recordado este martes, en el que estuvo en Olmos el pelado ex Bersuit Vergarabat? ¿Quiénes desearán volver aquí con el cuerpo y la memoria?

Los internos presentes tendrán su respuesta, demorando la rutina carcelaria con pasos de cumbia y roncanrol mientras miran fijo a los ojos a Cordera. Minutos después de agitar frases de liberación y de toma de conscienci­a, tras haber cerrado con Sr. Cobranza, La bolsa y Soy mi soberano, el Pelado habla por todos, conmovido, y declara: “Era una buena manera de comenzar un ciclo para la Caravana Mágica conectar con esta sensibilid­ad: con gente que siente que tiene todo perdido, como muchas otras que están libres en la sociedad”. Porque “la música está para sanar a los seres humanos y para que puedan transmutar sus emociones: el resentimie­nto, el odio, la ira. Ahora estoy en un lugar totalmente distinto: es algo sagrado”.

Fue, entonces, un instante de luz en medio del tedio cotidiano. De las horas sin rumbo y del cielo que nunca llega. Allá en la capilla del penal de Olmos, se transpiró con sus canciones. Algunas encendiero­n lentamente ( Agua de río, Me la juego a morir) y otras captaron la voz popular de Olmos: Sacate la gorra, La soledad y La bolsa. Los internos se dejaron fluir, siempre a los saltos delante (al fondo fumaban) con otras conexiones: Murguita del sur, Asalto de cumbia, El tiempo no para, arengaron y revolearon remeras empapadas hacia Cordera. El las recibía, les daba un beso y las devolvía una a una, a espaldas de la cruz.

La banda sostuvo el juego y el líder de la Caravana hasta se permitió preestrena­r una nueva canción: Pintó meditación. ¿La recordarán los presos como a Sr. Cobranza, con las huellas de violencia que dejaron los años 90? ¿O como a El tiempo no para? Esa que canta “nos tildan de ladrones, maricas, faloperos, y ellos sumergiero­n a un país entero”. Ambas conmoviero­n, eléctricas, a más de mil en la capilla de Olmos. La fiesta, el cachengueo, aún flotaban en el aire de la cárcel, cuando un asistente le dijo a Cordera que los presos de Olmos rondan los 25 años. Y entonces sólo le quedó decir: “Ojalá que la mente y el corazón se abran para que podamos liberarnos de estas ataduras”.

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DIEGO DIAZ Misa pagana. En la capilla, Cordera repasó temas de la Bersuit, junto a la Caravana Mágica.

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